domingo, 5 de diciembre de 2010

Hacia el fin del camino

Borina iba en la carreta que estaban usando como señuelo las princesas de Gondor e Ithilien, ellas habían tomado la responsabilidad de recorrer el sur y buscar refuerzos para la defensa de Minas Tirith. No sabían cuanto tiempo tenían pero había que intentarlo. Borina pensó que lejos había quedado su suposición sobre Narsil y "la otra espada" mucho tiempo había leído en la biblioteca de Gondor y había encontrado información sobre muchas espadas famosas, pero esa espada no estaba en los libros, porque era nueva. Fëagûl le dijo que había sido él el que la había forjado, con los trozos del martillo de Morgoth y que la había ocultado en las montañas, pero la última vez que había ido a ver ya no se encontraba allí. Encontrar esa espada iba a ser como buscar una aguja en un pajar pero... ¿quién iba a creer que el mismo príncipe de Gondor la tendría?
Ahora siete armas se dirigían hacia Mordor: Glamdring, Gurthang, Narsil, Herugrin, Aeglos, la que llamaron "ojo de dragón" y Fuinmakil, la espada Oscura...
Ahora ya no estaba en sus manos, su misión se había completado, casi como por "arte de magia" aunque muchos dirían que fueron los Valar los que movieron los hilos del destino para que el daño causado por Morgoth pudiera ser reparado... ¿pero quién podría ayudar ahora a esos chicos? Ya era demasiado tarde para ellos, aunque su dolor era la esperanza de todos...
Borina se dijo que luego de cumplir esta misión quizás debería irse con Aldariel, estaba segura que ella se iría, e iba a necesitar todo el apoyo que pudieran darle para soportar su decisión.

*****

Faragond estaba en el primer nivel ayudando a Faramir a reforzar la puerta. Según los informantes el enemigo estaba moviendo cantidad de tropas hacia los Campos del Pelennor, quizás eso en cierta forma sería bueno, porque estaban vaciando Mordor, como tiempo atrás cuando el rey marchó a la Puerta Negra para quitar la atención del Ojo del Anillo Único. Eso quería hacer ahora Faramir, si iban a venir, iban a obligarlos a vaciar Mordor, de tal forma que a los que llevaban la enorme responsabilidad de intentar detener al Peor de los Males pudieran tener una oportunidad.
¿Se había cumplido un año ya desde que le entregara a Aldariel su caballo? Crosswind, su mearas de Rohan, ahora era de la princesa y la acompañaría en su tarea final... No había mejor tarea para su anterior montura. La princesa era la alegría de todos allí, ahora había organizado un baile en las puertas de la batalla, y la gente estaba contenta. A pesar de saber que unos días después tendrían que combatir, quizás por última vez, quizás con sus últimas fuerzas, pero ahora estaban felices, porque ella les trasmitía su propia felicidad.
A pesar de lo que le había hecho Morgoth, ella todavía podía irradiar esa luz y trasmitirla a toda Minas Tirith...
"Hermano, mira como combatiremos contra él, mira como combatirá tu alumna y como combatirá Minas Tirith, esta batalla será motivo de muchas canciones"

