martes, 21 de septiembre de 2010

Prólogo: Baranor

Baranor


Parte I

Metas y Logros


El entrenamiento ha comenzado hace varios días y todavía no pude hacer que Fhilamir peleara seriamente contra mí, por lo que no pude probar mí verdadero potencial, y lograr aprender de mis errores y así poder dominar mis técnicas de combate con mayor facilidad.

Fhilamir-: ¡Vamos!, Baranor.(Alentando a que continúe atacándolo).

Baranor-: Maestro, esto es inútil, no logro mover me con facilidad.(Fatigado y entre jadeos)

Fhilamir-: Entiendo, no logras a costumbrar tu movimiento con el peso extra de la armadura, y te incomoda la armadura, a tu estilo de combate requiere algo...(pensativo y serio).

Fhilamir-: ¡Lo tengo! (Alegre y sonriente).

Baranor-: No me harás correr ¼ del Día para que mi cuerpo se costumbre al peso, ya vengo haciendo eso desde que, empezamos con el entrenamiento. (Asustado y un poco enojado).

Fhilamir-: Vamos no seas tan flojo Baranor, sigue con las practicas de los movimientos básicos, tengo que ir hablar con alguien. (Serio).

Continué con mis movimientos, con las espadas y mis acrobacias, las cuales fracasaban por mi falta de movilidad, luego de un rato decidí descansar, me recosté en el pasto, y caí en un sueño profundo y placentero. Un campesino que pasaba acarreando agua, tropezó conmigo derramando toda su agua en mí, empapándome de pies a cabeza. Me desperté furioso, sobresaltado y muy enojado.

Volví a Minas Tirith, chorreando agua por todas partes, trate de secarme como pude, y me reuní con mi comandante de turno. Hoy me tocaba hacer guardia toda la noche.

Finalizada la guardia me dirigí a casa, exhausto y de muy mal humor, me sentía apestoso por lo que decidí asearme, luego de eso dormí.

Me desperté por los portazos, y me pregunté entre sueños ¿Quién será?. Unos de mis hermanos atiende, por pedido de mi madre, al llamado tan eufórico en la puerta, era Fhilamir mí maestro, un hombre de gran porte y una mirada seria. Le pide a mi hermano menor que me vaya a despertar. Una vez dicho eso mi madre le ofreció algo de beber, Fhilamir le pidió leche, no solía beber otra cosa que no fuera Agua o Leche. Luego de un rato me reuní con a él. Yo estaba somnoliento, y con la mirada perdida como si me encontrara en un mundo onírico, mi padre nos observaba a ambos con esa mirada que uno tiene al recordar viejas épocas.

Fhilamir-: Despierta Muchacho ¡jajá!, ¡jajá! (Propinado me unas palmada y al mismo tiempo sacudidas para despabilarme).

Baranor-: hee… mmmeeemmmeeemm (no atine coordinar ninguna palabra) siiiii ya deja de hacer eso. (Mirada seria).

Fhilamir-: Tengo algo para ti, pero a un no se encuentra listo. Se que te encantara jajajaj. (Mirando me a los ojos).

Baranor-: (bostezos) de que se trata Fhilamir?. (Dormido)

Fhilamir-: Todo a su debido tiempo, no te apresures a los hechos Baranor. Pero ahora es hora de tu entrenamiento.(me lanzo su mirada burlona) Veo que aun no has despertado jajajajaja (jocoso)

Ese día solo entrenamos los movimientos básicos de combate del estilo a Dos Espadas, pero él se sorprendía de mi evolución. Al parecer, día a día me volvía más y más habil con las Dos Espadas .

Fhilamir-: Cada día que entrenamos, tus movimientos mejoran a pesar de tu incomodidad y mejoran notablemente, ¡me sorprendes!, pero todavía no logras darme ningún golpe. Ajajajjajaja (Burlándose).

Baranor-: Creo que no existe hombre en esta tierra que pueda darte un golpe Fhilamir. (Sonriente.)

Fhilamir-: ¡Adulador! con eso, no lograrás golpear me, y mucho menos mantenerte de pie, pero al parecer ya nació ese hombre… Vamos ven para aquí y atácame (Grito con su voz imponente y me desafía con su espada) y deja de esquivarme como una niña, ataca de una vez, jajajaj.

