jueves, 21 de octubre de 2010

Charlas en Rivendell


Baranor perdido en sus pensamientos y sin poder aclarar ciertas dudas en su corazón y mente decidió pasear por Rivendell juntar leña y demás cosas, pero no logró centrar su mente y serenar su corazón, por eso decidió ir a ver al Enano Dormin a la forja, y pedirle unos consejos al respecto de su armadura y de sus armas. Encontró a Dormin, calibrando y alistando todo para empezar con los trabajos en la forja.

Baranor de forma gentil y con mucha tranquilidad le preguntó:
-¿Necesitas ayuda con todo esto?– señalando todo con un movimiento de la mano.
-Salvo que tengas conocimientos en herrería, dudo de cuanta ayuda me puedas brindar muchacho…- dijo de forma tosca.

Baranor trató de llevar la conversación para otro lado, para evitar la tozudez del Enano, porque en realidad él quería charlar de otras cosas con Dormin:
-Ya entiendo… - dijo de forma pensativa.
-En ese caso, estoy interesado en charlar con Ud. sobre mi armadura y mis armas…-- Baranor miró al Enano que continuó con sus tareas en la forja.
-Ud. posee amplios conocimientos en herrería y en confección de armaduras y armas por lo que me seria de gran utilidad su consejo.
-Como verá me he propuesto ser yo quien aniquile a la criatura la cual mato de forma despiadada a mi amigo y maestro, en el campo de batalla – Baranor lo miró serio.
-Esa criatura es un Dragón… sé que su piel es muy dura y sus garras muy afiladas...
-¿Matar un Dragón? -- Dormin no pudo creer lo que oía.
-Habría alguna forma de…
-¿Estás loco muchacho? – dijo un poco enfadado
-La juventud de hoy en día está perdida... -dijo sacudiendo la cabeza como negando lo que escuchó.

Baranor se sentía en falta, al no haber podido vengar la muerte de su maestro y no comprender la verdadera importancia de él en el grupo:
-Quítate de la cabeza esa idea muchacho, no podrás matar a ese dragón tú solo - le dijo Dormin desconcertado por lo que dijo Baranor.
-Es que mi maestro…-- atinó a decir eso cuando fue interrumpido por Dormir.
-Salvo que quieras morir – con actitud rígida y fría.
-Muchacho, muchos murieron en La Batalla de la Comarca no solo tu maestro…- sacudió la cabeza y miró a Baranor a los ojos.
-Debes comprender que esto va más allá de una simple venganza personal.
-Si vas a matar un dragón tú solo, solo conseguirás que te maten y eso es todo. – dejó de mirar a Baranor y comenzó a trabajar.

Baranor miró y escuchó el repique del martillo chocando con el acero y volvió a hablarle:
-Sé que tengo mucho odio en mi interior por ver morir a Fhilamir… en manos de esa criatura y la verdad…-- la voz le tembló, los recuerdos de la muerte de Fhilamir volvieron a su memoria, perturbándolo.
-Sería más fácil de llevar adelante mi vida si viera muerta a esa maldita criatura. – se tranquilizó pero su mirada quedó perdida.

Baranor se quedó contemplando las llamas que salían de la forja donde Dormin estaba trabajando, al escuchar el estridente ruido producto de los golpes de Dormin con el martillo no pudo evitar parpadear a cada golpe y eso lo trajo a la realidad nuevamente.

Dormin retornó la charla donde Baranor la había dejado:
-Ver morir a ese Dragón no va a devolverle la vida a tu maestro muchacho – dijo mientras martillaba con énfasis la placa de acero al rojo vivo para poder darle la forma.
-Lo sé maldita sea… – dijo enojado y frustrado Baranor.
-Pero que puede hacer un capitán como yo – señálandose con ambas manos el torso.
- si no matar a la amenaza que asecha a su reino y su familia. – miró para otro lado enfadado y con dudas de cual es el verdadero propósito de él en el grupo.
-Si bien pudimos destrozar una buena parte de las fuerzas del enemigo…Siento que no pude hacer mucho en la batalla, eso también me frustra, no he vivido tantas batallas como otros capitanes y hay momentos en donde me siento un novato maldita sea. – Baranor sacudió su cabeza y volvió a pensar con claridad.

Baranor no comprendía que ocurría en su mente pero por eso no debía de molestar a Dormin así que con una vos suave y más tranquila Baranor le dijo:
-Perdona Dormin no debí molestarte con esta estupidez...
-Tú ya tienes muchos problemas como para escuchar también los míos.

Tratando de desviar la conversación y evitar cargar a Dormin con sus problemas Baranor cambió de tema:
-Bueno espero que puedas mejorar mi armadura y mi espada así mi rendimiento en combate aumente.
-Tu armadura se puede mejorar, tu espada también... pero no puedo reparar la cabeza de quien las lleva. – Dormin trató de hacer reaccionar a Bararon.
-A ver muchacho... – dijo más tranquilo mientras trabajaba y puso a calentar el pedazo de acero el cual ya estaba tomando forma.
-Debes entender que esta batalla no es personal – lo mira serio.
-Ni tampoco es una guerra que pueda ganarse sin problemas – Agitando el martillo enfrente de Baranor.
-Como ya lo has visto. – continuó con su trabajo.
-Si señor. – Baranor no logra pensar en otra cosa que en la muerte de su maestro y amigo.
-A veces debemos usar la cabeza y no las espadas. – Secándose la transpiración con un trapo.
-Déjame hacerte una consulta.

Pensativo Dormin se tomó un tiempo y le preguntó a Baranor sobre algo que él no se había puesto a pensar todavía:
-¿Por qué estás aquí?, ¿Lo sabes?
-Sí – contesto Baranor rápidamente y confiado que la respuesta a esa pregunta era la siguiente.
-Estoy aquí para proteger todo lo que más quiero en esta vida que es mi familia... – de inmediato pensó en la princesa Eärwen.
-y la tierra que me vio crecer. – miró a Dormin a los ojos.

En eso la mente de Baranor hizo un quiebre, la pregunta de Dormin no tenía una respuesta verdadera, si bien lo que él le dijo era cierto no era del todo verdad. Baranor se encontraba en un gran aprieto:
-No vas a poder hacer eso si vas corriendo contra un Dragón... – Sonriendo por lo bajo.
-Esta batalla no se ganará así. – lo miró mientras continuaba martillando.
-Además si tu objetivo es ese... qué estás haciendo aquí en Rivendell, ¿no deberías haberte quedado en Arnor, o haber vuelto a Minas Tirith? – Serio Dormin continuó trabajando.

Baranor se alteró, esa pregunta le había dolido y mucho el saber que el enano le dio en un punto clave. Por lo tanto Dormin vio como Baranor se comportó y se apresuró a preguntarle:
-¿Sabes por qué estamos nosotros aquí?
-¿Lo has preguntado? – dijo sumándole más presión a Baranor.
-¿Qué sabes de tus compañeros?
-¿De la misión que tienen?
-Es verdad Dormin –Baranor se sorprendió de que Dormin le estuviera mostrando algo tan simple, él envuelto en sus problemas se había aislado de todo y todos.
-Jamás me puse a pensar en eso, solo me deje llevar por la situación no me puse a pensar que los demás tienen una misión que cumplir.
-Bueno, sería un buen momento para empezar a averiguarlo no lo crees...
-Tienes razón la verdad me siento como una niña entre adultos- dijo y se rió.

Rápidamente Baranor pensó en como preguntarle a Dormin algo para poder conocer más de él y se le ocurrió:
-Quizás para ti lo sea… – se lo dijo sin ofenderlo de forma amable.
-¿Cuántos años tienes Dormin? – Curiosamente.
-Definitivamente la edad no refleja la madurez... – dijo el enano sacudiendo la cabeza.

Pero Dormin fue más astuto y le retrucó la pregunta poniéndolo en falta a Baranor:
-¿Sabes cuántos años tiene Aldariel?
-¿24 Años?
-No, tiene 18 – dijo mostrándole a Baranor lo poco que sabía de sus compañeros.
-Y creo que ella tiene un objetivo más claro que el tuyo...
-Y me parece que tienes muchos más años...
-Quizás te falten un par de golpes, pero no de espada en este caso.
-Si – Baranor comprendió muy bien lo que Dormin le decía.
-En eso tienes razón.

Desesperado Baranor trató de escapar de la situación embarazosa en la que se encontraba:
-Sucede que dedique la mayor parte de mi vida a preocuparme en la carrera militar y me desocupé en un aspecto más social…
-La verdad no sé relacionarme muy bien con las personas suelo ser muy tosco o quizás no expresé bien mis intenciones no lo sé.
-No es ese el problema, el problema es que enfocas mal tus objetivos.
-Puede ser…
-mis objetivos no están definidos aún o no los puedo ver. – se quedó pensando un rato.
-Ahora que lo pienso los otros quieren ir en busca de una espada la cual servirá para derrotar al señor oscuro.
-Nadie sabe que eso sea cierto.
-Pero es una esperanza...
-Pero en ese objetivo es el cual me encentro involucrado ahora. – dijo pensativo.
-¿Por decisión propia? – De una forma pícara y muy astuta volvió a presionar a Baranor.
-Sí – Respondió de forma rápida y sin titubeos.
-¿Y en qué se basó tu decisión? – los años no vienen solos él sabía que Baranor estaba equivocado en su forma egoísta de pensar.

Baranor volvió a tratar de evadir esa pregunta con una respuesta la cual no era del todo verdadera:
-Decidí proteger a todos para que lleguen a cumplir sus objetivos… -- Eso no era verdad eso lo decía porque él en verdad no sabía que contestar.
-y encontrar mi verdadero destino… -- Baranor miró al suelo como buscando algo y pensó.
-O quizás ese es mi destino – Sacudió la cabeza no quería apresurar concusiones y menos sin entender del todo sus pensamientos.
-La verdad Dormin no lo sé – Con decepción en sus ojos miró al Enano.
-No lo sé con seguridad – miró al piso y se encojió de hombros Baranor no logró entender su propósito con claridad, estaba en problemas.
-Entonces estás en un problema muchacho.
-Deberías concentrarte en pensar esta semana y no en entrenar tanto... – Un poco más tranquilo.
-El destino no vendrá a ti
-Tienes que ir a buscarlo.
-Gracias Dormin.

Baranor se retiró a pensar en lo charlado con Dormin y a tratar de no ser tan egoísta en su forma de pensar.

(escribió Diolink)


Eândros se despidió de Belegnor después que este le asigno una de las habitación, había sido una mañana dura; primero la imagen de Aldariel con ropas de la reina y luego la pequeña aventura hasta encontrar el objeto de su visión. Sin duda fue una mañana de revelaciones, y el veterano capitán esperaba poder descansar un poco por la tarde, y ocupar su mente en cosas mundanas.

Con tiempo, despacio y desganado, el viejo consejero comenzó a guardar su armadura en su mochila. Pensaba en todo lo que había pasado y lo que faltaba por pasar, sus visiones eran cada vez mas frecuentes... ¿por qué? y ¿por que a el?, estas y otras preguntas rondaban su cabeza mientras caminaba por los pasillos de Rivendel camino a la forja.

Al entrar encontró a Dormin trabajando quien lo saludo mientras martillaba con un simple “Hola”.

-Buenos días maestro Dormin, veo que ya hizo buen acopio de las forjas - contesto al saludo el capitán mientras su mirada curioseaba por los alrededores.

-Sí... este lugar estaba muy listo para eso... Hay herramientas y materiales- detallo el enano al momento que Eândros apoyaba su bolsa en el suelo. -¿Tendrá suficiente tiempo como para trabajar todas las armaduras?- pregunto el capitán con cierto tono de preocupación.

-No habrá problema si trabajo todos los días

-No se presione mucho, aun queda mucho trabajo, pero le agradeciera si puede hacer algo por la mía aunque, se me acaba de ocurrir una idea que podría salvarle algo de trabajo en la forja

-Eso me interesaría bastante... ¿Qué es si se puede saber...?

-Pues, según me informo Belegnor esto no era una casa... era una fortaleza, toda fortaleza tiene soldados, todo soldado necesita armas y armaduras, ergo toda fortaleza tiene una armería, mas si tiene una forja, quizá se pueda rescatar algo útil de lo que El Pueblo dejo aquí

-¿Cree que podría encargarse de eso?

-Iré a pedirle permiso a Belegnor, con algo de suerte también sabrá donde esta- contesto saludando con la cabeza al enano

Mientras buscaba a Belegnor el viejo capitán fue a dar con Sumayaa en la cocina, disfrazada de elfa -joven Princesa- saludo Eândros.

-Maestro Eândros, Buenos días

-disculpe, vio usted al maese Belegnor?

-No, supongo que seguirá con Aldariel

-Algo le pasó ayer... Belegnor se quedó con ella toda la noche me parece

-mmmh? muchas gracias, por cierto, alguien se esta ocupando de las comidas?

-Sí, yo contesto rápidamente la princesa

-oh, ¿que tiene planeado para estos días? - pregunto Eândros con una media sonrisa y algo de esperanza por probar algo mas de esa comida tan rica.

-El desayuno estará en un momento ¿Puede ir a buscar a los demás?

-Claro princesa - Contesto capitán aun pensando en la comida mientras se retiraba a buscar a los demás.

Al tocar a la puerta de Aldariel un elfo no muy feliz se asomo, lo que tomo un poco por sorpresa a Eândros.

-Aldariel no quiere ver a nadie- dijo por saludo Belegnor

-pues les traeré dos platos del desayuno, ¿pero, sucedió algo?

-ya vengo - dijo Belegnor adentro de la habitacion y salio cerrando la puerta.

Eândros lo observo alejándose de la puerta, con cierta preocupación de que el elfo se deje llevar por su ira como en otras ocasiones.

-La niña se ha enterado de nuestras sospechas - Con voz quebrada - Y, en sus recuerdos, ahora cree que son ciertas, porque todo le parece lógico

Eândros tardo en contestar, se quedo de piedra por un momento mirando la puerta, tras lo cual comenzó a preparar su pipa.

-Vamos a buscar el desayuno, le hará bien comer- concluyo Belegnor.

-paresia ser un día tan hermoso

-mientras lo hablaremos, quiza hoy lo sea, aunque la de anoche haya sido una noche fatal

-Lo que era su mayor alegría es ahora su mayor tristeza, su mayor esperanza es su mayor desaparición.

-Asi es como Morgoth toca cada cosa y la retuerce hasta que es grata a sus ojos. Nada crea, todo lo toma y deforma y oscurece. Este es el enemigo que enfrentamos

-Me párese que atribuir esto a Morgoth es un poco....

-El creo el dolor, con tanta certeza como que creo a los Orcos y Dragones, en la misma mesa de trabajo

-Sin embargo, la pasión que consume como fuego siempre fue humana, y me temo que es lo que ahora mas hace sufrir a la joven. La pasión nubla la mente, ciega los ojos, altera los recuerdos y trae este tipo de dolor

-Y lo esta usando, puede conjurarlo sobre nosotros. Puede hacer que nuestras acciones nos lleven a el, sutil, e inexorablemente. No sé si entienden contra que peleamos, no sé si es bueno o necesario que lo entiendan, tampoco. Pero es Morgoth quien dispone las cosas para que esa pasión lastime en lugar de alimentar. El es el que puso en el mundo los elementos para que así sea cuando lo creo junto a los otros Valar

-Todo es posible en este mundo en este momento, incluso que ella no sea quien ella ahora piensa que es.

-Lo sé

-Y depende de cada uno ver la luz de la esperanza, o quedarnos en la oscuridad eterna de la duda y el sufrimiento.

-Así es, así como Morgoth esta en en todo, él no es nada. Pero el daño, hecho sin intención por uno de nosotros, que no fui yo pero no te diré quien fue, ya esta hecho. Ahora, no podemos ni darle falsas esperanzas, ni torturarla más con el asunto. Ahora debemos descubrir ante todo la verdad La mentira es el arma principal que usa el enemigo para llevarnos al dolor y al error. Si las cosas son como sospechamos, alguien creyó hacer un gran bien separando a Aldariel de su familia, y por el contrario hizo un gran mal. Si, en cambio, nos equivocamos, la herida ya estará hecha, y la duda y la desconfianza podría mellar nuestra confianza en nosotros mismos. Como sea, el gana, si lo dejamos.

-Como dije, depende de ella. Solo espero que no me haga preguntas incomodas

-Dejeme preguntarle a ella primero si quiere hablar con usted. Y llámeme cuando haya terminado

-ah no no, por favor, no deseo hablar con ella, lo estaba buscando a usted - Contesto el Eândros algo sorprendido.

A lo que Belegnor, tranquilizandose repuso -En que lo puedo ayudar?

-Vera usted, no hace mucho estaba hablando con Dormin, y pensando que tenia mucho trabajo por delante se me ocurrió una idea que podría acortarle las tareas, y permitirle descansar aunque sea un poco durante estos días que estaremos aquí - dijo mientras se le escapaba una leve risa ante la expresión del elfo.

-Piensa que las armaduras no son tan necesarias?. Me parece bien, si tiene que descansar, que lo haga

-Recondando que esto es una fortaleza llegue a la conclución de que debía de haber una armería o deposito con armas y armaduras, entonces quería pedirle permiso para ver si Dormin puede rescatar algo de lo que su pueblo halla dejado detrás.

-Si mis sospechas son correctas, debe haber abundantes armas aquí. El permiso que yo les de, sera temporal, yo no soy nadie. A la Dama Luiniel le pediran permiso, cuando la veamos. Entretanto, tomen lo que necesiten

-Muchas gracias

Dormin es un grandisimo artesano, el puede usar estar forjas cuando sea el momento para reponer lo que se pierda

-podría indicarme por donde queda tal lugar?

-No soy de aqui, no lo recuerdo bien - contestó con cierta mirada.


-Pense que las habia encontrado

-La ultima vez que estuve aqui, Arnor existia como reino unificado.

-te estaba buscando cuando me encontre con la princesa, los fui a buscar para desayunar y paso todo esto

-No puedo ayudarte mucho, yo mismo no sabia donde estaba lo que buscamos anoche hasta que tu me guiaste

-bien, iré a desayunar y luego buscare la armería, con algo de suerte Leod no la habrá saqueado ya

-Nadie se llevara nada de aqui sin permiso.

-Suerte con la doncella eso es entre tu y la joven pareja, yo he pedido permiso por todo lo que he tomado y lo que ha tomado Aldariel

-Les di permiso, pero espero que no se lleven nada de mas. Si nos ven salir de aquí armados hasta los dientes, pueden descubrir el lugar. Aun quiero saber por que Luiniel eligió dejar esto abandonado

(escribió Gonza)

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