*****

Fëagûl cabalgaba a toda velocidad por las planicies de Rohan, había cometido un grave error, uno muy pequeño pero que llevó al peor de los males. Él no había tenido esa intención, solo quería protegerla, sacarla del transcurso de la historia hasta que estuviera lista para enfrentar su destino... No le había dicho a nadie, ni siquiera a sus padres, ni siquiera a Bárbol, ese había sido su error. Pero si ella hubiera crecido sabiendo que era la princesa de Gondor... ¿hubiera crecido de la misma forma? ¿Hubiera podido crecer esa luz cegadora que irradiaba? Recordó la primera vez que había hablado con ella en Arnor. No estaba seguro de que fuera ella hasta que le dijo que venía del bosque de los Ents, allí estaba Narsil, segura de caer en la Oscuridad.
-Hola señor Fëagûl.
-Hola pequeña, ¿vienes a ver a tu caballo?
-Sí- dijo mientras le acariciaba la crin blanca a Crosswind- pero no es mío, me lo prestaron para llegar hasta aquí.
-¿Vienes desde muy lejos?
-Sí, desde el Bosque de Fangorn.
Ese momento entendió por qué había visto ese brillo a su alredor, era producto de que había estado viviendo tanto tiempo con los Ents, porque ella era Lúthien, la niña que le había dejado a Bárbol hacía ya dieciocho años.
-¿Y a qué has venido desde tan lejos pequeña?
-Vine a aprender, mi padre me dijo que un Gran Mal pisó hace muchos años la Tierra Media, y quiero combatir contra él cuando se muestre. Lucharé por mi padre, y por todas las criaturas vivas que no pueden defenderse por sí mismas.
-Ese es un objetivo muy noble.
-¿Y tú Fëagûl? ¿Lucharás también por lo mismo?
-Así es mi niña, cuando sea el momento yo también lucharé.
Aldariel le sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Ahora solo podía llorar, mientras cabalgaba las lágrimas del dolor que sentía se secaban con el viento que golpeaba su rostro. El dolor indecible que le había causado a esa niña era su culpa.
"Claro que es tu culpa"
-Dejame en paz, si crees que usando la culpa que siento podrás alejarme de mi camino estás muy equivocado.
"Ya encontré las espadas, una de ellas ya no tiene portador"
-Eso no es cierto, los portadores ya han sido elegidos.
"Eso no signfica que quieran blandir esas espadas, ya caerán, uno a uno, y cuando nadie quede para combatir contra mí, el principe será mío y reinará bajo mis órdenes. Un reino de terror y destrucción se eregirá a mis pies".
-No voy a permitirlo, ya demasiado dolor causaste, vuelve al vacío de donde saliste sino quieres desaparecer de la existencia.
Fëagûl ya lo sabía, sabía que uno de los siete iba a dudar de su misión, ahora solo restaba esperar y buscar al príncipe de Rohan.


*****

Léod miraba el campo de batalla cubierto de enemigos muertos, el olor de la sangre, el olor de la muerte... había combatido en La Comarca, pero esto no se comparaba. Mes y medio llevaban cubriendo el paso y los enemigos seguían avanzando, como una marea interminable. A su lado Sumayyaa la princesa guerrera, con el arco al hombro y el carcaj vacío miraba también hacia el Norte, esperando que esa marea se detuviera.
-¿No es como dicen los libros no?
Sumayyaa lo miró desde su posición.
-Nos hablan de hazañas, de guerreros, de batallas épicas, pero nadie habla de esto.
-Deberías descansar un poco, ya combatiste por veinte horas sin descanso, no podrás liderar bien a las tropas sino duermes aunque sea unas horas.
-No quiero que mi padre me releve, sé que lo hará, pero está muy herido, si lo hace puede morir.
-Entonces pídele a uno de tus hombres que lo haga, confía en ellos, como tu padre confía en ti.
Léod hizo un movimiento con su mano y al instante Gram, Déor y Aldor estuvieron junto a él.
-Amigos, mi mujer dice que debo descansar, comprenderán que soy humano y a veces es necesario.
Gram se rió.
-Sumayyaa tiene razón, no te preocupes, nos encargaremos, ve a ver a tu padre y saludalo de nuestra parte- le dijo Aldor.
-Resultaste bastante flojo, ¿veinte horas? Un principe debería resistir más- se rió Gram.
-Cállate, tu llevas ocho y tus piernas ya están temblando- afirmó Déor.
Léod sonrió y se paró de la roca en la que estaba sentado.
-Estoy confiando en ustedes, volveré en algunas horas.
Sumayyaa lo tomó del brazo y se encaminó con él hacia el campamento.
-La decisión de un rey también consta en saber cuándo debe delegar el mando en sus hombres- le sonrió.
-Lo sé, lo sé... simplemente prefiero estar con ellos y combatir a su lado, pero es cierto que no soy Tulkas.
-Veo que ya has aprendido bastante del libro que me dejó Belegnor. Es muy interesante.
-Me pregunto si será verdad que los pasos hacia este lado están cerrados, o si ellos quieren que nosotros seamos los que definamos nuestro futuro.
-Me gusta más creer que es la segunda- sonrió Sumayyaa.