Al finalizar la jornada de entrenamiento, me encontraba totalmente dolorido y muy exhausto, y mi mente solo se enfocaba en descansar.

A medida que los días fueron pasando, mí entrenamiento comenzó a sobreexigir más y más mi condición física y mental. Se volvía más estricto las pruebas, las técnicas y los ejercicios.

Pero los esfuerzos por fin dieron sus frutos. A lo largo de 2 años, mí cuerpo se fue fortaleciendo y adquiriendo elasticidad y flexibilidad. Mis movimientos eran fluidos como el agua, permitiendo me contraatacar a Fhilamir. Lo que lograba era elegancia a la hora de esquivar sus ataque y cuando yo lo atacaba él me bloqueaba.
Perecía que danzábamos al compás de la música que surgía en el campo de entrenamiento por el sonido de las aves, el viento en las hojas de los árboles, y el ruido del río y los animales.

Fhilamir se encontraba en un gran aprieto al ver que no podía acertar me ninguno de sus ataques. Pero una sonrisa se dibujaba en su rostro al ver como su aprendiz, lograba ser un gran Guerrero, -Ya es hora Baranor…- Gritó con euforia y alegría. Luego de eso, los movimientos de Fhilamir fueron más rápidos y más firmes, me costaba seguir con el ritmo ya que él, me estaba llevando a mis límites con la repetición de sus ataques.
-Baranor si no te concentras lo que lograras es que te lastime de muerte- me lanzó una mirada la cual haría correr al hombre más valiente. Él me reconocía como un digno adversario, para usar todas sus facultades como guerrero. Estaba peleando de verdad, me puso a prueba, pero esta prueba sería la definitiva, debía de vencer para obtener la victoria, una victoria tan deseada, y a la vez tan lejana, -Baranor, notaras que mis movimiento son mas firmes por si no te diste cuenta estoy pelando en SERIO! así que VAMOS!…- al decirme eso desperté de mi sueño y una alegría lleno mi pecho. Los movimientos de su cuerpo, todo estaba en sincronía con la pelea, él esta vez, pelearía de verdad contra mi.

Mi alegría era tal que me exigí hasta el límite y más. Cuando él pronuncio esas palabras tan conmovedoras, -Demuestrame, el porqué te escogí de entre miles de hombres, demuéstrame el porqué me decidí entrenarte, habiendo miles de hombres con habilidades sorprendentes como la que tu posees, demuestra, vamos demuéstrame todo tu verdadero potencial Baranor…- Con eso el me incentivó para dejar mi vida, en ese campo de entrenamiento si era necesario, dejé de esquivar sus ataques, y me enfoqué en una sóla cosa, vencer a Fhilamir en combate al menos por esta vez.
Luego de unos cuantos giros, saltos, piruetas, para esquivar sus ataques y lanzar frustrados contraataques a lo que es una guardia perfecta de Fhilamir, pude encontrar una brecha, el después de todo es un humano hay una brecha en su defensa. Después de analizar si esa brecha, no se trataba de una trampa para que al intentar un ataque él pudiese bloquear me y así poder vencerme, y dejarme fuera de combate, tomé coraje y decidí hacer mi ataque ya que mí resistencia alcanzaba sus limites. Ambos estábamos exhaustos y agitados.
Sofocados por tantos movimientos, de defensa, ataques y contraataques lo obligué a llegar al límite de su resistencia también.

El se encontraba en frente de mí, con su guardia casi perfecta. Ésta es mi oportunidad, ahora o nunca con mis pocas reservas de energía lance mi ultimo ataque lo que me llevaría a un éxito seguro. Pero Fhilamir no es un hueso fácil de roer, lo que le falta de juventud y agilidad él lo compensa con experiencia y movimientos de combate nunca antes vistos, por mi en este caso, al lanzarme a él, me bloquea la espada izquierda, la cual lancé de abajo hacia arriba, para poder mover su espada y con la derecha hacer un corte en su abdomen, pero no resulto como lo planee, una vez hecho el bloque de mi primer ataque, me ví obligado a improvisar, continué mi movimiento haciendo un giro en el mismo sentido al cual lancé mi golpe. Al girar en sentido horario, me posicione a la derecha de él, quedó pegado al brazo con el cual me había bloqueado el primer ataque, permitiendo me que mi codo derecho, dale un golpe, a la altura de su cabeza y luego en cuanto el perdiese el equilibrio podría lanzar un ataque al cuello, pero mi último movimiento fue frustrado, de con tal facilidad, cuando el agachó la cabeza e inclinó el cuello, permitiéndole que mi brazo derecho continúe con su dirección, sin haberle podido golpear. Entonces el tomo mi brazo derecho y movió su cuerpo para colocarse de perfil y así poder atacar mi costado derecho el cual se en contaba desprotegido, por que él sostenía mi brazo con firmeza. Realizo un giro para aplicar una pequeña palanca en mi ante brazo, de inmediato, me moví a lo que sería una trampa ya que él esperaba con su brazo derecho, a que me colocara enfrente de él para darme un golpe mortal, y evitar así una torcedura del brazo, pero en vez de eso, él no se percató de que mi pierna derecha se había colado por entre sus piernas para poder tener mayor equilibrio, intenté derribarlo, al tenerme agarrado del brazo derecho solo resto deslizar mi pierna derecha, con su pierna izquierda y como él se encontraba sujeto a mi brazo lo desbalance, pero él rápidamente se aleja de mi, dando un giro en el suelo, al levantarse pude verle la cara de asombro.

Nos encontrábamos como antes uno en frente del otro pero ahora el se encontraba más cansado y al igual yo. Fhilamir decidió finalizar, dejándolo en empate, que para mi estaba bien, ya que mi cansancio no podía hacer más. Era una victoria parcial, pero era lo que nunca pude lograr, nunca antes pude llegar a un empate con él, y menos peleando con todo su potencial, eso para mi ya era una Victoria. Demostré mis respetos, lo mismo él y dejamos el resto para el campo de batalla.

Al parecer él también, se encontraba muy cansado pero se lo veía muy satisfecho y feliz con los logros alcanzados por el momento y él como mi mentor y yo como guerrero, se sentía orgulloso porque por fin pudo tener una batalla digna con un oponente fuerte, como las que el solía tener, pero ahora no son solo recuerdos de antaño, sino que fue una realidad muy buena.

Tiempo después de la pelea, Fhilamir traía en brazos envuelto en una fina tela blanca en forma de paquete un regalo para mi, era mi Armadura y mis Dos Espadas Cortas de manufactura Elfica, la felicidad que me llenó el cuerpo al ver frente a mi tal belleza de armadura y tal belleza de Espadas. No pude decir nada sólo contemplar mi reflejo en ellas y nada más este regalo era muy importante para mi.

1.- Fhilamir-: Toma Baranor hijo de Beregond, ésto te lo has ganado por demostrar que eres un digno Guerrero Dúnadan, esa pelea que tuvimos, me demostró que eres lo suficientemente valiente como para llevar contigo esta armadura y estas espadas con honor y gloria, y defender de todo intruso o maldad que aceche a nuestro reino, donde quieras que vayas, lleva con orgullo y sabiduría en tus acciones, la insignia del Árbol Blanco que simboliza a Minas Tirith, te guiara en la victoria Baranor hijo de Beregond, ahora nuestro vínculo de Aprendiz a Maestro se fortaleció, ahora eres como mi hermano, Baranor. (abrazo firme y palmadas en la espalda). Recuerda siempre pelea por tu Rey y por tu Reina, quienes han podido hacer este regalo realidad, que luz guíe tus pasos amigo mío.-

Luego de eso el cuerno de Gondo nos llamo a una batalla, la cual se la recuerda como “El Día de las Lágrimas”, luego de esa batalla en la cual mi Maestro, perdón mi Amigo y yo participamos, el como Comandante de Gondor y yo como Guerrero, no pude despedirme de él, ya que al terminar la cruel batalla, se marcho, dejando atrás solo ruinas. En cuanto a mi, me tope con una tragedia totalmente devastadora pero eso es otra historia.

Recuerdo: (Palabras de Fhilamir antes de sonar el cuerno de Gondor).1
No me pude despedir, ni agradecerle por todo lo que hizo por mí y por mi familia.

Baranor-: Y los tuyos, y los tuyos también, viejo amigo.(Gritando al Cielo con tristeza y decepción por no poder despedirse de él)

Parte II

Familia destrozada

Un capitán de Gondor se encontraba patrullando la zona en busca de orcos rezagados, vio a un guardia llevarse a un centinela al hombro, tuvo curiosidad de lo ocurrió a aquel hombre, por lo que preguntó:
-¿Quién es al que llevas ahí soldado? ¿A dónde lo llevas?
-Señor, él es Baranor centinela de Gondor, lo llevo a un lugar donde pueda recibir atención media- contestó el guerrero.
Sorprendido el capitán preguntó al sub capitán.
-¿Baranor?, ¿Acaso no es el aprendiz de Fhilamir?
El sub capitán respondió:
-Sí Señor.
Con un semblante serio el capitán miró al guardia y dijo:
-Extraña coincidencia hace un rato me crucé con él corría a toda prisa para su hogar y no se encontraba herido, ¿Podrías explicarme que le sucedió?
El Guerrero intimidado por el capitán, comenzó a hablar…
-Escuché un grito, que provenía de una vivienda cercana, rápidamente me dirigí hacia donde se originaba el sonido, que a mi parecer eran gritos de ayuda. El sonido se hacía más fuerte en el hogar de Baranor.
Ingresé con espada y escudo en mano, de forma cautelosa esperando encontrar algún orco, pero en vez de eso encontré restos de orcos desparramados por toda la casa, producto de una pelea. Nuevamente escuché el grito, provenía de la habitación, no era de ayuda sino de lamento, ingresé en la habitación, y encontré a Baranor, llorando entre dos cuerpos, él no me reconoció y con gran habilidad me atacó, pero logre eludir los ataques, Baranor no coordinaba sus movimientos. Intenté que entrara en razón pero él se encontraba cegado por el odio y la tristeza.
Me vi obligado a usar la fuerza, lo golpeé con mi escudo en la cabeza, Baranor se desplomó y así pude detenerlo. Lo saqué de la casa para llevarlo a atender y nos encontró usted.

Él Capitán lo miró sorprendido y le dijo:
-Eres afortunado chico de que ese hombre al que llevas no estuviese es sus cabales cuando te atacó, sino no contarías la historia- una risa estentórea surgió de su garganta.- Habrías tenido el mismo final que los orcos que se encontraban en la casa. Te recomiendo que lo lleves rápido a un sitio donde pueda ser atendido por sus heridas y no estés allí cuando él despierte.
El guerrero juntó coraje y recapacitó en lo que había visto y en lo que el capitán le dijo.

Al término de unas horas Baranor despertó, al despertar sintió como su corazón se destrozaba porque su madre y su padre habían muerto, Baranor no sabía como decírselo a sus hermanos ellos eran chicos, y podrían enfermar a causa de la tristeza.

Un anciano el cual observó la tristeza en los ojos de Baranor, se aproximó a él y le habló.
–Hola muchacho, veo que un terrible dolor yace en tu corazón ¿has perdido a toda tu familia con la invasión de los orcos?
Baranor respondió:
–No he pedido a toda mi familia por completo pero sí a mis padres, el mal que ahora tengo es que no encuentro la forma de llevar adelante a mis hermanos que todavía no se han enterado.
El anciano escuchó atento a lo que Baranor le decía, y respondió:
–Entonces no sabes cómo contárselos para que ellos no enfermen y pierdan toda esperanza de vivir por culpa del dolor por la pérdida de sus padres.
Baranor lo miró a los ojos y le dijo:
–Es ese mi mayor problema no quiero perder a más nadie de mi familia, ni que sufran.
Al terminar esa charla la cual calmó un poco el corazón de Baranor pudo juntar coraje y hablar con sus hermanos y contarles lo que había sucedido.

La reacción de sus hermanos Daísy y Anárion lo tomó por sorpresa, ellos lo abrazaron y todos lloraron desahogando sus penas. Daísy y Anárion comprendieron en ese momento lo difícil que fue para su hermano mayor tener que contar lo sucedido.
Daísy con tan solo 13 años de edad fue muy inteligente al tranquilizar al pequeño Anárion de solo 3 años, sabía que era poco probable que sus padres estuvieran vivos cuando ellos llegaron al refugio, por eso habló con Anárion en ese momento. Anárion tomó a Daísy como si fuese su madre y después a Baranor como su padre. Ahora ellos se cuidarían mutuamente.

Parte III

Madre y Hermana

Daísy

Transcurrieron 2 años de aquel trágico día llamado por todos en Minas Tirith “El Día de las Lágrimas”. Baranor como tantos otros habitantes de Minas Tirith, reconstruyó su hogar, y es ahí donde ahora vive junto a sus hermanos.
Baranor se despertó a la mañana por los ruidos y el dulce aroma proveniente de la comida, la responsable de tan rico aroma era Daísy preparando el rico y energético desayuno para sus hermanos. Daísy se levantaba muy temprano como acostumbraba hacerlo su madre, y comenzaba con las tareas del hogar. Al terminar el desayuno limpiaba y ventilaba la casa y armaba las camas, mientras que Baranor se despedía de ellos con un beso en la frente y se retiraba a su entrenamiento matutino.

Mientras tanto Daísy cuidaba de su hermano menor Anárion, el cual jugaba en los cultivos y ayudaba a recolectar los vegetales en la huerta para el almuerzo.
Al terminar con esa tarea Daísy se dirigía junto a las demás mujeres al río a lavar ropa, hacía todo lo que su madre le enseñó que debe hacer una mujer cuando tiene que cuidar de su hogar.
Así pasaron los años y Daísy fue creciendo junto a sus hermanos y fue cuidando de ellos y cociendo las ropas de Anárion y preparando de comer para todos. Ella era feliz cumpliendo el rol de madre y hermana.

Parte IV

Gran Honor

Los días fueron pasando y así los meses y los años. Lo que solía ser un simple centinela de Gondor ahora había escalado al puesto de sub capitán en su unidad que se encontraba en el 4º Nivel y por su rango poseía una pequeña casa allí pero no le gustaba, Baranor prefería vivir junto a sus hermanos en el 1º Nivel.
Fue enviado en numerosas misiones al sur para desbaratar asentamientos de orcos y alguna que otras veces espantar Trolls de montaña.
En una misión donde se debía escoltar un cargamento con objetos valiosos que enviaron para la Reina de Gondor fueron emboscados por unos vándalos en las afueras de la ciudad, se libró una feroz lucha por proteger dicho cargamento, en ese mismo día una flecha envenenada dañó al Capitán Cirion, provocándole una herida mortal. Si no era atendido de inmediato, la vida de Cirion estaría en juego. Baranor decidió enviarlo de vuelta a Gondor porque reconocía los síntomas del veneno. Sabía que el Capitán Cirion resistiría el viaje para recibir el tratamiento en Gondor, ya que él no podía hacer mucho en la situación que se encontraba y no había nadie que pudiese socorrer al Capitán Cirion.
Envió a dos de sus hombres con una carta y su capitán a Gondor. En la carta decía que Cirion había sido envenenado por una flecha, y por los síntomas el veneno al parecer era de serpiente negra. Debía ser tratado de inmediato. Luego informó que el finalizaría la misión.
Al volver después de completar la misión con éxito se topó con la trágica noticia de que su capitán Cirion había muerto por culpa del veneno. Este tenía un problema de salud y el veneno actuó más rápido de lo que Baranor había pensado. Dicha noticia, no lo alegró como debía alegrar a cualquier hombre, él ahora era el nuevo Capitán, pero un gran amigo había muerto con honor.

Parte V

Mi pequeño gran hermano

Anárion

Cuando Anárion cumplió los 17 años, Baranor le regaló una espada. Cuando probaron un pequeño combate de práctica, vió que el muchacho tenía talento con las armas. Eso provocó que Anárion se enrolara como guerrero en Gondor.
Ahora Daísy se preocupaba por partida doble, eran dos los que si había una guerra deberían marcharse y quizás nunca más volverían, pero ella no quería pensar en eso, por eso procuraba que Anárion entrenase duro como Baranor, y fue así como Baranor le enseñó algún que otro secreto a su hermano menor, quien claramente lo superaría cuando llegase el momento.
Baranor tenía otras responsabilidades. No podía pasar tanto tiempo junto a su familia como antes por lo que Anárion entrenaba solo con los chicos del 1º Nivel. Muy pocas veces Baranor entrenaba con Anárion y al entrenar con su hermano los recuerdos de su maestro Fhilamir le alegraban el corazón, y Anárion veía que su hermano disfrutaba el entrenar con él. El pequeño ahora se convertía en un gran guerrero.



(escribió Diolink)

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