jueves, 7 de octubre de 2010

Aeglos vuelve a la luz




Una vez que Belegnor vio que cada uno de los viajeros estaba en una habitación, ya acomodados y prontos al merecido descanso, le pareció prudente aconsejar a cada uno por separado que no exploren demasiado, y sobre todo, no lo hagan en solitario, porque aun podría haber encantamientos allí en la Ciudad Fuerte de Imladris.

Aldariel, Belegnor y Eândros se encontraban frente a la habitación de la chica, que había sido la habitación de la princesa Arwen antes de ser coronada como la Reina del Reino Reunido.

-Nunca habias estado en un reino élfico?- Pregunto Belegnor a Aldariel
-Reino elfico? No... solo conocía Farngorn antes de viajar al norte-. Contestó la chica.

El Elfo se detuvo a observarla, angustiado por sus sospechas. Quería ver si encajaba en ese lugar. Si se veía como alguien de allí. Arwen, madre de la princesa perdida, había nacido y crecido aquí, y a Belegnor sus sospechas de que la princesa perdida era la misma Aldariel se le habían reforzado cuando oyó a ella y a Earwen complementarse de manera exquisita en el canto, durante el funeral de Filhamir.

Sin embargo, Eândros miraba alrededor algo ansioso en aquel momento, y el Elfo entonces le dijo, más que nada para retirarse de allí: -La biblioteca de Elrond está por aqui, claramente no vamos a tener tiempo de estudiarla en profundidad, eso requerirá siglos, pero podemos ir a verla.- y comenzó a caminar en cierta dirección

El maestro Gondoriano se dispuso a seguir al Elfo, no sin antes decirle a Aldariel -No
te alejes mucho-

- Me quedaré en la habitación un rato más- dijo la joven.

-El lugar podria tener trampas magicas, no conviene que nadie camine por ahi solo…- dijo Belegnor, y preguntó -buscan algo en especial?

La joven contestó: -No, no busco nada en especial, pero me gusta ver las cosas lindas que hicieron los elfos que vivieron aquí……Trampas mágicas? ¿qué es eso?

A lo que Belegnor repuso, antes de alejarse, -No lo se exactamente, pero Elrond era un Señor extremadamente....cuidadoso.

Aldariel entró en la habitación y los dos se alejaron, camino a la biblioteca, aunque el Gondoriano dijo –Tendría que buscar eso que ví. Y Belegnor pensaba, después de que satisficieran la curiosidad del hombre, en buscar la tumba de Gil Galad, allí.

-…Entre otras cosas porque quiero saber que es- agregó Eândros

-Pero tienes una idea de donde está?- inquirió su compañero.

-Hmmmm…..es complicado de explicar, pero sí. Sé que brillaba.

El Gondoriano estaba convencido de dejarse llevar por sus pasos, pero el elfo lo miraba con extrañeza. Le dijo con cierta ironía -Muchas cosas brillan en este lugar, de hecho, casi todas, si son pulidas correctamente- Y agregó –En fin, te sigo, entonces.

-No sé como llegar, solo sé que sé a donde ir, o eso sentí cuando lo vi- Dijo el Gondoriano

La sorpresa del Elfo crecía. -Y....adonde?- quiso saber, pero no obtuvo respuesta inmediata.

Eândros caminaba en una dirección clara, pero en realidad estaba como explorando, guiado por un extraño sentimiento. El Elfo lo miraba extrañado, entonces le comentó de su visión, de que había visto Rivendel y que de alguna manera al mirarlo en aquella visión se le señalaba un lugar en particular de la ciudad, de donde salía un notorio pero vago brillo. De esa manera, pudo saber, a medida que caminaba, exactamente cual era la dirección, aunque no conocía el lugar. El brillo, como de plata, era lo que guiaba los pasos del Antiguo Capitán, lo que más presente estaba en sus ojos.

-Eru nos habla de maneras misteriosas, dificil es seguir sus designios, hasta para los Valar- Disertó el Elfo, mientras iba para donde el Gondoriano le indicaba. De repente dijo en voz alta lo que pensaba y lo torturaba un poco, a riesgo de que el Dunedain se enfureciera o entristeciera demasiado.

-Tienes la esperanza de encontrar Narsil aqui, verdad? y que la hoja de Fangorn sea otra..."

Y contestó el antiguo capitán, tras un breve silencio, con resignación -Realmente no se ya que esperar. Pero si aquí estuviera Narsil me alegraría por el príncipe, desde lo mas profundo de mi alma, y si está en Fangorn me alegraría lo mismo, pues... bueno, habría encontrado a la princesa al parecer.

Ambos callaron. El tema era escabroso. La alegría que Eândros parecía lejana. Aquello amenazaba con ser el arma verdadera de Morgoth en todo este asunto. El amor, el arma de sus enemigos, vuelta contra ellos. Corrompiendo las cosas porque era incapaz de crear. Así era el Negro Enemigo del Mundo.

-que espera encontrar usted, Belegnor?- preguntó el Gondoriano mientras guiaba la búsqueda, ante el silencio del Elfo, que después de un instante rompió.

-Algunas cosas que leí, cuya importancia noté hace poco, quiero comprobar si siguen aquí- repuso el Elfo –Si aquí las dejaron, no lo hicieron para que junten polvo, a los Elfos no nos gustan los recuerdos muertos-

El antiguo capitán de la Guardia Gondoriana sintió que se acercaban al lugar, después de recorrer un buen número de pasillos, todos adornados con soberbios dibujos en aquella ala, de representaciones de batallas del pasado, Belegnor sintió el ligero escozor de que se hallaban en el cementerio. Los Elfos solo morían por el hierro o por la tristeza, para renacer siglos después de nuevo, entre sus descendientes. Y sus cuerpos, en mayor armonía con Arda que los de los hombres, de deshacían en la nada con rapidez.

Por eso sus cementerios no solían ser lugares tristes ni lúgubres, pero si graves, recordando los sufrimientos del pasado. Eran pasillos con pequeñas habitaciones, donde se hallaban las tumbas, vacías pero llenos de recuerdos. Los féretros eran de mármol, con estatuas exquisitamente labradas representando a los fallecidos.

Belegnor no dijo nada de esto, ya que el Gondoriano no se había percatado de esto, y le hubiera resultado difícil, pues las habitaciones no eran muy distintas de otras del palacio, y él seguía fijo en su dirección. Al fin, llegaron a una habitación. Era cuadrada y bastante pequeña, como todas las de este sector, comparadas con las de otras partes del edificio, pero que le hubiera parecido regia a más de un Barón.

En ella había una estatua, alzada, de Gil Galad, Alto Rey de todos los Elfos de Arda.

-Bueno, es aquí- anunció Eândros, aunque para confirmar su visión, buscaba en el lugar algo que resplandeciera, pero su mirada le devolvía sólo el tenue brillo blanco del mármol. En la habitación, además de la estatua, sólo había una enorme caja de mármol, labrada con extrema delicadeza.

Belegnor miró al Gondoriano algo extrañado. Su visión los había guiado a donde él quería ir en un principio. Quizá, un testigo de los hombres debía presenciar lo que sucedería. Al comprobar que se trataba de la Tumba Real de Gil Galad, el Elfo se quedó un instante mirando la habitación, y dijo –Bueno, cuando menos esto nos ahorra una búsqueda.

-mmmahá- contestó Eândros

Luego avanzó a la pequeña habitación, y le dijo al Gondoriano -Le voy a pedir que me deje a mi fijarme, si lo que vine a buscar esta aquí…..

La caja de mármol era lo suficientemente larga para que entre un cuerpo. De cerca se veía que bastante más. Pero también más angosta. El Elfo se dirigió a la caja

-Por favor, no esperaba otra cosa, por eso quería venir con usted- contestó Eândros

El Elfo probó si la tapa podía moverse. Pudo correrla de su lugar, pero con mucho esfuerzo, porque era bastante pesada. Sonrió, y dijo -No pensé que viniéramos por lo mismo

La habitación estaba bastante bien iluminada, y resplandecía en blanco, asique dentro del mármol se notaba un bulto. Era algo envuelto en una tela, en plateado, bordada con adornos élficos de flores, y otros. Belegnor extendió la mano, y tanteó dentro de la caja, sin sacar la tela.

-Es la primera visión que tengo sin nadie alrededor- dijo el Gondoriano, observando la estatua, y agregando –Me pregunto para quien será……-y, al ver que el Elfo parecía saber con qué estaba tratando, preguntó -sabe lo que es?

Con ceremonial respeto, el elfo tomó el objeto, sacándolo de la caja de mármol, y con una reverencia lo apoyó en la tapa labrada de ésta, sin mover la tela que lo envolvía.

-No- contestó Belegnor –Pero espero que sea una cosa en particular.

Había algo envuelto en la tela, un objeto alargado, tan largo como la caja de Mármol. Belegnor se puso a desenvolver el objeto de su tela, con intención de verlo, y de ver en qué estado estaba. Pero muy suavemente, porque temía que pudiera estar roto, y poniendo cuidado de no tocarlo. No sacó el objeto del todo, sino solo lo justo para verlo. Al terminar de quitar el envoltorio con suma delicadeza, y comprobar que se trataba de una lanza, probablemente de plata, su rostro se agravó.

-Es lo que esperaba?- preguntó el Gondoriano, que miraba expectante

Sin responder, el Elfo camino hasta ponerse frente a la estatua de Gil Galad, y se postró de una pierna, como quien se arrodilla ante su rey, con los ojos bajos, y dijo:

-Mi rey, aquí encuentro, junto a tu lugar de descanso, el arma con la que batiste a los enemigos de la luz, forjada con la plata de Tilion el Grande, temor de las fuerzas de la oscuridad. Aeglos, de la que se dice que, cuando golpeaba junto a Narsil, nada en Arda o fuera de ella podia resistir el ataque combinado, ya que simbolizaba la unión de los dos linajes de los hijos de Eru Ilúvatar frente al enemigo

-Ahora el gran enemigo a vuelto, y esa hoja, que lo hirió una vez, siete veces, cuando era parte de la espada de Fingolfin, tu abuelo amado, el más grande de los Guerreros de los Elfos ……...puede necesitarse para combatirlo, una vez mas"

-Dime, mi Rey, soy digno de llevársela a nuestro capitán, para que ella decida quién será su portador?"

Luego se dirigió a Eândros, aunque su mirada se dirigió de nuevo a la lanza, y dijo –Aeglos fue forjada y encantada en la barca de Tilion, que ustedes llaman la Luna. Cualquier mano indigna que toque la Plata de Tilion se quemara como quien toca roca calentada al fuego"

-Y como sabrás quien es digno de tal cosa?- preguntó Eândros

Como única respuesta, Belegnor se puso en pie; había una sola forma de comprobarlo, una sola señal que podía esperarse.

- Lo único que sé es que solo alguien de mi raza puede blandirla con todo su poder, porque es nuestra herencia- Contestó al fin el Elfo, y agregó:

-Tu visión de Aeglos no tenía a nadie en ella, asique quizá la respuesta es nadie- Cuando se hubo acercado al arma, la contemplaba con cierto aire de duda. Había empezado a confiar en las revelaciones que sucedían a través de los ojos del Maestro Gondoriano.

Y agregó

-Pero hemos llegado hasta aquí, y la necesidad es grande.

Este, al ver la actitud de su compañero, pensó en que la previsión de haber traído hierbas de curación había sido más que prudente, y en seguida buscó, con la mirada, una fuente de agua, en caso de necesidad, pero no la encontró. El Elfo, caminando hacia la lanza, intento tranquilizarlo

-No te asustes........si mi ambición ha sido demasiada…….sólo me causara una quemadura en las manos….

-No pensaba detenerte, solo intentaba recordar si habia una fuente de agua cerca

Dijo Eândros, viendo al fin el brillo de su visión, en un destello de la larga hoja de plata de la lanza. Y Belegnor calló, pero ahora sí, con mucha precaución apoyó los dedos sobre el asta del arma.

Al tocar el arma, el Elfo fue sumergido en una visión. La visión de lo último que vio el Rey Gil Galad antes de morir. Vio a Sauron, como el Señor Oscuro de la Tierra Media, en el ápice de su poder, con el Anillo Unico en la mano, y los nueve espectros del anillo secundándolo. Allí, furioso por la derrota que sufrían sus innumerables tropas frente al valor y la habilidad de los guerreros de los Pueblos Libres, arremetió contra los Reyes, Gil Galad de los Elfos, y Elendil de los Hombres, y aunque los hirió mortalmente, Aiglos y Narsil golpearon, y Elendil rebanó el dedo de Sauron con Narsil, privándole del poder del anillo, y Gil Galad atravesó a Sauron con Aiglos, y el Señor Oscuro fue destruido, no si antes destrozar a Gil Galad con el fuego del infierno.

Al morir el Rey elfo en la visión, que Belegnor veía por los ojos de éste, se sumió en la oscuridad total. Eândros vio como el elfo se ponía mas pálido de lo acostumbrado. La negrura era profunda y amenazadora, pero a lo lejos, surgiendo en medio de ella, apenas perceptibles al principio, se veían algunas luces doradas. Cuando pudo contarlas, vio que había siete de ellas. Pensó primero en siete estrellas, pero no estaba seguro de que estaban representando o de que eran los resplandores en realidad. Sólo siete destellos de luz, que habían surgido de la negrura. Dorados, no plateados como las estrellas…Belegnor, aunque no sabía si soñaba o estaba despierto, se acercó a ellas para verlos mejor.

-Siete estrellas puso Varda en el cielo cuando Morgoth fue derrotado, para conmemorar la jornada de la Guerra de la Colera- pensó, y balbuceó Belegnor con la mirada perdida, aunque las luces no formaban algo definido, por más que él lo buscara y lo tratara de ver. Quizá, creyó, era necesario olvidar un poco las leyendas del pasado, y buscar nuevas respuestas a viejas preguntas, que nunca fueron respondidas.

-Creo que tiene una nueva arma, maese Belegnor

La voz del Gondoriano sacó al Elfo de su ensoñación, aunque la visión ya había terminado y ya había vuelto a la realidad por sí solo, aunque seguía adormecido. Con un poco de susto, comprobó rápidamente que no sentía dolor alguno, sus manos no estaban quemadas, y que la lanza estaba en sus manos.

El bibliotecario tornado en guerrero blandió la legendaria arma, sintió su peso, se sentía exactamente igual que una lanza común y corriente excelentemente balanceada, aunque se daba cuenta de que no lo era…..Despues, con mucho
Cuidado, casi con delicadeza, la volvió a envolver, en la misma tela que la había cubierto. Algo dentro suyo le decía que debía permanecer oculta hasta que fuera el momento apropiado. Entonces dijo

- Mia?- pregunto, y sonrio, con cierta extrañeza y un toque de ironía, que sólo él parecía entender.
-Nuestro capitan decidira quien debe blandirla. Cuando lleguemos a Lothlorien, se lo preguntare a la Dama Luiniel

Al veterano capitán de Gondor le parecía obvio quien debía blandirla. Y en el fondo, creía que Belegnor lo sabía, en su consciencia, aunque no quisiera asumirlo.

-Si su capitán es sabio, como estoy seguro que lo es, dejara la decisión del destino intacta

Belegnor no dijo nada más a ese respecto, pero cuando hubo envuelto la lanza de nuevo en su la tela que la había guardado por tres mil doscientos años, hizo una reverencia a la estatua de Gil Galad, como quien saluda a un rey presente, y se retiró, sin darle la espalda.
Y los dos caminaron fuera de la sala que servía de tumba al último Alto Rey de los Elfos de aquende los mares, o mas bien, de recordatorio de su muerte en este mundo, porque hacía tiempo que Gil Galad paseaba con sus seres queridos, vivo otra vez en las Tierras Inmortales de los Señores del Oeste. Y entonces el elfo dijo, mientras aseguraba la cobertura de seda del arma con amarres:
-De lo que aquí sucedió, nada debe saberse hasta que sea el momento oportuno. Nadie debe saber que el arma de Gil Galad ha salido de su descanso, como nadie debe saber, si encontramos a Narsil, que la espada que fue forjada de nuevo fue encontrada. Si el enemigo no sabe nuestra verdadera fuerza, y cree que estamos perdidos y sin esperanzas, se confiará, porque él ha sido siempre así, y entonces habremos ganado una posibilidad, aunque sea pequeña, de derrotarle. (-y dijo esto, en cuanto a Narsil, con un tono de duda razonable, pero falso, porque las profecías del maestro de armas gondoriano parecían siempre acertadas, y Belegnor pensaba que estas no hubieran ido a él acerca de Aldariel, si esto no fuera importante para la Casa de Gondor, y por tanto realmente creía que la Flama del Oeste estaba en Fangorn-) -Ni siquiera los nuestros deben saber que llevo a Aiglos, al menos hasta que la presente a la Dama Luiniel, así si alguna desgracia nos sucede, el enemigo encontrara mas difícil sacar ventaja de ella.

Belegnor no creía realmente que podía superar en astucia a un Valar, pero no por eso dejaría de intentarlo.

-No pensaba decir nada de todos modos- Dijo con una leve risa el Capitán gondoriano. –Y sobre lo que hablamos antes, espero que nadie hable de más con respecto a las sospechas que todos tenemos sobre quién es Aldariel en realidad.

(escribió Patanikus - roleado on line con Gonza)

No hay comentarios:

Publicar un comentario