*****

Luiniel miró a Glamdring sobre la mesa que la había dejado Eândros.
"Hermana, hace ya dieciocho años predijiste que esta espada sería empuñada por tu consejero... si es así ¿por qué ahora duda de su misión? Ojalá no te hubieras ido, seguramente a ti te escucharía..."
Lómion entró en la habitación y la abrazó.
-¿Qué pasa Luiniel? ¿Estás bien?- le preguntó viendo su cara de preocupación.
-Eândros ha dejado a Glamdring, y no pude hacer nada para detenerlo, no supe qué decirle...
-¿Por qué la dejó?
-No ve futuro luego de la batalla, dice que tanto como si matan al Oscuro como si no, él no ve futuro para Gondor, no tiene nada por lo que combatir ahora.
-Creo que el más indicado para hablar con él es Belegnor, a él lo escuchará.
-¿Eso crees?
-Belegnor pudo traerme a mí desde el otro lado- sonrió- creo que es el más indicado.

*****

Para mamá y papá.

Sé que ambos estarán muy tristes cuando lean esta carta, yo también lo estoy. Eldarion está a mi lado escribiendo una carta para Eärwen, él dice que no quiere reinar en Gondor y que vendrá conmigo. Lo siento, quise convencerlo de que no lo hiciera pero no tengo la fuerza suficiente para oponerme.
Mamá, terminé de leer tu diario, es muy hermoso, sé que quizás te pongas muy triste al leer esto pero yo amo a Eldarion de la misma forma y a pesar del dolor que siento decidí que quiero ser feliz junto a él así como tú lo eres con papá. Al principio no pude soportarlo, quise morirme, quise ir a Mordor a morirme para dejar de sentir este dolor… pero ahora sé que si hago eso el Amo Oscuro lo usará en mi contra y prefiero luchar junto a mis amigos y junto al hombre que amo para defender a los que no pueden hacerlo por sí mismos. Eso es lo que siempre soñé.
Papá, perdóname sé que te dolerá mucho esto, sé que Eldarion es tu orgullo y quisieras que él tomara tu lugar, lo siento, no puedo hacer más, él no quiere escucharme. Cuando pienso que él sería un gran rey para Gondor y que no lo será por mi culpa me siento tan mal… pero a su vez mi corazón se alegra tanto de que no quiera separarse de mí. El dolor de mi pecho sigue ahí pero si él está conmigo creo que puedo soportarlo como si no estuviera.
Me hubiera gustado conocerlos mejor a los dos… ojalá las cosas hubieran sido diferentes. Sé que no tengo derecho pero me gustaría que me hicieran un gran favor, díganle a mi padre Bárbol que lo quiero muchísimo y que buscaré en el Este a las Ents-mujeres y que volveré a Fangorn cuando las haya encontrado.
Voy a hacer lo posible para que mis amigos vuelvan aquí, y que el Oscuro no pueda tocarlos, el que más los necesitará será Eândros, él está muy triste porque cree que ya no hay futuro para Gondor, pero espero poder demostrarle en este viaje que no es así, y que lo necesitarán mucho, tanto ustedes como Eärwen y Baranor. Él es muy bueno y quiere mucho a mi hermana, pero es cierto que necesitará de su guía para poder tomar el lugar que trae estar junto a ella. Los quiero mucho a los dos, espero que puedan llevarse bien, y que los dos tengan un futuro lleno de luz.
Solo me resta despedirme de ustedes, con todo el cariño del mundo, y sé que no será fácil pero quiero pedirles que no estén tristes, yo no lo estaré. Les prometo que cuidaré de Eldarion y lo amaré por siempre.

Aldariel, hija de Bárbol y Aragorn.


-Aldariel ¿estás bien?
Eldarion volvió a secarle las lágrimas, como siempre que ella estaba triste.
-Sí, estaba despidiéndome de mamá y papá ¿Tú les escribirás una carta también?
Él se quedó en silencio sin responder, luego le dijo:
-¿Crees que les hará bien leer una carta mía?
-No lo sé… ¿Estás seguro Eldarion?
-Lo estoy- dijo y la besó en los labios dulcemente. Ella le tendió los brazos al cuello y así se quedaron un largo rato.
-¿Vamos? Tenemos un baile al que asistir.
Aldariel le sonrió.
-Iré a buscar al maestro Eândros.
-Nos veremos en la explanada.
-¿Bailarás conmigo?
Eldarion le sonrió.
-Claro que bailaré contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario