lunes, 15 de noviembre de 2010

Minas Tirith, la ciudad del dolor

Minas Tirith estaba muy diferente a la última vez que la habían visto, la esperanza y la alegría parecían haberse borrado de ese lugar tan rápido como habían llegado. Los rumores habían recorrido rápidamente los siete niveles de la ciudad y no pasó mucho hasta que todo el pueblo se enteró. La princesa había combatido en Arnor, a nadie le sorprendió porque ella era la que empuñaba a Narsil, pero el otro rumor… El príncipe Eldarion se había enamorado por fin en Arnor y la afortunada había sido una muchacha llamada Aldariel, pero no faltó mucho para que alguien que la había visto en Arnor y la había visto en Osgiliath llevara la noticia. La princesa y Aldariel eran la misma persona. El príncipe y ella eran hermanos.
Toda la ciudad se sumió en una profunda tristeza, otra vez Gondor había sido golpeada, esta vez por un enemigo invisible.

Eândros curó a Aldariel en el camino, la herida que tenía en el brazo se había cerrado pero la cicatriz quedaría para siempre. Ella había dormido todo el camino y aún dormía cuando la dejó en su propio cuarto. Eldarion se quedó a su lado, pero él no le dijo nada.

Eldarion se sentó sobre la cama y veló su sueño, la miró con esos ojos tristes pero enamorados. Ella parecía tranquila y dormía apaciblemente.
Otra vez esa risa chilló en su mente, como ya hacía varios días.

-Eres demasiado molesto- le dijo.
-Y tú eres demasiado patético ¿por qué no vienes conmigo? Después de todo esa arma que llevas me pertenece, tarde o temprano volverá a mí.
-No dudo que lo hará, pero volverá a ti el día que te corte la cabeza.
-¿Cuánto tiempo seguirás pretendiendo que no te importa? Ella es tu hermana, sabes muy bien que no puedes estar con ella.
Eldarion se quedó un momento en silencio, aunque esta conversación no se desarrollaba por medio de palabras porque se desarrollaba directamente en su interior.
-Lo sé, pero no por eso voy a unirme a ti.
-Tú te lo pierdes, yo podría volver el tiempo atrás y hacer que todo esto no pase.
-Ya me tienes harto, ojalá pudiera alejarte de mi cabeza solo para dejar de escucharte decir esas estupideces.
-Tarde o temprano tendré lo que quiero, puedes dármelo ahora o sufrir mientras tanto.
-No me importa sufrir, porque este sufrimiento es por el amor que siento hacia ella, algo que tú jamás comprenderás.

La voz desapareció otra vez. Morgoth seguía tentándolo para que se uniera a sus fuerzas, ya tenía suficientes huestes en sus filas como para querer a alguien más, solo su retorcida mente sabía para qué. Miró donde había dejado la espada, era muy negra, tanto que no parecía de metal sino forjada con la oscuridad misma, pero al tacto era fría como cualquier otra espada. Siempre la dejaba en su vaina, no quería que nadie más salvo él la tocara, la maldición de Morgoth se quedaría allí con él y no pasaría a nadie más.
Pasaron algunas horas, todo ese tiempo estuvo a su lado, observándola mientras dormía. En un momento pareció que su sueño se había vuelto una pesadilla, cuando quiso despertarla ella abrió los ojos y lo miró, enseguida se incorporó y lo abrazó fuertemente.
-Eldarion, estás bien… tuve un sueño horrible… Te vi morir en Osgiliath…- dijo sollozando.
-Tranquila, tranquila, aquí estoy. La que pudo morir en Osgiliath fuiste tú, debiste tener más cuidado.
-Lo siento…
-No te estoy retando, sé cómo eres y sé que quieres ayudar, pero no servirá de mucho si te lastiman y tienes que dejar el combate.
-¿Están todos bien?
-Sí, tus amigos están todos bien. Se quedaron tranquilos porque Eândros te curó en el camino.
-¿Qué pasó? ¿Perdimos la batalla?
-Tuvimos que dejar Osgiliath, venían más enemigos desde el Norte.
-¿Y ahora qué pasará?
-La defensa será aquí en Minas Tirith.
-Nosotros no podemos quedarnos aquí…
-No, él no vendrá, tendremos que ir a buscarlo.
-Pero no sabemos dónde está…
-Yo sí sé dónde está.
Ella lo miró y él entendió enseguida lo que le estaba preguntando con la mirada.
-Está en Mordor, y no te preocupes, creo que él no sabe que tengo este tipo de conexión con él.
-Sea lo que sea que te hizo o te esté haciendo, todavía no pudo quitarte ese brillo de los ojos.
-Y no lo hará, ha querido corromperme varias veces desde que supo que tengo la espada, eso significa que no le beneficia que yo la tenga.
-¿Hace mucho que la tenés?
-Sí… hace doce años.
Él notó que ella lo miraba queriendo saber la historia así que comenzó a contarle:
-“Había cumplido los quince años, ya para esos entonces había combatido en muchas batallas contra los orcos de Mordor, y cada dos o tres meses iba con mis guardias a visitar a Faramir a Ithilien, él es como mi segundo padre, porque fue el que me crió cuando era pequeño. Un día fui solo, no lleve a ninguno de mis guardias, solo le avisé que me iba a uno de mis maestros y partí. Crucé como siempre el puente en Osgiliath y me encaminé hacia Emyn Arnen, ese lugar era mi refugio, a orillas del río grande y con las últimas elevaciones de las montañas blancas a la derecha, siempre encontraba paz en ese lugar. Me gustaba recorrerlas de lado a lado hasta llegar al camino de Harad. Había caminos mucho más fáciles de recorrer pero a mí siempre me gustaron los retos y no me costaba demasiado cruzar las colinas.
Aldariel sonrió y siguió escuchándolo atentamente.
“Pero ese día encontré un lugar al que nunca había prestado atención, una pequeña cueva que se incrustaba en una de las salientes. No recordaba ese lugar, nunca lo había visto. Me dirigí hacia el oeste hasta que alcancé la elevación donde la cueva tenía su abertura. Observé cuidadosamente desde afuera pero parecía no haber nadie allí. Desenvainé mi espada y entré con precaución, pensé que quizás podría ser el refugio de alguna criatura, pero no había nadie. El lugar estaba desierto.
“La cueva tenía una iluminación que parecía provenir de algún lugar más profundo, caminé adentrándome cada vez más en la guarida y llegué a una curva. La luz parecía venir del otro lado. Me asomé para observar de dónde salía la luz, y me sorprendió ver que la misma salía de una espada que se encontraba sobre una especie de altar blanco. Me acerqué y me quedé como maravillado con el arma, era una espada que parecía fabricada por algún gran herrero del pasado, o con grandes conocimientos en el arte de la forja. Una espada negra que brillaba con una luz blanca. Me pregunté quién la habría dejado allí y traté de tomarla por la empuñadura pero alguna fuerza me lo impidió. Sin embargo no iba a irme sin esa espada, era como si alguien la hubiera puesto allí para mí. Era muy joven y aún no llegaba a entender muchas cosas...
“Miré hacia la parte frontal del altar y vi que había escritas unas runas en el idioma antiguo que se había usado en Numénor mucho tiempo atrás pero pude leerlas, decía “Solo una persona puede blandirme, alguien que sea capaz de soportar un gran dolor, porque soy Fuinmakil y estoy maldita por el Amo Oscuro y solo traeré desgracias a la persona que me porte"
“Un gran dolor, jamás habrá un dolor tan grande como haber perdido a mi hermana frente a mis propios ojos y no haber podido hacer nada, ningún dolor se comparará con éste” fue lo que pensé, al momento volví a tomar la empuñadura de la espada y ésta vez pude sostenerla.
“Sé que voy a saber cuál será el momento de usarte, no será hoy, ni será mañana, pero estoy seguro que sabré cuando hacerlo.”
Hasta que no supe quién eras no comprendí que significaban esas palabras, creo que la espada tenía una única maldición, dejar caer sobre la persona que la portara el peor dolor que pudiera sentir...
Jamás hablé a nadie de la espada ni siquiera a mi madre. La oculté en una de las torres, bajo llave y donde nunca nadie se le ocurriría abrir jamás, la habitación donde habías dormido tú hasta que el enemigo te llevara de nuestro lado...
-No fue el enemigo el que me llevó de aquí, fue Fëagûl.
-¿Fëagûl?
-Sí, él quiso protegerme y por eso me sacó del castillo.
-¿Cómo sabes eso?
-Eândros lo dijo, habló con él cuando tú ya te habías ido de aquí. Él no sabía nada... Belegnor estaba muy enojado, pero ya no tiene sentido buscar culpables.
Él miró hacia la espada y luego hacia Aldariel.
-Eres demasiado buena, si me hubiera encontrado con Fëagûl en todo este tiempo y hubiera sabido quién era él ya estaría muerto.
-No digas eso Eldarion, no es su culpa, solo quiso ayudar… Si él no me hubiera llevado de aquí probablemente yo ahora estaría al lado de Morgoth.
-Y queriendo ayudar te hizo un gran mal, había otras maneras…
-No pienses así, la ira no conduce a nada bueno…
Ella se acercó a él para acariciarle el rostro pero al instante se detuvo.
-Lo siento…
Él le agarró la mano y le dijo:
-No pidas perdón por eso, no lo hagas.
Se acercó a ella y la besó en los labios, cuando se separaron notó que estaba llorando y le secó las lágrimas.
-No lo volveré a hacer si te atormenta, pero no voy a pedirte perdón.
-No, no quiero que dejes de hacerlo. No volveré a llorar.
-Para todos quizás nosotros seamos hermanos, pero para mi corazón jamás lo seremos.
Ella se abrazó a su cuello y lo volvió a besar dulcemente.
-Para mi corazón tampoco.


*****

Luiniel poco a poco fue quitando su mano de la frente de Eldarion, ya estaba tranquilo y Aldariel aún lo sostenía de su mano. Él abrió los ojos como si estuviera despertando de un sueńo.
-Tía Luiniel... Aldariel...
-¿Estás bien?- le preguntó su tía.
-Sí... ¿qué me pasó?
-Casi caes en las redes del Oscuro, pero logramos frenarlo a tiempo.
-Lo siento...
-No pidas perdón Eldarion, ya pasó y todo está bien. Ahora te dejaré en buenas manos, iré a descansar un poco. Cualquier problema avisen a los guardias que están afuera.
Luiniel salió dejándolos solos. Aldariel aún tenía agarrada fuertemente la mano de Eldarion como temiendo que pudiera volver a entrar en ese estado una vez más. Él le acarició el rostro y notó lo preocupada que ella había estado.
-Gracias.
Ella se sentó a su lado en la cama y lo abrazó fuertemente.
-¿Estás bien?
-Sí, no te preocupes, estoy bien- dijo acariciándole su pelo largo.
-Tuve mucho miedo...
-Yo también. No sé que me pasó... creo que él logro dominarme por completo, sino fuera por Luiniel no sé que me hubiera pasado... y sino fuera por ti no sé si hubiera podido regresar.
Ella lo abrazó más fuerte.
-Tranquila, ya estoy aquí, y no voy a volver a irme.
-Algo debe haberte pasado...
-Eândros me dijo que te irás... y que no quieres que yo te siga.
Ella lo miró a los ojos que comenzaron a llenárseles de lágrimas.
-Lo siento...
-No me pidas perdón por favor...
-No voy a poder soportarlo Eldarion, no podría soportar verte lejos de mi lado. No podría soportar verte casado con una mujer, verte junta ella y a tus hijos... ya te lo había dicho, no podría soportar vivir como tu hermana.
-Y no lo harás, pero por qué no piensas en que yo tampoco soportaría algo así...
-Tú eres el futuro rey de Gondor, tienes una gran responsabilidad sobre tus hombros que tarde o temprano tendrás que asumir, y yo no puedo ser parte de ella.
Eldarion la miró a los ojos, estaba tan triste que toda la tristeza del mundo no sería comparable a la que reflejaban esos ojos verdes.
-Escuchame, realmente no quiero pasar mis últimos días llorando, quiero pasar estos últimos días siendo feliz junto a ti.
-¿Por qué dices eso Eldarion? No dejaré que mueras...
-Y yo no dejaré que seas infeliz mientras yo pueda hacer que no sea así. Quizás cuando todo esto termine tu quieras irte, y no podré impedírtelo, y lo entenderé también... pero ese día yo voy a morirme en vida, jamás volveré a ser feliz, nunca, me case o no, y creo que eso no sería justo para la que fuera a ser mi esposa. Ni tampoco sería justo para un futuro hijo mío. Yo no voy a poder hacer eso, por favor, entiendelo.
Aldariel tenía las mejillas surcadas de lágrimas, el dolor era casi palpable, estaba allí, y ella había logrado controlarlo, por un tiempo, pero el dolor de saber que debería separarse de él era tan terrible que hasta imaginarlo le causaba un gran pesar.
-No podría soportar un día estando lejos tuyo.
-Pero... Eldarion, tu no puedes pensar así, Gondor te necesitará.
-Tu eres más importante que Gondor, y si soy el único que puede hacerte feliz, te pido por favor que me dejes hacerlo.
Aldariel volvió a abrazarlo. Él la llevó con sus brazos hasta la cama y dejó que se acostara allí a su lado.
-Sé que quieres lo mejor para todos, para Gondor, para nuestros amigos, para Bárbol, para nuestros padres, para toda la Tierra Media... y seguramente lograrás salvarlos, pero ¿y tú? ¿quién te salvará a ti? No puedes pensar siempre en los demás, tú también tienes derecho a ser feliz.
Ella acurrucó su cabeza en el brazo de Eldarion y cruzó el suyo sobre su pecho. Él se quedó tendido allí sintiendo su calor. Ella podía hacerle sentir todo ese calor que la presencia de Morgoth le drenaba de su cuerpo. Si había algo que había sentido esas horas era mucho frío, lo único que recordaba era el frío de mil agujas clavándose en su cuerpo y la negrura total.
-Aldariel solo dime sinceramente que serás feliz cuando te vayas y no volveré a insistirte con esto, solo dime que podrás seguir con tu vida normalmente si no estoy ahí y te dejaré marchar.
Aldariel no podía mentirle así que no dijo nada al respecto.
-¿No me lo dirás?
Ella aún no podía articular palabras, estaba demasiado triste y no podía hablar.
-No puedo mentirte Eldarion, no lo estaré, no estaré feliz, pero tampoco lo estaré si vienes conmigo.
Él dio un largo suspiro y le dijo:
-¿Por qué no?
-Porque aquí, toda esta gente te necesita.
-Tú también me necesitas.
-Pero yo no puedo tenerte.
-Yo te pertenezco en cuerpo y alma desde el día en que te conocí.
Aldariel volvió a sollozar, lo que él decía era tan hermoso... pero ella no podía soportarlo, solo le causaba más dolor.
-Por favor no llores... me destruye por dentro verte llorar.
-No puedo... no puedo dejar de llorar...
Él se acercó a ella y la besó dulcemente.
-Dijiste que no volverías a llorar por esto, que querías que lo siguiera haciendo.
Eso era cierto y ella solo le respondió besándolo nuevamente.
-¿Podrías vivir sabiendo que has dejado aquí a toda tu gente sin alguien que los guíe? ¿Podrías vivir sabiendo que no volverás a ver a nuestros padres? ¿podrías vivir conmigo sabiendo que somos hermanos?
-Sí podría porque te amo y sé que puedo hacerte feliz.
-Yo también te amo, más que a nada en este mundo, pero... no puedo simplemente pedirte que vengas conmigo.
-No tienes que pedirmelo, yo lo haré por propia voluntad.
-¿Pero qué pasará con nuestros padres? El maestro Eândros ya dijo que vendrá conmigo...
-Tendrá que venir con ambos.
-No se suponía que te debería convencer yo, sino el maestro Eândros...
-Nadie podrá convencerme, ni siquiera mi padre. Antes de irnos dejaré un edicto firmado abdicando al trono de Gondor en favor de mi hermana Eärwen, yo no volveré aquí, y no trates de convencerme de nada porque ya está decidido.
Y lo dijo tan firmemente que Aldariel no pudo decirle nada al respecto, además no tenía las fuerzas para hacerlo, porque ella quería que él se fuera con ella, a pesar de que sabía que no era correcto.

Canciones de Eândros

Esta es la canción que se va a cantar cuando el enemigo aceche las puertas de Gondor.

(nota, esta es una traducción y conversión libre de la canción "To Arms in Dixie!" [espero que no suframos el mismo destino])

Gondorianos, escuchen el llamado de su reino!
Arriba, hasta la victoria o la muerte!
A las armas, a las armas por Eldarion!
Tomen las espada, preparen los arcos.
Que todos los corazones sean uno!.
A las armas, a las armas por Aldariel!

Avance el estandarte de Aragorn
Hurrah! Hurrah!
Por Gondor defendemos lo justo,
Vida o Muerte por los Príncipes!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!

Escuchen el murmullo de los tambores al Este.
La tormenta del Este contra el viento del Oeste
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!
Enfrentémoslos con el valor y el orgullo de Gondor
Destruyamos la Alianza Maldita de la Oscuridad
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!

Avance el estandarte de Aragorn
Hurrah! Hurrah!
Por Gondor defendemos lo justo,
Vida o Muerte por los Príncipes!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!

No teman al peligro!, peleen por el pueblo!.
Levanten la espada, la lanza y el arco.
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!
Hombro contra hombro,
Hagamos del corazón una roca.
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!

Avance el estandarte de Aragorn
Hurrah! Hurrah!
Por Gondor defendemos lo justo,
Vida o Muerte por los Príncipes!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!

Juren al altar de los Valar
Nunca rendirse ni someterse a la oscuridad.
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!
Hasta que los malditos sean vencidos,
y los trabajos del Rey completos!
A las armas, a las armas!, a las Armas en Gondor!

Avance el estandarte de Aragorn
Hurrah! Hurrah!
Por Gondor defendemos lo justo,
Vida o Muerte por los Príncipes!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!
A las armas, a las armas!
Conquistemos la paz para Gondor!


*****


Esta es la canción que cantan los guerreros de ithilien a los de gondor después de que estos cantan a los príncipes (es también una traducción y conversión libre, esta vez de "The yellow rose of texas")

Hay una rosa dorada en Ithilien
Que voy a ir ver.
Ningun otro Gondoriano la conoce como yo
Ningun caballero, solo yo.
Ella lloro tanto cuando nos dejo,
Esto rompio mi corazon
Y si la vuelvo a encontrar
Nunca nos volveremos a separar.

Ella es la mas dulce de las rosas
Que este soldado jamas conocio.
Sus ojos brillan como diamantes
Y destellan como el rocio.

Puedes hablar de tu amada Aldariel
Y cantar de tu preciosa Eärwen
Pero la princesa dorada de Ithilien
Le gana a todas las demas.

Oh, mi corazon se siente cansado
pero mi espiritu es fuerte
Voy a volver a Ithilien
a buscar a mi rey, y su rosa.
Ustedes pueden hablar de sus caballeros
Y cantar de Eldarion
Pero el gallardo rey de Ithilien
Solo a Mordor ya combatio y gano.

(escribió Gonza)

Discurso de la Reina Arwen en El Paso

Arwen y Eówyn cabalgaron incansablemente hasta el paso. Nadie sabía quienes eran porque llevaban ropas de viaje y capas con capucha. Viajaron nueve días hasta llegar al campamento del ejército. Su sorpresa fue grandísima, allí había menos de la mitad de las tropas que habían iniciado la defensa del paso. Eówyn solicitó ver al Rey de Gondor y cuando el guardia vio que era ella se apresuró.
Cuando lo vio notó que tenía el cabello mucho más encanecido, varias arrugas nuevas surcaban su rostro desde la última vez que lo había visto.
-Mi rey
-Eówyn- dijo sorprendido y la abrazó- ¿Qué pasó? No te esperaba a ti sino a los mensajeros.
-Lo que pasó no puedo decírtelo yo, pero mi compañero aquí presente lo hará- dijo sonriendo.
Arwen se quitó la capucha y descubrió su hermoso rostro, intocable por el paso del tiempo. Aragorn se sorprendió tanto que no supo que decir. Hacía tantos años que no la veía. La tomó entre sus brazos y la besó, como ese último día que se habían despedido hacía ya… dieciséis años.
-Mi amor ¿qué te trae aquí? Es muy peligroso…
-No podía dejar que te enteraras por alguien más- las lágrimas bañaron su rostro y Aragorn enseguida supo que algo no andaba bien y el terror inundó sus facciones.
-¿Le pasó algo a Eldarion? ¿A Eärwen?
-Siéntate y escúchame, esto no es fácil de decir…
Eówyn salió de la tienda y Aragorn se sentó en un banco que usaba para descansar entre batallas.
-¿Qué ocurrió?
-Conociste en Arnor a una muchacha, su nombre es Aldariel.
-Sí, la conocí, era la alumna de Fhilamir ¿está bien ella? Dime que está bien…
-Estaba bien la última vez que la vi.
-Eldarion la ama con todo su corazón si a ella le pasara algo no sé cómo reaccionaría… Pero sigues llorando y eso me preocupa aún más.
-No lo sabes…
-¿Qué es lo que debo saber amor mío?
-Ella es Lúthien.
Aragorn se puso pálido de repente, Arwen lo miró preocupada y lo abrazó. Tener que darle esa noticia era terrible.
-¿Estás segura?- le preguntó, aún sabiendo que ella no podía equivocarse- ¿cómo pudo pasar algo así…? Yo… yo soy el responsable, no me di cuenta a tiempo- dijo mientras las lágrimas bañaban sus mejillas arrugadas.
-No, no te culpes… Tú no podías saberlo.
-Pensé que quizás podía ser uno de esos niños… pero jamás creí… Lúthien… Ahora parece tan claro… ella se crió con los Ents…
Las palabras se le ahogaron en el llanto.
-No es tu culpa, no sabemos cuáles son los designios de los Valar.
-¿Ellos ya lo saben?
-Ella lo sabe, él debe saberlo ya, Eândros iba a estar con él. Se fueron a Osgiliath cuando yo partí hacia aquí…
-¿Cómo? ¿Cómo pasó esto?- Aragorn ahora hablaba con ira y Arwen no pudo saber si era hacia él mismo o hacia alguien más.
Aragorn salió de la tienda y dijo:
-Envíen a buscar a Fëagûl, ahora.
-No sabemos donde está señor- le respondió el guardia que lo escuchó primero.
-¡Búsquenlo!
-¿Quién es Fëagûl?- le preguntó Arwen luego de que el guardia corrió hacia alguna parte, buscando a alguien que evidentemente no estaba allí.
-Mi consejero, estoy seguro que él podrá decirme quien fue el responsable de esto…
-No sirve buscar culpables ahora amor mío. Solo podemos ayudarlos brindándoles nuestro apoyo.
-No les servirá… y a nuestra gente tampoco… todos deben saberlo ya, y la desesperanza volverá a reinar en Gondor.
-No será así, déjame hablar con tus soldados.
-Si es lo que quieres, no voy a impedírtelo.
Esa noche, los soldados se reunieron en el campamento a la orden del rey, ya todos sabían que la reina estaba allí y ahora quería hablarles así que todos la escucharon.

“Soldados de Gondor, Rohan y Harad, gracias a ustedes el enemigo aún no pudo entrar en nuestras tierras y eso es algo que les debemos todos aquí. Hoy tengo una noticia que darles, una noticia que en otras circunstancias hubiera sido de felicidad y alegría para todos, pero que lamentablemente no será así, porque el Amo Oscuro la manchó con su sombra.
Narsil ha aparecido y con ella su portador. Algunos quizás la hayan conocido, su nombre es Aldariel”


Algunos murmullos sonaron entre la multitud pero enseguida se apagaron.

“Esa niña que conocieron es nuestra esperanza pero ha perdido su sonrisa para siempre, porque ella es en verdad la princesa Lúthien y se enamoró perdidamente de su hermano sin saber quién era, y su amor fue correspondido. Ahora ella está combatiendo en Osgiliath, el otro paso, y todos la siguen porque ella es quien porta a Narsil y no solo eso, porque les da esperanza. Sé que esta noticia los hará sufrir como ahora estoy sufriendo yo, pero usen ese sufrimiento para convertirlo en valor para acabar con las huestes del único responsable de que esto haya pasado, Morgoth Bauglir el Maldecido, el que ensució con su sombra hasta la bondad y el amor más puro. Ella está combatiendo ahora por todos nosotros, ustedes hagan lo mismo para que el Mal no pueda cantar su victoria ¡Que todo Gondor combata para derrotar al que hizo sufrir a nuestros hijos!

¡¡POR LA REINA ARWEN, POR EL REY Y POR LOS PRINCIPES!!

Se escuchó al unísono entre toda la multitud.

Discurso a Minas Tirith

Pueblo de Gondor, veo en sus caras la tristeza en sus miradas, depresión en sus gestos. Muchos me han dicho que ya no hay alegría, que nos fue arrebatada por una jugarreta cruel del destino, que la esperanza no es tal, sino sufrimiento y perdición.
Pero yo les digo pueblo de Gondor, hermanas y hermanos, pueblo de guerreros, que esto no es asi, en nosotros no debe entrar la oscuridad de la tristeza, hermanos nosotros hemos luchado y vencido a los engendros del anillo en esta misma tierra!, nosotros, los herederos de Numenor, y guerreros de Gondor no nos podemos dejar abatir por lo que no es mas que una treta de Morgoth.
Pueblo mío, veo en ustedes la tristeza que sienten por el amor a sus príncipes, y es por eso, por ese amor resuelto e incorruptibles que sienten que los convoco, no lloren por sus príncipes, venguen la treta que el Morgoth nos ha jugado a todos, DEJEN QUE SUS EPIRITUS ARDAN Y CLAMEN POR LA VICTORIA!, Guerreros de Osgiliath, ustedes vieron a su Princesa y a su Príncipe batirse en combate singular contra bestias que ningún hombre venció jamás, vieron la flama que en ellos arde, guerreros de Arnor, ustedes los vieron batirse contra un dragón y hacerlo huir.
GUERREROS DE GONDOR, DEJEN QUE LA LLAMA QUE ILUVATAR LES REGALO ESPANTE A LAS SOMBRAS Y ARRANQUEN CON ELLA TODA SU MALDAD, VENGUEN A SUS AMADOS Y LLENEN DE HONOR ESTA NUESTRA TIERRA!, HAGAN DE LA OSCURIDAD UNA SOMBRA QUE TIEMBLE ANTE EL SOLO SONIDO DE NUESTRO NOMBRE!.
POR LA VICTORIA, POR ELDARION Y ALDARIEL, POR GONDOR!.

(escribió Gonza)

Cartas de Eândros

Antes de subir a la habitación de Lúthien donde pretendía descansar, quizás a modo de castigo, el Comandante de la Guardia Real se tomó el tiempo de escribir dos cartas y mandar dos regalos esa noche. La primera fue para Luiniel, y la segunda para su compañero de viaje, el maestro Belegnor.

Dama Luniel:

Espero que con este regalo usted entienda la conversación que tuvimos en sus habitaciones, y espero. que como a mí, esta noticia la llene de alegría y esperanza para el futuro.
Me he tomado el atrevimiento de enviarle mi uniforme de cuando no era más que un mozalbete aprendiendo de mi maestro, en la otrora Osgiliath, y espero que a su niño le quede como un guante, pues vi en él la flama de un líder tan carismático como la de su tía y la de su madre.

Eândros Altharion, Concejero de la Reina Arwen.

P.D.: Vigile bien a Ingoll cuando este con el hijo de Belegnor, este podría enseñarle a hacer algunas travesuras…

*****

Maese Belegnor:

Felicitaciones, será un Varón.

Eândros Altharion, Concejero de la Reina Arwen.


(el regalo es el uniforme del hermano de Eândros.)

(escribió Gonza)

La espada olvidada

Nueve años habían pasado luego de la caída de Sauron, la paz se deslizaba ahora por todos los rincones la Tierra Media, el reinado de los hombres era aceptado por todas las criaturas y el Rey era justo con todas ellas.
Los elfos habían partido al Occidente llevando con ellos una gran nostalgia por la tierra que habían habitado y amado tanto tiempo. Aunque varios decidieron quedarse allí para protegerla de cualquier mal que pudiera aquejarle.
Todo era tranquilidad y armonía, tanta belleza, grandeza y prosperidad habían alcanzado que nadie imaginó lo que iba a ocurrir. Los cielos de pronto se cubrieron con nubes grises y las sombras comenzaron a despertar de su letargo. Un viento huracanado se levantó desde el occidente, Fëagûl se encontraba cerca de la desembocadura del río Isen, era el único que parecía no asombrarse de lo que estaba ocurriendo.
Sus ojos azules se posaron en el mar en calma que repentinamente se embraveció, Fëagûl silbó y un gran dragón negro fue a su encuentro, él subió sobre el lomo de la gran bestia justo a tiempo para evitar las grandes olas que se levantaban desde el oeste. Un enorme barco de madera negra y con gran velamen, del mismo color, se acercaba hacia allí. Una figura con una máscara de acero se erguía en la proa, cubierta con un manto que ondeaba en la furia de los vientos por él convocados.
El azul de las aguas reflejó el cielo oscuro, toda la escena era una gran trama de grises, que traía desesperanza. Fëagûl sabía quien era aquel que osaba quebrantar la paz. Él tenía una misión, y ella consistía en derrotarlo, aunque no estaba seguro de poder lograr su cometido.
El barco tocó la orilla y la figura apoyó su gigantesco pie en la fría arenisca. Miró a los cielos y descubrió allí al gran dragón negro, que aterrizó delante de él a pocos metros de distancia. El dragón estaba furioso, pero parecía seguir las órdenes de su amo y éste no le había ordenado atacar todavía.
Fëagûl era pequeño en comparación del recién llegado, solo llegaba a su cintura, cual hobbit comparado a un hombre.
El que había convocado a las sombras sacó su martillo, más grande que el propio Fëagûl. Blandirlo una sola vez le bastó para arrojar lejos al anciano. Fëagûl se incorporó rápidamente y ordenó al dragón atacar a Morgoth. Tal era el nombre del enemigo que tenía frente a él.
Pero no se había percatado que detrás del oscuro velamen de la nave se hallaba un enorme dragón blanco que Morgoth había traído de más allá de los mares.
La batalla entre los dos dragones no se hizo esperar, ambos se elevaron a los cielos distantes y arrojaron fuego de sus terribles mandíbulas, no retrocedían ante los ataques de su oponente. Fëagûl no esperaba que Morgoth hubiera traído semejante criatura con él. No se esperaba este contratiempo. De esta manera no tenía otra opción que enfrentarse a él por sí mismo, con menos esperanzas de derrotarlo por completo.
El cielo se había vuelto escarlata, las llamaradas que desprendían los dragones lograron destruir fácilmente el barco que había traído la desgracia. El dragón negro cayó por fin, estaba herido y la sangre corría por sus duras escamas que habían sido penetradas por las garras del dragón blanco. Aún así con un último intento el dragón negro se levantó y embistió contra el dragón blanco. Su dientes afilados tomaron el cuello de su oponente provocándole una seria herida pero no la suficiente para alejarlo de sí. Las garras del dragón blanco se incrustaron en el pecho del dragón negro y le arrancaron su corazón. El dragón negro no volvió a moverse. Pero el dragón blanco estaba fuera de combate, había caído herido a tierra y tampoco se levantó, aunque no estaba muerto.
Fëagûl y Morgoth habían estado observando el transcurso de los hechos. Una batalla, ahora entre ellos, se avecinaba.
-Es inútil, sabes que nunca podrás conseguir lo que quieres, llevas una maldición contigo, y por más que ahora me mates, dentro de unos años caerás del trono falso que vas a construirte- le dijo Fëagûl en una lengua que jamás nadie había pronunciado en la Tierra Media y que solo él y Morgoth comprendían.
-Inventos, las maldiciones son mi fuente de poder, mi trono se elevará y todos morirán, especialmente aquellos que han derrotado a mi más fiel servidor.
-Será inútil todo lo que hagas, serás derrotado y lo sabes.
Fëagûl tenía su báculo en la mano derecha y una espada en su mano izquierda. Morgoth sostenía el gigantesco martillo con las dos manos. Cada vez que lo blandía una enorme grieta se formaba en el suelo frente a él. Fëagûl recitaba hechizos que construían barreras que lo protegían de los ataques, pero sabía que no iba a poder continuar así por mucho tiempo. Tenía que acabar rápido con él, o él sería el vencido, aunque sabía que no iba a poder derrotarlo por completo, se conformaba con quitarle su forma física. Así fue que con un golpe certero de su espada logró partir en dos a la de su enemigo. Y no solo fue la espada la que se quebró sino también la máscara. Todo lo que quedó de Morgoth fue la máscara, un manto sobre el suelo y el martillo negro quebrado. Fëagûl recogió los fragmentos. El espíritu de Morgoth todavía podía sentirse cerca:
-Hoy no he podido destruirte pero llegará el momento que alguien lo hará y la espada Anduril junto a otra espada que yo mismo forjaré centellarán juntas en alto para destronarte- desde este momento el destino de Morgoth quedó sellado.
-Volveré y lo que dices no tendrá sentido porque las sombras que despertaron a mi llegada ya comenzaron a obedecer mis designios, todos los niños de Gondor incluida la última descendiente del rey serán raptados y ya no habrá guerreros jóvenes que puedan enfrentarse a mí y salir victoriosos. Y la espada que forjarás no hará más que traer sufrimientos a la persona que la porte ¿Conseguirás que alguien lo haga?

El pedido de Morgoth fue escuchado por todas las criaturas malignas que habitaban aún la Tierra Media, y que habían sobrevivido a la Guerra del Anillo. Legiones de orcos se abalanzaron sobre Minas Tirith, sorpresivamente y sin darle tiempo a los soldados a prepararse.
Los soldados que estaban de guardia murieron en poco tiempo y los orcos pudieron arrasar la ciudad llevándose a todos los niños del lugar. El Rey intentaba organizar a sus hombres pero la rapidez con la que atacaron los orcos fue asombrosa.
La dama Arwen se encontraba junto a Eldarion en la habitación de la pequeña Lúthien, tenía mucho miedo por ellos y los llevó a la torre más alta del castillo. De repente un hombre anciano apareció frente a ellos, jamás olvidarían ese rostro, porque ese hombre raptó a la pequeña y desde entonces no supieron que había sido de ella sino mucho tiempo después.
Aragorn, Fhilamir junto a su alumno Baranor, Faragond, Galinor, Thirwain, Eândros y muchos otros soldados de Gondor se dirigieron hacia el Norte persiguiendo a los orcos, pero fue inútil su esfuerzo, eran demasiados orcos y muy pocos hombres para poder rescatar a los niños. Ninguno de ellos pudo ser salvado. Y en una batalla en la que Aragorn creyó que iba a ser la última perdió, su espada Anduril, pero esa pérdida no se comparaba a la otra. En seguida desenfundó otra espada que tenía ceñida a la cintura y continuó con la batalla. Los orcos lograron tomar gran ventaja mientras los hombres luchaban con otra parte de ellos. Todos los que combatieron en esa batalla fueron muertos por Aragorn y el pequeño ejército, al final del combate apilaron todos los cadáveres y regresaron a Gondor, totalmente derrotados y llenos de tristeza en sus rostros cansados.
Al llegar el Rey se enteró de la peor noticia que recibiera jamás en su vida, su hija pequeña había sido raptada también, por un hechicero que había logrado penetrar las defensas del castillo. Un gran funeral se llevó a cabo y la alegría no retornó a Gondor en mucho tiempo. Un santuario fue construido en honor a los niños desaparecidos y al mismo tiempo comenzaron los preparativos para dirigirse hacia Arnor y establecer allí un segundo reino, la guerra había comenzado y no sabían por cuánto tiempo se extendería. Solo sabían que una gran sombra había llegado a la Tierra Media y debían prepararse para lo que se avecinaba.

Fëagûl llegó al bosque, con ramas que fue recolectando armó una pequeña cesta donde dejaría a Lúthien hasta que Bárbol la encontrara. En el bosque de Farngorn era el único lugar donde estaría a salvo, ni los orcos se atrevían a entrar allí. Mientras buscaba encontró también una pila de orcos muertos que despedían un olor desagradable y debajo de uno de ellos estaba la espada del Rey. Lo peor había ocurrido, Aragorn estaba muerto, y Eldarion era un niño todavía, y aún así iba a tener que reemplazar a su padre.
Fëagûl decidió dejar a Anduril junto a Lúthien para no tener dudas que fuera ella en un futuro y para que Morgoth no pudiera encontrarla, ni a ella, ni a la espada.
Lúthien temblaba por el frío invernal de esa mañana, entonces tomó una capa raída que estaba sobre la pila de cadáveres y la cubrió con un trozo de ella. Lúthien estaba llorando cuando la dejó sobre la cesta y a la orilla de un arrollo del bosque. Esperó allí por bastante tiempo hasta que escuchó unos pasos que resonaban bajo las copas de los árboles y hacían crujir las ramas y la hojarasca que se había juntado en el suelo bajo ellos. Bárbol se estaba acercando. Fëagûl vio como tomaba en sus brazos a la niña y se alejó del lugar.
Luego se encaminó en un largo viaje que lo llevaría hacia las colinas de hierro, allí tomó los trozos de la espada de Morgoth y con ellos forjó una poderosa espada. Era negra como la noche, e iba a ser la compañera de Anduril en su destino de destruir a la Gran Sombra. Pero esa espada tenía también la maldición que Morgoth había echado sobre ella. Un gran mal traería a aquel que se atreviera a portarla. Por eso Fëagûl escondió la espada en un lugar hechizado, para que solo aquel que fuera capaz de soportar un gran dolor pudiera blandirla.
Tenía miedo de que Morgoth hallara la espada y la utilizara otra vez en su beneficio, por eso la llevó mucho tiempo consigo, pero no era seguro que él la portara, más siendo el momento en que el mal estaba por recuperar su forma nuevamente en el Norte. Fue así que decidió ocultar la espada en Emyn Arnen, estaba seguro de que los únicos capaces de poder blandirla serían los hombres.
Y así fue como el destino quedó sellado.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Corazón incorruptible II


Wildstorm


Aldariel estaba feliz a pesar de esa tristeza que no podía borrar de su corazón. Habían logrado que Lómion, el amigo de Belegnor, volviera a abrazar la luz que Morgoth le había quitado. Había venido desde Mordor, liderando las huestes enemigas y ahora volvía a estar en los brazos de la mujer que amaba, Luiniel la hermana de la Reina Arwen, su tía.
Había entonado un canto muy antiguo, uno que le enseñó Bárbol, que hablaba de Elbereth, la diosa que los elfos más veneran… y había funcionado, los soldados se habían unido a su canto. Quizás su canto podía ayudar también en esta batalla…

-Eldarion ¿dónde vas?
-Al Norte, temo que estén llegando desde allí y creo que yo podré verlos ¿podrás liderar a mis hombres? Ellos te seguirán como me seguían a mí, estoy seguro.
-Lo intentaré… ¿cuándo volverás?
-Pronto, quédate con tus amigos, y no te arriesgues demasiado, aunque sé que lo harás igualmente.
-Estaré bien- dijo y lo abrazó.
-Perdoname por no haberme despedido ayer, tuve que salir rápidamente.
-No importa. Por favor ten cuidado y regresa pronto.
-Lo haré.
Eldarion subió a la grupa de Wildstorm y ella lo vio partir rápidamente hacia el norte.

Ahora veía venir a toda la Isla hacia la costa, movida sobre las aguas por algún extraño hechizo, llena de enemigos sedientos de sangre, Narsil brillaba fuera de su funda y su voz volvió a entonar otro canto, uno que los hombres de Gondor conocían bien…

Altos navíos y altos reyes
Tres veces tres
¿qué trajeron de las tierras sumergidas sobre las olas del mar?
Siete estrellas y siete piedras,
Y un árbol blanco.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Corazón incorruptible

Aldariel tardó un poco en dormirse pero por fin lo logró.

Esa noche tuvo un sueño muy extraño pero ¿era en verdad un sueño? Estaba sola, en el medio de un desierto, imaginó que era el Bosque Negro, o lo que había sido antes de que Morgoth lo quemara. Así iba a quedar toda la Tierra Media si ella no hacía algo por impedirlo. Miró alrededor, no había nada, solo la tierra yerma hacia donde fuera que mirara...

-Al fin te encontré...- una voz resonó en su cabeza, en seguida supo quién era el que le estaba hablando.

-¿Qué quieres de mí? No voy a entregarte la espada.

-Veo que sabes qué es lo que estoy buscando...

-Así es, pero no la tendrás mientras esté en mis manos.

-No la veo en tus manos ahora, ¿cómo podrás combatir sin ella?

-No necesito la espada para combatir contra ti.

-Quizás... pero podrías no combatir contra mí, no te he hecho nada, y puedo cumplirte todo aquello que me pidas... incluso tus más profundos deseos...

-No puedes cumplir mi más profundo deseo, nadie puede hacerlo, y aunque pudieras no te lo pediría jamás.

-Sí... el príncipe volvería a sonreír, podría hacer eso fácilmente...

-Ya no puedes hacernos nada peor a lo que nos hiciste. Tus sueños no serán nunca peores que la realidad.

-Siempre puedo superarme...

En ese momento Aldariel vio como un ejército de la oscuridad entraba al Bosque de Fangorn y lo quemaba, a todos los árboles y Ents que lo habitaban y que ella había amado desde que era niña, y a los elfos que estaban viviendo allí ahora, a su tía Luiniel, a Arien la esposa de Belegnor y a su hijo aún no nacido. En ese momento se dio cuenta de que el desierto en el que estaba parada era la ruina de lo que había sido el bosque de los Ents.

-Puedo evitar que esto pase si te unes a mí.

-No te creo, esto pasará justamente si me uno a ti.

-¿Estás segura? No tienes por qué sufrir, si quieres al príncipe de Gondor yo puedo dártelo.

-No necesito que me des al príncipe de Gondor porque él y yo ya nos amamos, a pesar de ser hermanos de sangre, y fuiste tú el que lo provocó, tú nos condenaste a sufrir este dolor, así que no me digas ahora que puedes dármelo, porque ya me lo diste y de la peor manera.

-Interesante... parece que eres digna de ser la portadora de Narsil, después de todo tu padre es Aragorn Rey de Gondor y tu madre Arwen Undómiel princesa de los elfos y reina de los hombres, no se podía esperar menos de ti... En fin, te daré una última oportunidad, o te unes a mí o sufrirás con ellos las consecuencias de tu testarudez, niña.

-Ya no soy una niña Melkor y el que deberá dejar la testarudez de lado eres tú. Los hombres lucharán para salvar su mundo, aunque a ti no te guste, y yo los ayudaré en esa empresa. No voy a unirme a ti, pero si aún queda algo de bondad en tu negro corazón podrías unirte tú a nosotros y redimirte de todo el mal que has causado, en esta era y en todas las anteriores en las que has provocado tanto sufrimiento.

Pasaron unos momentos hasta que la voz volvió a escucharse en su cabeza.

-Soy el creador del dolor del mundo, del terror mismo, de la maldad, la envidia y la oscuridad, ¿y tú te atreves a pedirte que me una a ustedes?

-Todos tienen derecho a una segunda oportunidad, aunque a ti ya te han dado varias... yo te estoy dando la última, o por una vez intentas redimirte de todo el mal que causaste, o por última vez causarás daño en este mundo, porque yo misma me encargaré de que desaparezcas para siempre de la existencia.

-Parece que no me tienes miedo niña, irónico, muchos otros más poderosos han logrado corroperse por mucho menos... Está bien, no voy a darte otra oportunidad, si quieres combatir hazlo, nos encontraremos en el campo de batalla.

-Que así sea Melkor, nos encontraremos antes del fin, pero no estaré sola, a diferencia de ti que sí lo estarás.

Aldariel despertó, no tenía miedo, pero estaba un poco cansada, cuando despertó estaba segura de que ese no había sido un sueño y que él había hablado con ella directamente. Melkor había sido su nombre antes de que su corazón se volcara a crear la maldad misma, y cuando ella lo llamó así él no se lo impidió y tampoco le dijo que no usara ese nombre al referirse a él... Aldariel se preguntó hacía cuanto tiempo que nadie lo llamaba por su verdadero nombre...

Desde este lado de la mar, ¡acá en este lado del océano!

A Elbereth! Gilthoniel!
silivren penna míriel
o menel aglar elenath!
Na-chaered palan-díriel
o galadhremmin ennorath,
Fanuilos, le linnathon
nef aear, sí nef aearon!

Cantó Belegnor frente al Altar dedicado a la Vala de las Estrellas y Patrona de los Elfos, en el Obsevatorio abandonado de Ossigliath. Y en Quenya antiguo, le habló al altar

-Elbereth, sabes que no suelo rezarte muy a menudo....es más, sabes que directamente no suelo cantarle a nada. Lo que te voy a pedir, puede sonar egoísta, pero está en mi corazón hacerlo, y sé que tú, Madre de las Madres, me escucharás. Estoy en un combate con pocas esperanzas, contra el Amo de la Oscuridad. No temo por mi muerte, ni por mi sufrimiento, pero sé que el enemigo no golpea sólo con hierro y fuego. Mi amada espera un hijo mío, el primer QUendi que nacerá en la Cuarta Edad del Sol; pues bien, en nombre del amor que nos tuviste siempre, quiero que mantengas a Arien y a nuestro hijo a salvo de cualquier Maldición que Morgoth pueda hacer caér sobre mí, como sé que hará, pues debo enfrentarme a él y nada odia más que la gente lo enfrente sin temblar de miedo y con orgullo. Confío en que podras protegerlos hasta que los vuelva a ver, sea en esta vida o cuando renazca tras morir en esta guerra. No olvides a tus hijos adoptivos que quieren seguir saludándote de este lado del Mar. Gracias, Elbereth.

( Traducción:
¡O Elbereth! ¡Prendedora de estrellas!
blanca deslumbrante, bajando, centelleando como una joya,
¡la gloria de la hueste celestial!
Habiendo mirado fijamente lejos
desde las tierras tejidas de árboles de la Tierra Media,
a vos, La Eternamente Blanca, te cantaré,
desde este lado de la mar, ¡acá en este lado del océano!)

Si la luz es mi limosna, limpiaré la oscuridad para vivir en ella en paz


La noche habia caído. Tras un dia entero de cabalgar, y luchar al llegar, Belegnor habia dormido en una tienda común para soldados, por casi 2 horas, al atardecer. Ahora llovía, y sin pensar casi, se incorporó, dejó que la lluvia lave su cuerpo caminando lentamente bajo ella, y recien entonces llegó a donde estaban sus armas, se secó de mala manera y se las colocó. Luego enderezó sus pasos hacia los limites de la plaza fuerte que habian improvisado, y mientras la noche dejaba caer su manto sin estrellas, él tambien lloró, como el cielo y las piedras y el aire y el río y la gente parecían hacerlo en aquel momento. Pero sus dientes estaban apretados, y en sus ojos habia un fuego propio de los Primeros Nacidos cuando la ira que causa la injusticia se apodera de ellos.

Sabia que los guardianes estaban vigilando el perímetro, matando a los grupos de orcos que se refugiaban de la lluvia sin querer alejarse de sus "presas", acechando desde desde agujeros en las ruinas. Era necesario limpiar la zona, Belegnor mismo lo habia sugerido, y que mejor sugerencia que aquella que uno ayuda a cumplir. Ademas, le vendria bien cansar un poco los musculos y quemar un poco de furia. Aeglos estaba en su espalda, en la funda de cuero, y su espada-lanza curva en sus manos. Pronto se tiño de sangre oscura.

-FëEAGûL, ESE IMBÉCIL!!!!!!!

Los orcos que quedaban sentian la furia que su amo habia causado en el corazón del Elfo. Aunque sus palabras eran otras, y lo traicionaron.
Ni siquiera sabía a ciencia cierta si el Maia era el responsable de aquel rapto de la princesa, veinte años atras, pero la furia de Belegnor no encontraba razones para lo que habia ocurrido. Pero si habia sabiduria, o designios secretos aqui, él no podia verlos. Que bien podia hacer quitar a una hija de los brazos de su madre? por que no decirle al rey que se la habia llevado? por que no confiar en la fortaleza de la gente que entregó su trabajo, sangre, sudor y lágrimas para hacer de Arda Maculada su hogar, porque no tenian otro, peleando contra Sauron cuando parecia que todo estaba perdido? Por que quiso hacer todo solo? realmente no habia nadie en quien confiar? por que al menos no dar mas detalles a Bárbol?

Terminada la tarea y apagada la rabia, volvió con los soldados. Algo arrepentido, tomó la cabeza del Hijo de Morgoth y la enterró en las cercanias. El insulto a su amo estaba hecho, y no habia por que seguir humillando a aquel que antes habia sido un hijo inocente de los Dunedain. Luego se sentó, detras del perimetro de madera, sobre sus rodillas. Su llando no habia cesado, como tampoco la furia en sus ojos y sus dientes apretados, aunque sus musculos estaban ahora relajados, y poco a poco su torva faz cambió a una muy triste.

-Perdónenme, Señores del Occidente, pero no lo entiendo. Lo intento, lo intenté toda mi vida, por eso estudié sus hechos, y los de los héroes que lucharon contra la sombra con todas sus fuerzas, y los de los pueblos que crecieron a pesar de la amenaza del mal de Morgoth....-Que más nos pedirán a los hijos de Iluvatar? si por esto teniamos que pasar, el Hacedor debió hacernos mas fuertes....

Belegnor miró hacia arriba, al cielo oscuro, la lluvia de Ulmo mancillada por los Truenos y relampagos y el terror de Morgoth. Su mujer esperaba un hijo, el primero de los elfos en nacer despues de la desaparición de Lomion, una nueva esperanza para todos, pero una esperanza pequeña, amezanada por el fuego y el hierro y la oscura majestad de aquel que habia creado todo lo que no debia crearse. Que le quedaba? abandonar a los hombres a su suerte, como habian hecho tantos de los suyos, corriendo al regazo de los Valar, para que los cuiden hasta que el mundo se acabe? Belegnor no queria pensar en ellos como cobardes, pero por momentos no podia evitarlo. Amaba esta tierra, a su gente, y a las cosas hermosas que los Valar y sus hermanos elfos y sus hermanos menores humanos habian puesto en ella. Y no queria dejarla en manos de Morgoth ni de sus hijos ni de las sombras que heredarian su reino. No del todo.

Y en ese lugar, solo, juró algo que ya sabia que su corazon le pedia, que jamás embarcaria para el occidente por propia voluntad, y que se quedaria en las tierras de aquende a luchar contra lo que fuera, hasta que la muerte o el fin del mundo se lo impidieran. Y asi, se llamaria realmente moriquendi, elfo oscuro, aquel que se niega a ver la luz de Valinor. Si esa luz no llegaba a los rincones más humildes, tampoco la quería para el.

*****

Despues de eso, ya calmado, Belegnor se retiró. Iria a ver si podia mitigar un poco el dolor de aquellos jóvenes que no merecían sufrir y lo estaban haciendo como nadie. Aunque supiera que esa, aun mas que aquella que les esperaba contra Morgoth, era una pelea perdida.

En la pequeña tienda que le habían asignado se quitó la armadura y la ropa, las limpió con agua y salió afuera a que la lluvia, aún copiosa, lo lave de la sangre, el sudor y el cansancio de aquel duro día, el primero que pasaba en la batalla de Ossigliath. Lavó también su armadura y dejó las ropas afuera a que la lluvia se encargue.

De nuevo dentro de la tienda se secó, se puso ropas limpias y secó también su armadura, dejándola lista para el día siguiente. Luego se echó en la litera de campamento, donde durmió por algo más de una hora. Repuesto del cansancio, se incorporó, se puso ropas de viaje aptas para pasear bajo la lluvia, y salió. En aquel momento eran las tres y media de la mañana y aún llovía sin que pareciera que fuera a detenerse nunca, pero ya no tenía la furia del principio. Caía suave pero muy densa, y el cielo estaba totalmente cubierto de oscuridad y relámpagos, y Belegnor caminó debajo de ella hasta la tienda Real, ubicada en un sector especial del campamento.

Allí, cerca de la entrada de la amplia carpa, estaba sentado Dormin, el maestro herrero de los Enanos. Miraba hacia la tienda donde seguramente dormía la mujer que había cautivado su alma y que era su esperanza de redención. Allí, en silencio, fumaba su pipa. Belegnor se había quitado su armadura. El Elfo no podía decir si el rostro de Dormin expresaba enojo, tristeza o ambas a la vez, pero realmente parecía decidido a ir a matar a alguien…

El rostro del elfo no era mucho menos terrible en aquel instante, y mientras ambos hacían caso omiso de la lluvia que caía, se sentó junto al enano, que fumaba su eterna pipa, y con aspecto derrotado, le preguntó: -Alguna novedad?
-No- Respondió Dormin, muy secamente

El enano no hablaba, pero la presión del momento podía sentirse en el aire. Las cosas habían terminado de acomodarse, y no de manera favorable.
-Si se les ocurre hacer alguna locura, Señor Dormin, por favor notifíquenme, no los delataré.- Comentó, inútilmente, Belegnor, creyendo haber leído cierta intención.

No obtuvo respuesta alguna, y hubo un largo rato de silencio, en el cual ambos miraban con ojos ausentas las gotas que caían sin cesar. El elfo se levantó, casi cuando se agotó de estar sentado, para acercarse más a la tienda. Pese a sus esfuerzos y a la lluvia, sus manos aún tenían manchas de sangre. Allí se quedó, indeciso un instante, pues no quería molestar pero pero tampoco dejar de ofrecer su apoyo ante la complicada situación. Pero los instantes de los Elfos a veces duran horas, y temiendo despertar a alguien esperó, ya que no había ningún ruido adentro, y bajo la lluvia se quedó, sentado como el enano en algún promotorio que encontró, asegurándose de quitarse de encima toda la rabia mientras el agua lo mojaba, hasta que llegó la mañana. Recién a las siete de la mañana empezó a aflojar la lluvia; entonces ya había amanecido, pero el cielo continuaba nublado, y pese a la humedad, el verano lograba que no fuera una mañana fría en absoluto.

El Elfo se había quedado vigilando la tienda. En un momento, finalmente, Aldariel salió. El desorden en el que tenía su hermoso cabello era el mismo que le había quedado después de la batalla. Seguía con el traje élfico masculino con el que había peleado el día anterior, aún manchado de sangre, y Narsil colgada en la cintura, sin demasiada ceremonia. Se restregaba los ojos de manera natural para quien ha dormido profundamente luego de mucho cansancio.

-Aldariel- Empezó a decir el Elfo -Buenos Dias, o algo asi como buenos-
-Buenos Días Belegnor- dijo la chica -Estuviste esperando aquí?
-Se acabaron los orcos- Dijo el Bibliotecario con una mueca que intentaba ser irónica
-¿Tantos mataron?- Preguntó ella inocentemente
-Sólo los que estaban por aqui, en las ruinas, presos de la lluvia- le respondió Belegnor, con una sonrisa amarga y agregando -Como estas? como esta la herida de Eldarion?
-No es esa herida la que le duele- Dijo Aldariel con tristeza -Pero ahora está dormido-

El Elfo adoptó una actitud seria y dijo -Queria decirte que estoy disgustado contigo-

Se refería obviamente a cuando la chica se había escapado, en medio de la batalla, para socorrer a Eldarion. -Si querias hacer eso, debiste avisarnos, no te hubiera detenido- dijo, con calma

-Lo siento, pero le avisé a mi maestro... no pude esperar- Al verse regañada, la Princesa pródiga estuvo a punto de ponerse a llorar -Lo siento-

Belegnor aclaró, hablando más lentamente aún -No soy tu padre, ni tu tutor, somos amigos, y estamos peleando la misma pelea, pero necesito saber donde estas.- luego se acercó y la tomó por los hombros -Si no se podía esperar, nos decías, y no esperábamos, pero no así.-

Ella dijo entonces -No sé si se podía esperar o no, yo solo quería llegar a ayudarlo, lo siento...- repitió

El Elfo sonrió afablemente –Está bien- dijo -De todos modos salió todo bien, no fue un error, solo fuiste descuidada.-

Había dejado de llover hacía un rato, y Belegnor estaba sentado cerca de la tienda. Hubo un instante de silencio mientras ella se sentaba también. Tras unos instantes, el Elfo rompió diciendo, en Quenya antiguo:
-Acerca de la otra herida, Aldariel, quería decirte que, decidas lo que decidas, Belegnor el Elfo Oscuro no te va a juzgar.

Ella comprendió y respondió -Yo... no es algo que tenga que decidir, lo que siento no voy a poder cambiarlo decidiendo...-

A lo que le dijeron -Lo se. Pero lo que sientes está adentro tuyo, y créeme que por eso nadie puede juzgarte aunque quiera. De todos modos, habrá decisiones…….- Belegnor pensaba en qué sería de los príncipes si esta guerra salía bien. Era gracioso, ya varias veces había pensado en la ironía de la situación: nunca un hijo de Iluvatar había derrotado a Morgoth, y sin embargo ellos estaban más preocupados por lo que sucedería luego. Sería aquel un truco de Morgoth para que no pensaran en la batalla final, y de ese modo olvidaran poner su corazón en ella?

Pero al menos Belegnor, pensaba mucho en esa batalla. No podía dejar de pensar que todos sus años de estudio habían sido exclusivamente para prepararlo para ese momento. Y el corazón le decía que la confianza de los jóvenes no era infundada, y que el Mal Mayor no saldría vivo de enfrentar a los Siete Brillos. Pero un negro presentimiento lo invadía cada vez más con respecto a la joven mujer que tenía delante: que ella sería de los que pagarían esa victoria con su vida, y no por falta de habilidad, sino por su arrojo y valor justamente. Por eso no se atrevía a regañarla por su relación con su hermano, ni por nada más, porque temía ese negro pensamiento, que le parecía injusto, y no quería que sufriera ninguna otra infelicidad mas allá de la enorme que ya cargaba en sus hombros. Y así dijo:

-Y sin embargo, si quiero pedirte algo, algo que no se si podras cumplir, pero que de todos modos te pediré

Aldariel miró al Elfo, intrigada.
-Quiero que sobrevivas a esto.- le dijo el antiguo bibliotecario, prácticamente dando a conocer sus temores -Sé lo que estas pensando, lo veo en tus ojos, lo veo en los movimientos cuando luchas. Peleas sin apego a la vida.- Ya que además de sus temores, en lo más inmediato temía Belegnor que la joven pareja, y tal vez Dormin, quisieran cumplir el destino de Morgoth ellos solo. Y agregó entonces -Tal vez Morgoth sea demasiado para nosotros, y acabemos como la paja en un incendio. Pero, si logramos lo imposible, y lo derrotamos, no quiero que el maldito muera con la victoria en el alma de haber tomado tu vida.

-No voy a morirme, tengo que protegerlo y no puedo hacerlo si muero- Respondió Aldariel, comprendiendo los temores del Elfo, pero tratando de apartarlos, aunque dijo -Al menos no ahora- y entonces habló con orgullo y desafío, alimentados por el dolor de lo que vivía –Y si mi destino es morir luchando con Morgoth que así sea-

Belegnor cerró los ojos un instante, y al volver a abrirlos dijo -Si tu destino es ese, no podre cambiarlo yo. Pero si aun no esta escrito quien morira en esa lucha, no quiero que abraces ese destino antes de que sea-

Y luego suavizó el tono, que ya le parecía demasiado pesado, inapropiado para el difícil momento que vivían -Como dije, no sé si podrás, porque yo sé que nada te detendra hasta estar frente al Maldito. Pero al mismo tiempo dices "al menos no ahora". Y por eso temo que no quieras vivir cuando esto haya terminado, aunque termine de la manera que queremos.-

Ella no dijo nada más. Aquellas palabras le habían sacado a flor de piel el dolor que la atormentaba, por el amor condenado que sentía por su hermano el Príncipe de Gondor, y parecía que se iba a echar a llorar en cualquier momento.

El Bibliotecario entonces se acercó y le cruzó el brazo por encima del hombro, y ella lo abrazó.

-Lo siento- dijo él -Pero tenía que pedírtelo, aunque duela.-

Y luego agregó, casi reflexionando:
-Me da mucha rabia cuando las cosas buenas de este mundo son mancilladas, y te digo esto: NADA, ni el mismo fin de sus días, le dolerá tanto a Morgoth como si ustedes dos salen vivos de esto y vuelven a sonreír- y agregó -Recuerda a Tulkas, que es el Vala más temido por Morgoth, no por su fuerza, que le es temible, sino por su risa, que no puede detener ni ensombrecer.

Y Aldariel contenstó, en el mismo tono.
-Me gustaría ser como él, pero no lo soy...Nadie más que yo quisiera poder hacerlo- y luego
-Ojalá nada de esto hubiera pasado, ojalá no tendría que ver a Eldarion destruido por esto- y después, volviendo a sollozar –Pero no, no puedo ser como Tulkas.

Y un instante después, ya con los ojos secos, agregó -Tampoco puedo pensar en lo que vendrá después porque solo me trae más dolor, y más aún prefiero morir en manos de Morgoth que volver a Gondor siendo su hermana, no voy a poder cumplir ese papel, nunca-

-Ninguno de nosotros puede pensar claramente en lo que vendrá después y yo no te pido eso. Solo te pido que, real y sinceramente, no te adelantes a lo que pasará. Y que trates de arrancarle esa victoria también, de las manos, al enemigo – Dijo Belegnor, y sentenció -La victoria de haber matado tu alegria, que cree que ya es suya.

Y Aldariel habló, firme y amarga -Quizás haya ganado mi alegría, pero ahora toda Minas Tirith, todo Gondor tendrá esperanzas, y las esperanzas y la alegría de mucha gente lo pondrá más furioso que el haber ganado la mía- Y agregó -Si yo soy la esperanza de Gondor, si mi luz puede iluminar el camino de toda esa gente, aunque esté muriendo por dentro voy a hacer que brille para ellos-

-Me alegra que pienses asi- Dijo el Elfo con un rostro apacible -Pero hay algo mas que debo decirte. Hablaste de despues no podras volver a Gondor y cumplir el papel de su hermana....- y luego continuó diciendo -No hay solucion para la peor parte de eso, ya que no hay forma de que ocupes el lugar que te pide tu corazon.-

-Sin embargo, tampoco tienes por que ocupar ese luegar que te preocupa. Hay otra opcion.- Sentenció Belegnor y prosiguió.
-Eres joven, y la hija de Arwen Undoniel....puedes contarte entre nosotros, y empezar de cero. Sin olvidar el pasado, pero sin atarte a la condena o morir para evitarla.-

Luego empezó a narrar -Tu abuelo Elrond, fue un caudillo de los hombres, codo a codo con su hermano Elros, primer rey de Numenor, antes de decidir a que linaje encadenar su destino, por eso fue llamado Medio Elfo hasta miles de años despues de que decidiera su camino.-

Y continuó
-Pero cuando los Valar destruyeron el poder de Morgoth, Elrond no luchó con los Elfos, sino en las filas de los hombres, y solo luego de la guerra decidio contarse entre los Primeros Nacidos-

Y terminó diciendo
-Se que es dificil y que quiza no es lo que desees, pero en nombre de los mios te pido que lo pienses. Y que pienses que, si lo eliges, tu madre tendra para siempre algo que le habrá quedado de su amor por Aragorn Elessar, cuando los reinos de los hombres lo hayan olvidado o sea solo un lejano recuerdo de mármol.-

Pero Aldariel comenzó a responder
-Este tiempo que viajé con ustedes estuve leyendo el diario de mi madre- y prosiguió -Ella siempre supo lo que significaba estar enamorada de un hombre siendo ella inmortal…y aún así decidió seguirlo y vivir junto a él por el tiempo que pudiera hacerlo- Y agregó -Ese es el amor que mi madre sintió siempre por mi padre-

Para responder finalmente
-Lo siento Belegnor, pero yo seguiré el mismo camino que Eldarion, sea el camino de la muerte, o el camino de la vida-

Belegnor insistió tímidamente
-Pero has dicho que no podrás ocupar el papel que te corresponde si el destino decide que sea el de la vida…-

-No- Dijo Aldariel con tono decidido -Porque en ese caso, no volveré a Gondor-

El Elfo se quedó mirando a la joven, sin saber que pensar. Intentaría escapar con Eldarion? No, más bien pensaba desaparecer, sola, como había aparecido, dejando a Eldarion con su destino y llevándose su tristeza con ella. Y habiendo recibido una respuesta cabal, dijo entonces:

-No preguntaré más, solo te pido que no te cierres a las posibilidades que dejó Illuvatar para sus hijos, las pocas que no han sido mancilladas, y te digo que no debes decidir ahora, ni tengo yo autoridad para pedirtelo, ni me daré por respondido hasta que esto no termine…-

Y agregó, en tono más animado
-Pero hay algo que debes decidir ahora mismo, y es algo que tu madre dejó en tus manos-

Y después de un instante sentenció:
-Luthien, o Aldariel, tu decides el nombre del portador de Narsil.- agregando en tono muy firme -Y nadie podra cuestionar esa decision.-

Y Respondió Aldariel
-Gondor necesita a Lúthien y así será, pero me gustaría que mis amigos continuaran llamandome Aldariel... aunque no sé si en estos momentos eso será posible...-
-La reina dijo que la decision era tuya. Y Gondor debera acatar lo que diga su Reina y su princesa.- Respondió Belegnor, y poniéndose de pie y como anuncio, dijo

-Asíque Aldariel, perdición de Morgoth, y Guía de los Siete Brillos, prepara tu corazón para cumplir tu destino, que tu mano no tiemble, y sí lo haga el valor de nuestros enemigos!

Y ella confesó al fin
-Me gustaría no cambiar mi nombre, mi padre Bárbol y todos los ents lo eligieron para mí, y si no fuera por ellos yo no estaría aquí ahora...- pero ponderó aún -Pero quizás la gente de Gondor necesite a la princesa Lúthien más que a Aldariel, una niña criada en el bosque de los ents... aunque sean la misma persona...-

Pero Belegnor, dirigiéndole la mirada de nuevo, dijo, en todo firme -La gente de Gondor necesita a su princesa, se llame como se llame, seras Aldariel si asi lo deseas, aunque sea para nosotros....el resto te llamará como su corazon el pida.-

-Que así sea Belegnor- Dijo ella tranquila, agregando -Hay algo que me gustaría hacer, parece que esta lluvia entristeció a todos aquí... y ahora ya puedo cantar de nuevo-

Y Aldariel empezó a entonar la balada de Beren y Luthien. No muy lejos, se escuchaba la voz de Dormin, cantando también, mientras Aldariel se encaminaba hacia él. Y el Elfo que No Canta se puso a escuchar al enano cantar. Dormin y Aldariel cantaban y algunos más se les unían. Sntado en una rueda de carreta, no hizo nada más y simplemente oía la canción, y oía también a todo Ossgiliath despertar cantando la Balada de Beren y Luthien, interpretada por el maestro herrero y la joven descendiente de esos dos enamorados de las leyendas.


(escribió Patanikus)

El llanto de los Valar



Osgiliath, la ciudad en ruinas.

Aldariel quería ir a combatir al frente, porque sabía que Eldarion estaba allí y quería ayudarlo, pero le dijeron que debía permanecer en el centro de la unidad, así que aceptó obedecer a Belegnor y a Eândros, quedándose junto a su maestro Baranor. Pero se estaba muriendo por dentro, no podía esperar mientras sabía que Eldarion estaba allí y si bien le dolía verlo no podía esperar por llegar hasta él. Quería ir a pelear a su lado, así que le tiró de la ropa a Baranor y le señaló hacia adelante, pero él le dijo que fuera paciente. Intentó ser paciente pero no lo consiguió, cuando dividieron las tropas por el puente siguió al maestro Eândros y cuando pudo se escabulló entre los soldados hacia el puente donde habían dicho que estaba combatiendo Eldarion.

“Se acerca la unidad ‘Aldariel’ con la princesa portando a Narsil a la cabeza” Eso fue lo que el segundo al mando le informó a Eldarion cuando estaban cubriendo el avance sobre el puente. En ese momento Eldarion gritó como si un demonio lo hubiera poseído:
“¡Avancen por el puente y arrasen a todos los enemigos sobre él!”
Así fue como cruzaron el puente y quedaron combatiendo del otro lado del río que vertía sus aguas sobre el Anduín. Un mar negro de enemigos estaba dispuesto a cruzarlo.

Aldariel franqueó a todos los soldados que estaban sobre el puente, en un momento se abrieron y le dejaron el paso libre, ella lo había visto, un hombre de cabello largo blanco se estaba acercando a Eldarion y él no parecía verlo, quiso gritar, quiso avisarle, pero no podía gritar ¿por qué no podía gritar? Eldarion iba a morir si no le avisaba a tiempo…
“¡¡ELDARION!!”
El grito surcó los cielos de Osgiliath y Eldarion reaccionó para ver frente a él el mar negro que se abría para dejar pasar a su líder de ojos como el fuego.
Pero no solo Aldariel lo había visto, sino también su maestro Baranor que apuntó y le disparó una flecha con su arco Numenoréano. La flecha se le clavó en el hombro y el enemigo retrocedió un paso, pero se la arrancó y como si nada hubiera pasado siguió su camino hacia el príncipe, al que iba a descargar todo su odio.
Dos espadas llevaba en sus manos y lo golpeó. Una vez bloqueó el golpe Eldarion, el segundo atravesó a un soldado de su guardia personal que intentó bloquearlo pero murió en el intento. Pero el siguiente ataque penetró la armadura de Eldarion que ya estaba bastante herido, aunque no lo pareciera. Bloqueó el cuarto golpe y en ese momento Aldariel le atravesó el pecho con Narsil. El Hijo de Morgoth retrocedió y en ese momento Eldarion le cortó la cabeza.

Dormin no podía perdonarse, recordó que Aldariel estaba parada junto a él mientras Belegnor daba las últimas instrucciones a los soldados, estaba junto a Baranor primero pero luego decidieron que marcharía junto a Eândros. No fue lo mejor, porque Aldariel se separó de ellos y no la vieron más. Dormin se desesperó, la buscó yendo hacia el puente sin respetar las instrucciones de Belegnor, pero estaba lleno de soldados allí y ella era bastante pequeña. No la vio hasta que ya estuvo sobre el puente y no había forma de alcanzarla… rogó para que los soldados frenaran su avance, pero los soldados la dejaron pasar, porque ahora portaba a Narsil y no iban a impedirle el paso.
Ahora miraba hacia el piso, fumando su pipa y culpándose por no haber corrido detrás de ella, pero la realidad era que ella había sido muy rápida y no tuvo forma de seguirla. ¡Él era su protector! Eso no podía volver a ocurrir. Se sentó cerca de la puerta de la tienda del príncipe, allí había visto entrar a Eândros y salir poco después cabizbajo. Dentro habían quedado los dos hermanos y él ahora no podía dejar de preocuparse por ellos, aunque más se preocupaba por Aldariel, la mujer que había jurado proteger con su vida y a la que no podía ayudar ahora, nadie podía hacerlo.

Faragond había callado, pero él era otro de los que sabía la verdad, tenía que reunir a aquellos que los habían visto en Arnor, a los mensajeros y a la guardia real del príncipe. Todo ese día estuvo encargado de esa tarea. Como capitán del sexto nivel, y segundo al mando de las tropas de Gondor tenía que impedir que esa información se esparciera de forma indebida.
Había sido un error, habían mencionado el nombre de Aldariel antes de tiempo, eso no había salido bien… tenía que hacer algo.
“Cómo su capitán les ordeno que callen esta noticia hasta que el momento sea propicio, si conocen a alguien que pueda dar a conocer lo que ocurrió en Arnor envíenlo a hablar conmigo.”
Los soldados hicieron su juramento de silencio, muchos bajaron la cabeza y se entristecieron por el destino de su príncipe y futuro rey, así también ayudaron a Faragond en su tarea, nadie debía hablar ahora, al menos no hasta que el Rey decidiera qué hacer al respecto. Muchos habían visto a Aldariel y a Eldarion juntos y felices en Arnor, y no era un secreto que ellos se amaran.

Eândros no estaba ayudando, aunque no era su culpa, no había palabras que pudieran mitigar ese dolor, y Aldariel lo sabía. Eldarion cayó de rodillas al suelo y ella se arrodilló junto a él para abrazarlo. Eândros salió de la tienda, sabía que estaba de más allí.

Ese día Aldariel y Eldarion lloraron juntos, el dolor era muy grande, pero no estaban solos, ambos estaban sufriendo el mismo tormento. El sentimiento de ambos era el mismo y solo ellos dos podían entender lo que sentía el otro.
La armadura de Eldarion estaba cubierta de sangre, la herida abierta en su pecho por el hijo de Morgoth estaba formando un charco en el suelo. Aldariel se asustó cuando lo notó, pero tenía que ser fuerte.
-Eldarion, necesito que me escuches.
Él no parecía reaccionar a sus palabras, seguía mirando al suelo, y se seguía desangrando.
Aldariel tomó su rostro entre sus manos y le dijo:
-Eldarion, no estás solo, no te voy a dejar.
Él por fin la miró y de sus ojos corrieron lágrimas que se fueron a encontrar con las manchas de sangre y suciedad de la batalla que tenía en el rostro. Aldariel también estaba llorando, pero fue fuerte una vez más y le dijo:
-Yo también quise morirme, pero no podemos hacerlo, no ahora… Por favor, dejame curarte esa herida.
Eldarion dejó que Aldariel le sacara la armadura y le limpiara la herida que le había dejado la hoja del que llamaban “Hijo de Morgoth”. No parecía estar infectada, o tener veneno en ella, así que la suturó. Todo ese tiempo Eldarion estuvo callado observándola. No le dolía la herida, no sentía nada, solo ese terrible dolor que no era físico y que no se podía curar, pero que dolía más que cualquier otro.
-Cuando llegué a tu ciudad, a Minas Tirith, supe por qué no podía morir todavía, hay mucha gente, niños, ancianos, madres, padres e hijos que festejaron durante toda la noche porque esta espada les da la esperanza que el Amo de la Oscuridad les robó. Te hubiera gustado ver las luces, toda la ciudad estaba iluminada. Por un tiempo creí que no era yo la que debía empuñarla, supongo que no quería creerlo, pero al ver a toda esa gente, al ver sus ojos iluminados por la esperanza me hizo comprender. Debiste ver sus rostros, solo había alegría en ellos a pesar de saber que un ejército de enemigos incontables esperaba aquí… ¿Sabes? hace ya casi dos meses que no hablaba, así que no te preocupes si tú no puedes hacerlo. Me desesperé cuando no podía avisarte que el líder enemigo iba a atacarte, supongo que reaccioné por eso…
Eldarion se paró de la litera donde estaba y volvió a abrazarla, ella lo abrazó también.
Mientras aún la tenía abrazada le dijo:
-Toda mi vida esperé encontrarte, desde que ese hechicero te llevó de los brazos de mi madre… nuestra madre… Y ahora que por fin has vuelto, que sé que la Sombra no pudo mancharte como a los otros… ¿Por qué tuviste que ser justamente tú?
-No puedo responder a eso Eldarion, no lo sé… pero me alegro de que puedas hablar. Quizás esto era algo que tenía que ocurrir… no lo sé…
-No puedo alegrarme porque hayas vuelto, no puedo alegrarme de que todos en Minas Tirith tengan la alegría que les robó Morgoth hace dieciocho años, no puedo…
-Lo sé… es triste ver a todos felices y no poder estarlo… Me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, me hubiera gustado festejar con ellos… Quizás sea nuestro destino sufrir…
Lo miró a los ojos, ahora tristes.
-Hay algo que me gustaría pedirte… - y él esperó que ella hablara – No quiero que me llames como todos los demás, yo siempre seré Aldariel para ti, aunque todos los demás quieran llamarme por otro nombre. Yo también te seguiré llamando Eldarion como siempre.
Él la miró con los ojos llenos de lágrimas, porque ese día no solo había perdido para siempre a su hermana, sino también a la mujer que amaba…
Aldariel continuó y mientras las lágrimas volvían a surcar sus mejillas le dijo:
-No me pidas que te llame hermano, no me pidas que te quiera como a mi hermano porque no voy a poder hacerlo, lo que siento por ti ya no puede cambiar.
Él le secó las lágrimas ¿quién era el culpable de aquello, de que esos ojos solo mostraran tristeza? ¿Quién le había robado la sonrisa a la única persona que llevaría luz a todo Gondor?
Morgoth, él y todos sus hijos iban a morir por sus propias manos…
-No llores… No voy a pedirte eso, no voy a pedirte algo que yo mismo no puedo hacer.
Se acercó a ella y la besó en los labios.
-Es cierto lo que dices, no podemos morir ahora, primero tenemos que destruir a Morgoth y a todos los que lo siguen. Solamente haberte hecho derramar esas lágrimas es motivo suficiente.
Ahora que él parecía el fuerte ella se dejó caer sobre la litera y comenzó a llorar como nunca. No podía verlo como a un hermano, simplemente no podía…
-Tranquila- le dijo él acariciándole el pelo- yo te voy a proteger, Morgoth se enfrentará ahora a mi ira y los Valar tendrán que matarme si no quieren que te ame de esta forma porque no hay otra manera de que deje de sentir esto que siento por ti.
-No… No digas eso…- los sollozos se fueron apagando poco a poco- si tú te mueres yo iré contigo.

Las nubes cubrieron Osgiliath, el cielo lloró derramando sus lágrimas sobre las ruinas de la ciudad y el ejército que la protegía. Muchos no supieron por qué pero un dolor incomprensible se apoderó de todos los que miraron la lluvia y algunos lloraron sin saber por qué…

Algunos dicen que esa lluvia fueron las lágrimas de los Valar…

Primeros movimientos

Hacía ya cinco días que Belegnor había llegado a Fangorn, y todavía el resto de la comitiva no aparecía en los caminos que llevaban al bosque, así lo confirmaban los elfos que estaban de guardia.
Esa noche había llegado un mensajero, un hombre del ejército de Rohan, con terribles noticias, y Luiniel llamó a Súlien y a Fëadîn, para una tarea muy importante.
-Mi señora- le dijo Súlien.
Luiniel los esperaba sentada a la mesa pequeña, y esperó que ellos se acomodaran para empezar a hablar. La gran mesa que usaban para las reuniones con los capitanes estaba vacía.
-Ayer a la noche llegó un mensajero, con noticias bastante desalentadoras
Súlien puso cara de preocupación, Fëadîn parecía intuir algo.
-¿Que sucedió que empeora esta cruel tristeza que sufrimos día a día?
-Nada la empeora, pero se están acelerando las cosas más de lo esperado... Y ahora lo que más necesitamos es tiempo... Los mensajeros dicen que el ejército del Norte se unió al ejército de Rohan en el paso de montaña, pero son veinte kilómetros para defender de una horda de enemigos parecida a la que enfrentamos en el Bosque Negro.
Súlien se tapó la boca con la mano, sus ojos reflejaban sorpresa y preocupación.
-Rohan ha reunido a sus últimos jinetes, unos cinco mil más, pero no tienen líder. El Rey Eómer está peleando en el paso, y alguien tendrá que conducir a esa gente.
Súlien estaba aterrada.
-No temas Luiniel, aún no han entrado a Gondor, y no tomarán Rohan ahora, su objetivo es entrar a Gondor por dos frentes, es lo que temíamos.
-Entonces todavía no lograron pasar las defensas...- Fueron las primeras palabras de Fëadîn.
-No, por eso Rohan enviará más ayuda.
-¿Iremos a asistir en la batalla, mi señora?- preguntó Súlien.
-Nosotros nos quedaremos aquí. Cuando los cinco mil rohirrim abandonen Rohan no quedarán guerreros para pelear allí, nosotros protegeremos a la Reina. No sé qué planeará Bárbol, en estos momentos están celebrando una Cámara.
-¿La Cámara de los Ents? Eso solo significa que pelearán- dijo Fëadîn.
-Sí, pero aún no sé en dónde ni con qué objetivo.
-Debemos esperar a que ellos decidan- dijo Súlien.
-Mientras tanto debemos movernos. Sabemos que el príncipe de Rohan se dirige hacia aquí con una pequeña comitiva. Hay que encontrarlo cuanto antes.
-Él podría ser el líder que dice que necesita su gente. Habría que llevarlo al combate- afirmó Súlien.
-Así es, irán ustedes dos, quiero que lo busquen y le digan lo que está pasando.
-Así será. ¿Cómo podremos reconocerlo?
-Tiene aproximadamente tu edad, y se parece bastante a su padre, lo reconocerán. Además viene con una niña, la hija de Bárbol, Dormin y dos guerreros de Gondor, un capitán y el consejero de la Reina. Además lo acompaña su prometida, a la que reconocerán como perteneciente a la casa de Nizar, el rey de Harad.
-Sí, lo buscaremos y le informaremos esto, mi señora
-Vienen por el camino de Moria, tú lo conoces bien Súlien. Es el camino que va de Moria a Lórien y de allí hasta aquí
-Perfecto, hacia ahí saldremos y le daremos las noticias. Y luego volveremos con usted, mi señora
-Quiero que ambos permanezcan en Edoras, acompañando a la reina Lothíriel. Esperarán allí a los nuestros, y si es necesario marcharán hacia el paso. Yo iré a Minas Tirith, es imperioso que vaya a ver a mi hermana.
Súlien se mordió el labio, Luiniel ya sabía lo que significaba ese gesto.
-Por supuesto, mi señora.
-Sé que preferirías acompañarme, pero esta misión solo pueden cumplirla ustedes.
Lo miró a Fëadîn que estaba muy callado.
-Lo haremos, señora- le dijo él decidido- Esperaremos noticias en Rohan.

Luiniel ya había dicho todo lo que era necesario decir, pero Súlien se dio cuenta de que había algo más que no estaba diciendo:
-Mi señora, ¿que sucede?
-No pasa nada Súlien...
Súlien sabía que no le estaba diciendo la verdad, la cara de piedra que ponía después de lo que le había pasado a Lómion esta vez reflejaba un dejo de tristeza.
-Feadin, ¿nos das un momento?
El elfo agachó la cabeza en señal de asentimiento y se retiró.
-Mi señora, qué sucede- se acercó a ella, le tomó las manos y le dijo- ¿Es por Lómion?
-No es eso lo que me preocupa ahora, aunque es otra cosa más que pesa sobre mi corazón... Narsil ha aparecido por fin, aunque no en las mejores condiciones.
-Pero lo que importa es que haya aparecido.
-Para muchos solo importará eso, y es lo que tiene que ser.
-¿Quién porta la espada, mi señora?
-Aún no ha venido por ella, llegará en estos días
-Entonces renace la esperanza de liberar a nuestra tierra de los invasores de Morgoth
-Así es.
-Debemos proteger a aquel que la empuña, con nuestras vidas si es necesario.
-Tendrá varios protectores, Dormin y Belegnor ya han sido elegidos.
-Perfecto entonces, el arma estará segura con ellos ¿Desea que me una a ellos? Ahora mi misión es buscar al heredero de Rohan y advertirle del peligro ¿Y luego que haré? ¿Iré a Minas Tirith?
-Tienes que acompañar al príncipe, si lo que creo es verdad, él es otro de los protectores. Herugrin tendrá que unirse a Narsil también.
-¿Y abandonarla a usted, mi señora?
-Nos encontraremos en Minas Tirith. Y luego... no sé qué pasará, pero temo que tengan que ir a Mordor, me refiero a Narsil, y a sus protectores. Solo veo oscuridad ahora Súlien... Todo lo que ha tocado el maligno lo ha manchado con su oscuridad.
-Tengamos fe mi señora, la esperanza ha aparecido, usted me enseñó a no rendirnos. Todos estamos pasando situaciones muy dificiles, pero necesitamos su fuerza y sabiduría de nuestro lado. El tiempo para las lágrimas no debe ser ahora.
-El tiempo de las lágrimas ya ha comenzado, y con las personas que menos lo merecían... pero ahora mi fuerza la necesitará mi hermana, no puedo dejarla sola ahora. La poca fuerza que aún me queda, la tendrá ella.
-Que así sea entonces, pero no se rinda mi señora.
-No lo haré Súlien
Súlien la abrazó, ella sabía que la quería como si fuera su hermana mayor.
-Mi señora, quizas yo soy una carga para usted, no soy del todo elfa, ni humana, pero usted ha cuidado de mí y de mis padres. Todo lo que usted necesite, yo estoy dispuesta a hacerlo, ayudarla cuando la tristeza asedie, sostenerla cuando el llanto se vuelva incontenible, quiero que sepa que le estaré eternamente agradecida y a sus servicios. Ahora... partiré, usted necesita descansar un poco.
Súlien se dirigió hacia la puerta.
-Jamás serás una carga para mí Súlien, nadie sabe tanto de mí como tú y eres la única a la que le he confesado todo, y la única que me ha ayudado a soportar este dolor. Pero ahora tengo que componerme, mi hermana me necesitará, ella está muy sola ahora, y le llegará una noticia... que entristecería a cualquiera que la oyera, y ella ya sufrió suficiente... no sé si pueda soportar también esto. Necesitará de mí y allí debo estar. Pero nos volveremos a reunir Súlien, y volveré a cargarte con mis penas.
-Nunca será una carga para mí.
La volvió a abrazar y partió.
-Suerte en tu misión, nos volveremos a ver pronto.

(roleado on line por Helcawen y Draften)

Eärwen y Baranor - Pasión y Ternura


Baranor se encontraba durmiendo, cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta de su casa:
- “¿Quién podrá ser?; ¿Habrá sucedido algo malo?” todo eso pensó Baranor antes de abrir la puerta.

Para sorpresa de él no se trataba de una mala noticia, sino todo lo contrario, quien se encontraba allí era la princesa Eärwen, una gran felicidad inundó el pecho de Baranor, él solo la miró.
Ella vestía una capa muy hermosa, se escabulló, sin que nadie pudiese verla, para poder estar con su amado, al menos unas horas antes de su partida a la batalla.

Baranor no podía creer lo que sus ojos veían, era su amada, no reaccionó hasta que Eärwen le dijo:
- No me dejas pasar hace frío aquí a fuera. – el sol aun no había salido.
- oh!!! Perdona pasa, pasa – cerró la puerta y Eärwen se quitó la capucha revelando su hermoso rostro, su pelo negro, sus ojos azules, y su piel blanca, una hermosa fragancia inundó toda la casa de Baranor, esa fragancia era dulce y suave.
-¿Quieres algo de tomar?; ¿Agua? No tengo mucho que ofrecer.- Él aun no podía creer que la princesa esté en su casa junto a él.
- Si, agua estará bien- rápidamente ella se despojó de su capa la cual cubría todo su cuerpo y ocultaba el hermoso vestido que llevaba puesto.
- Toma aquí tienes – la mirada de Baranor era de enamorado, Eärwen bebía el agua mientras lo miraba a los ojos, su mirada era lo más hermoso para Baranor.

Al terminar su vaso de agua, ella le preguntó a Baranor por su cicatriz, la cual era muy grande y grotesca. Él le contestó que fue producto del enfrentamiento con el dragón que había asesinado a Fhilamir, la charla los fue llevando de apoco a un clima más tranquilizador.
Los besos y caricias no tardaron en brotar, ella se desahogó con llanto de todo sus problemas. Baranor le ofrecía su hombro y su pecho cálido para que se desahogue y se sintiera más tranquila.

Continuaron charlando y Baranor logró sacarle dos sonrisas muy hermosas y eso lo hizo muy feliz.
Volver a ver esa sonrisa era lo más preciado para Baranor, no tardó en hacérselo saber a Eärwen, porque con un fuerte abrazo y un beso apasionado dejo claro que él esta muy enamorado de ella.

Las caricias los besos continuaron su charla. Solo se escuchaba la respiración de ambos en la oscuridad de la habitación, los sonidos de los besos era el sonido de la pasión para Eärwen y Baranor el tiempo se detuvo y sus corazones parecían latir como uno solo:

- Abrázame fuerte, para que pueda sentir lo que es la pasión en tus brazos mi amor y la felicidad de tus labios, mírame a los ojos tiernamente, para que mirándote me enamores aun más y con una caricia te entregue mi vida y mi alma.- eso susurró Baranor en el oído de Eärwen.

Ella se estremecía nunca antes vivió tanta pasión. Baranor también se encontraba muty feliz porque ella estaba junto a él ella no se quedo callada y le contesto:

- Aún sin sentido, sin razón ni pensamiento, aún sin saber el por qué, de todo esto sé que TE AMO Baranor y qué pienso en ti... sé que estás mi amor, y que eres mi sueño de todas las noches.- Baranor se estremeció y los besos fueron más intensos ella era todo lo que el soñó en una mujer, su belleza no tiene limites embriagado por el aroma de su cuerpo él se sentía en un estado de locura de pasión y ternura.
- Recorro lento tu piel de deseos, muriendo por llegar a tus labios de pasión… y llego el ruido de los besos y la paz de la pasión, no es un sueño, sigues estando aquí mi amor para poder amarte.- esas palabras conmovieron el corazón de Eärwen el cual se llenaba de amor por Baranor.
- Te acaricio con sonrisas y te miro con ternura, quiero conquistar esta pasión hasta tu corazón...- el Beso de Baranor entre lagrimas de Eärwen el amor broto en ambos esa pasión no se pudo contener ellos era felices nada los molestaba.

(escribió Dio)

El gigante de hielo y los colosos verdes


Los dos viajeros que se adelantaron llegaron hasta el Caradhras muy rápido. Era evidente que Eradan conocía el camino, muy bien. Sin embargo, el gigante los demoró tres días, pues los sorprendió con tormentas de nieve repentinas.

La charla entre ambos era esporádica, aunque afable y animada. El Elfo dormía mucho más de lo habitual, alejado momentáneamente de las amenazas que se cernían sobre ellos, aprovechó aquellos días para descansar la mente y el cuerpo. Dormía casi tanto como el Dúnedain, que dormía muy poco para ser de la raza de los hombres.

Una mañana, sin nieve pero especialmente fría, Belegnor aceptó la extraña bebida que solía preparar el dunedáin para darse calor, una infusión de una hierba reseca que se tomaba con una bombilla de metal.

-Es una planta que crece aquí en Eriador, que todo el mundo pasa por alto como si fuera una maleza- Dijo, y cebó, mientras el Elfo sacaba una porción de pan del camino para cada uno. Después probó la infusión y estuvo de acuerdo en que era sumamente energética.

Y así, mientras tomaban mate con lembas, Belegnor preguntó:

-Y dígame, donde sirvió durante la Guerra del Anillo?

-Estuve junto a Aragorn- Respondió el Ranger -Marché junto a él hasta la puerta negra.-

-En la batalla final?

-y en las batallas que vinieron después- Dijo Eradan asintiendo con la cabeza como recordando, y tomó un poco -Cuando limpiamos Mordor

-La gente se olvida un poco de eso.- Comentó el Elfo -Fue muy duro? Lo que vino despues, me refiero...

Eradan se puso a describir aquello:
-La mayoria de la gente piensa que con Sauron acabó la guerra.
-Los orcos ya no tenían un líder fuerte, pero algunos de los más poderosos comenzaron a liderar al resto

Sirvió para su compañero de viajes.
-Tenían batallas entre ellos, y eso nos favorecía
-Pero también nos llevó mucho tiempo, porque estaban desperdigados.

Y mirando al sudeste, como indicando la dirección, dijo
-El príncipe estuvo con nosotros, allí
Y volviendo a mirar a Belgenor agregó:
-El decía que era su entrenamiento matar orcos
Belegnor se sinceró en ese momento.
-Hay algo sobre el principe de los dunedain que me perturba un poco.- dijo y agregó -Habla más de matar que de vivir, pareciera-.
Eradan comentó aquello con tranquilidad
-Su vida era matar orcos, o entrenar, ni siquiera le gustaban demasiado los libros
Y el Elfo aclaró -Comprendo eso, muchos en esta tierra nos acostumbramos a matar. Pero no sé, a veces me intranquiliza cómo lo dice.-
Y luego agregó, mirando hacia la cima del Caradhras, totalmente nevada esos días….
-Sobre todo, por lo convencido y apresurado que parecía por tomar la decisión que debía tomar si su hermana aparecía como siervo de Morgoth.
Eradan cerró los ojos, como si las preguntas lo superaran un poco
-No sé tanto de él...- y dijo negando con la cabeza -Jamás hablaba de su hermana…..- y volviendo a mirar a Belegnor, que ahora lo miraba directamente, con atención -Me refiero a la que se llevaron el día de las lágrimas
-De ella hablamos....- Dijo el Elfo, y luego de una pausa, inquirió, como desentendido, pero prestando mucha atención con la mirada a la reacción del Ranger. -Y si ella apareciera, viva y bien?
El Dunedain hizo un gesto como quien escucha una ridiculez -Es acaso eso remotamente probable?
El Elfo continuó con su posición sin inmutarse -No sería el primero que escapa a las prisiones de Morgoth-
Al ver la decidida actitud del Elfo, el Ranger dijo, como si se sacara un peso de encima
-Sería una gran alegría para todos
-En especial para la reina y el rey – Dijo tras una breve pausa, y luego de otra -Y para los príncipes-
Le tocaba a él el mate, se sirvió y dijo, seco:
-Pero créame
Y tomó, para luego agregar a modo de sentencia
-No lo veo posible
Y sirviendo de nuevo para Belegnor terminó
-Y no creo en milagros
El Elfo agarró la infusión
-Yo tampoco creo en milagros, pero en mis años he visto maravillas….Esa niña es las bisnieta de Earendil el Medio Elfo, que peleo como pocos el dia que Morgotth fue derrotado. Y la hija de Aragorn, rey del reino renovado que sobrevivó al esbirro del gran enemigo.- tomó, y agregó, enfático -muchos que son afortunados dicen que una estrella los proteje….. Bueno, la estrella más brillante del cielo nocturno velaba por esa niña, tan seguro como un abuelo vela por su nieto.-y terminó el mate y la frase diciendo -no son necesariamente milagros, amigo mio.
El rostro del Dunedáin reflejaba su profunda incredulidad ante lo que oía.
-Ni siquiera había visto dos inviernos cuando se la llevaron ¿usted cree que habiendo crecido en la oscuridad eso todavía sea posible?
Y entonces empezó a recordar -El principe no volvió a ser el mismo después de ese día, al igual que la reina- agregando, mirando de nuevo en lontananza -Antes de eso era un niño muy alegre
Pero el Elfo insistía. El creía saber cómo eran las cosas -No me arriesgo a considerar nada como imposible. No tengo derecho a hacerlo.


A Eradan le parecía ridículo, pero no quería faltarle el respeto al Elfo y tampoco quería tirar esa esperanza a la basura del todo, aunque fuera salida de la nada
-Si usted así lo dice...Pero le diré que ya nadie alberga esperanzas de que ella regrese algún día…A menos no en Minas Tirith…
Y terminó diciendo -Y creo que el principe piensa igual que todos
Pero Belegnor afirmó
-Solo sé que una estrella vela por ella. Una estrella que ya hizo conocer a Morgoth la derrota una vez, mano a mano, sangre a sangre. No sabemos dónde estaba la fortaleza de Morgoth, no había un Angband, ni un Angmar, ni un Bara-dur, del que fuera imposible escapar. No sabemos dónde crecieron esos niños. Ellos no pudieron escapar a tan tierna edad, es cierto pero…………y si alguien se los llevó?
Eradan realmente deseaba que el taciturno inmortal tuviera razón.
-Ojalá sea como usted dice, si la princesa vuelve con ella volvería la luz a Minas Tirith, y la reina Arwen volvería a sonreír, y quizás la sombra no estaría tan cerca nuestro- Le dijo directamente, aunque agregando -Pero como ya le dije... no creo en milagros- y luego con un dejo de tristeza subrayó –Y Ya nadie en Minas Tirith cree en ellos.
Belegnor fue un poco más lejos -Yo creo como usted, que ése sería el efecto que tendría. Y no me culpe, los elfos no dormimos casi, asique debemos soñar despiertos.
Y luego habló, crípticamente, pero con sinceridad -Pero en esos sueños he visto que la sombra, aunque es oscura, ha vacilado. No sé decir con exactitud por qué, pero las cosas no están tan mal como la primera vez en este año que atravesé esta cordillera.
El Ranger al fin tenía algo concreto a que aferrarse, por loco que pareciera.
-¿Hay visto algo en sueños?- Y miró a Belegnor como tratando de leerlo -Dicen que los elfos pueden vaticinar el futuro en sueños-
Pero este Elfo no quería revelar más, hasta no estar seguros.
-No, no realmente, pero ha despertado alguna vez con el recuerdo de un sueño en la mente, aunque no podría asegurar si realmente lo soñó? así, vago y no del todo real?....Bueno, a mi me sucedió, he creído recordar un sueño donde la princesa de los hombres aparecía, sin haber sido tocada por la sombra más que en una forma lejana, una forma que le permitía devolver el golpe.- Y agregó tras una pausa -Y créame, casi pude ver a la sombra palidecer con esa ilusión mía.
Belegnor trató de expresar lo que pensaba sin decir nada de más
-Y casi pude verla golpear con renovadas y retorcidas fuerzas, y aun así no ser capaz de aplastar la esperanza.-
Y entonces miró al Dunedain a los ojos -Soy joven entre los mios, y sin embargo, en mi vida vi en primera fila el fin de Angmar y el de Mordor. Por esto no veo la victoria como un imposible, amigo mío.- y terminó con una mueca de media sonrisa.
Eradan no sabía qué decir, no tenía nada que le indicara que el Elfo tuviera razón.
-Supongo que hay un abismo de diferencia entre ustedes y nosotros...-
-Ojalá tenga razón maese Belegnor-
Y habló con esperanza diciendo -Ojalá llegue una luz que haga palidecer las sombras y si es la princesa de Minas Tirith será una alegría mucho más grande-

Y el Elfo anunció -En parte por eso hago este viaje separado de ellos, para interpretar estos presagios. Créame lo que le digo, señor Eradan, cuando lleguemos a Fangorn, verá que las mías no son las últimas palabras que se dicen de esto.-
A lo que Eradan comentó -Mientras ayuden a acabar con la Sombra...Quizás eso le de paz a aquellos que perdieron a sus hijos

Belegnor se tornó un poco más sombrío allí

-Eso es dificil, muy dificil...me conformaria con evitar de que algunos de esos hijos en el futuro no se pierdan.

La conversación terminó allí, y ya no hablaron de nada importante durante el viaje, pero el Elfo se mostró más animado, Le hubiera gustado decirle a Eradan sus sospechas sobre Aldariel, que en otras circunstancias, aún siendo esperanzas vagas, hubiesen sido excelentes noticias. Pero no sabía si el Ranger había visto a Aldariel con Eldarion, y prefirió guardárselo por ahora. Eradan tampoco habló más, pero inmediatamente después de aquella charla se quedó un largo, largo rato meditando.

Los dos viajeros transpusieron las Montañas Nubladas, saliendo por el Paso de Lothlorien, y entrando al bosque encantado. Allí no había nadie. Ni rastro de los Elfos, pero todo estaba intacto, nadie se había atrevido a tocar la antigua residencia de la Dama Blanca.

Luego de acampar un día en Lothlorien siguieron hacia el sur. Belegnor supuso que efectivamente se habían trasladado al bosque de los Ents. No se equivocaba. Llegaron a Fangorn aproximadamente un mes después de partir de Rivendell, y casi una semana antes que el resto de la comitiva. Al ver la linde del imponente y sombrío bosque, no supieron bien qué hacer. Ninguno de los dos, ni siquiera el Ranger, conocía el lugar.

Belegnor se puso en el borde del bosque a llamar a Luiniel y a Arien. No quería entrar a Ciegas. Listos para acampar afuera, a la vista de la salida de Minas Moria, siguió llamando, pero no tardó mucho hasta que lo encontraron. Había Elfos haciendo guardia en las lindes. Belegnor saludó a los que se le acercaron con abrazos, y les pidió que lo condujeran cuanto antes al campamento que habrían armado. Debía avisar que llegarían visitantes. Les presentó a Eradan, como parte de la comitiva de Aldariel, hija adoptiva del Señor del Bosque.

-¿Visitantes al bosque de los Ents?- Dijo la joven líder de los centinelas -Eso es extraño, aunque en estas épocas supongo que nada lo es.....Vengan por aquí, los guiaré.

Y un puñado de Elfos escoltaron a los dos viajeros bosque adentro, mientras otros varios permanecían de guardia en las márgenes.

*******

(Ya en Fangorn)

Con Aeglos envuelta en una tela basta que protegía la seda que envolvía el arma propiapente dicha, Belegnor se adentró en el Bosque seguido por Eradan bviamente llevo la lanza envuelta. Dio las nuevas que sabía a los vigilantes, que no habían encontrado patrullas de orcos en las montañas, pese a que las corruptas criaturas solían preferir esos terrenos.

-La que viene es la hija de Bárbol- Informó Belegnor -a buscar su espada-

-Si ustedes están aquí- Expresó a modo de pregunta -Debo asumir que los Pastores de Arboles acordaron darnos asilo-
-Así es, hace ya dos meses que estamos aquí – Dijo Neniel, que comandaba a los centinelas -Nos ayudamos mutuamente- Ella iba adelante, con ropas de combatiente, abriendo el paso allí donde el sotobosque había crecido rápidamente bloqueando el camino.

-Bárbol nos habló de su hija- le dijo al recién llegado -Pero de ninguna espada...- y aclaró -Al menos yo no sé nada al respecto-

Pero Belegnor respondió con otra pregunta -Como esta Arien?

-Está muy bien- le dijo Neniel con una media sonrisa -Bastante ocupada con la nueva biblioteca-
Belegnor sonrió, complacido -Han sufrido ataques? he pasado por Rivendell, y está intacto, los Orcos cruzaron las montañas, pero deben haber tomado el paso norte.- Dijo entonces.
-¿Aquí? No- respondió Neniel
-Y saben si merodean por afuera?- preguntó aún el Bibliotecario
-El paso del Norte fue tomado hace tiempo – Dijo la guardabosques -Merodear?- agregó con una sonrisa irónica -Ya están llegando al sur- y luego preguntó, mirándo a Belegnor incrédula -¿Dónde ha estado todo este tiempo?-

-Me refiero a si han recibido ataques, o si mantienen ellos tambien vigilada la margen exterior de este bosque- aclaró Belegnor

-Por lo que sabemos siguen en Mordor- Dijo Neniel retomando la marcha

-No entraron a Lothlorien, ni encontré ninguno en el camino aquí desde allá.- Comentó el recién llegado.

-La columna que nos arrasó se reúne en el sur, esperando que el segundo frente llegue a Gondor por el otro lado- Dijo, viendo que al Bibliotecario ignoraba las noticias más importantes -Arnor cayó hace casi un mes

-queeeeee!?!?!?!?!?!?!?!?- exclamó, más que preguntó, Belegnor

-Veo que no está al tanto de las noticias- Neniel seguía sorprendida -¿Dónde se supone que estuvo?- volvió a preguntar.
Y el Bibliotecario explicó -Deje Arnor hace poco menos de dos meses. Entonces llegaba a una columna desde el norte y otra desde el este, o sea desde el norte de aquí.
-La del este era mas pequeña, pero estaba mas cerca, y con miedo a que nos tomaran por dos frentes, fuimos a interceptarla.- Narró Belegnor, que sentía que sus noticias poco importaban ya -La derrotamos, la pusimos en fuga.- siguió contando -Y los hombres volvieron a Annúminas...- (Para morir al otro día?) Se preguntó mentalmente el Elfo, angustiado por la suerte de sus camaradas de armas de la Comarca. –Mientras que unos pocos partimos hacia aquí….- dijo.

-No tengo todos los detalles, debería hablar con la dama, pero casi al mismo tiempo de eso bajaron desde el Norte- Explicó Neniel -Y atacaron Annuminas
-Me está diciendo que la Fortaleza del Norte ya no existe? que pasó con el Rey?- Preguntó Belegnor, que no quería creer lo que oía-

Neniel siguió contando mientras avanzaban -Las tropas se replegaron a Tharbad- y agregó –La fortaleza soportó unos tres días- y finalmente informó -No sabemos dónde está el rey, las últimas noticias decían que estaba vivo- dijo, avanzando un poco más y deteniéndose un segundo para corroborar la ruta -Y que se dirigía a Tharbad

-Si Annuminas cayó, Tharbad no les representara ningun problema......- Dijo Belegnor preocupado.

-Solo se replegaron hacia allí, no sabemos que hayan recibido ataques, el enemigo siguió hacia el sur, supongo que el próximo paso será Rohan, pero no lo sabemos- Dijo Neniel, y al fin -Quizás la dama pueda darle más información-

El rostro de Belegnor expresaba contrariedad y enfado, por las noticias y por haber estado separado de la acción tanto tiempo. Su mente había dejado de ser la del bibliotecario y volvia a ser la del soldado que participara en la toma de Dol Gul Dur. Sabía que Morgoth no iba a vacilar en esos momentos, pero había esperado que Annuminas aguantara más tiempo que los 5 días que parecía haber sostenido el ataque.

Llegaron al fin a la zona poblada, aunque no había claro alguno. Cuanto hacía que había dejado a los suyos ya, pensó Belegnor? Tres meses? Las casas que estaban construyendo se parecían a las que tenían en el bosque negro, de piedra gruesa que funcionaba como entrada a subsuelos, excavados en zonas donde las raíces de los árboles eran tan gigantescas que lo permitían, porque desde luego ningún árbol podía tocarse en aquel bosque, y de cualquier forma, ellos acostumbraban a construir sin mancillar el terreno. Vió algunas casas terminadas, unas pocas con un fuerte ramaje cubriéndoles los techos, y salidas de escaleras caracol a los árboles y hacia abajo. Vió también muchas casas en construcción, algunas sobre ramas gigantescas como las de Lothlorien, pero más sólidas porque éstos árboles lo permitían, y muchos bloques de piedra siendo tallados. Algunos Ents ayudaban en la colocación de los bloques. Se preguntó si estarían extendiendo un sistema de subsuelos como el del Thranduil, aunque sabía que aquí había que excavar profundo para eso

Se desvió Belegnor hacia la biblioteca, tras preguntar dónde estaba, y saludó a Neniel y al resto de los centinelas, que volvieron a sus tareas en las lindes del bosque. Sólo la caminata por el Bosque les había llevado casi un día entero, aunque ellos no temían a la oscuridad y había sido casi toda de noche. Ahora era pasado el mediodía. Belegnor se despidió de Eradan, que fue alojado en una improvisada casa de huéspedes, ya completa. El Edificio al que iba Belegnor era grande, estaba a medio terminar, y estaba situado entre cuatro gigantescos árboles. Arien estaba atareada, radiante, sentada escribiendo en una pequeña mesa. Aún no lo había visto. Él se deshizo del equipaje, descargándolo a un lado, y avanzo hacia ella sin decirle nada, y tomándola por la cintura cuando ella lo vió y corrió hacia él, abrazándolo. Se confundieron en un largo y apasionado beso, y a él le pareció como que habían estado separados más tiempo del que realmente era. Quizá por la brevedad con la que se reveló su amor, justo antes de que él partiera.

Ella lo condujo a un asiento, y allí, él le relató, brevemente, su viaje hasta allí, y le dijo que le era urgente hablar con los capitanes; la invitó a ir con él a ver a la Capitana.

-Venia con noticias de la guerra del norte, pero veo que me han precedido, recibieron mensajeros de Rohan?- Dijo Belegnor

-Los mensajeros de Eândros trajeron noticias de lo que pasó- Aclaró Arien -Eso fue hace dos días…- y agregó –Despues de eso, la Dama Luiniel se encerró todo ese tiempo con los capitanes

-Entonces no tengo mucho que agregar, salimos de Annuminas hace un mes y medio..,,,- Relató Belegnor, -Estuvimos en Rivendell.- y dijo -Sigue intacto- con algo de alegría.

Pero Arien reaccionó casi con terror –¿Rivendell? es peligrosa esa zona- dijo angustiada -
-No se puede ir hacia el norte

-No lo fue para nosotros, y no lo es para el que conoce el camino- Replicó Belegnor -No han llegado a Rivendell aun, o no lo encontraron- y además aclaró -Tampoco encontramos demasiados enemigos en el camino, y ninguno después de Rivendell-

-Me alegra saber eso- Dijo Arien más tranquila -Ven, creo que será mejor que vayas a hablar con la Dama Luiniel- y diciendo esto se incorporó, con sus manos aún en las de Belegnor.

Belegnor pensó que, de todos modos, los Orcos están a gusto en las montañas, y estas eran siempre las primeras zonas que tomaban, asique al no haber visto nada en ellas dio por hecho que el límite sur de la zona conquistada por Morgoth al oeste del Anduin se hallaba bastante más al norte que Lothlorien. Pensó si los casi invencibles Beórnidas, que vivían en esa zona, habrían sido capaces de enfrentar la acometida.

-Está reunida la Capitana?- Preguntó Belegnor, ya encaminado a informar de manera correspondiente sobre su llegada.

-Sí- replicó Arien –Siempre están reunidos por estos tiempos-

Arien condujo a Belegnor a la sala de reuniones. Adentro estaban todos los capitanes de Elfos que se habían quedado de este lado del mar, con excepción de los de los Puertos Grises. Estaban también Feadin, el joven Elfo nacido poco antes del fin de la Tercera Edad del Sol, y Sullien, la Medio Elfo, hija de un Rohirrin, que había elegido el camino de los Primeros Nacidos.

También, todos así reunidos, hacían notar la ausencia de Lómion, el Noldo. Mucho.

Luiniel saludó, separándose de sus capitanes. Su rostro era totalmente inexpresivo, como tallado en piedra: Así estaba desde la desaparición de Lómión en la Batalla de las Cenizas.

-Belegnor- Dijo la Capitana de los Elfos -Me informaron que estabas aquí-

-Acabo de llegar – Contestó el antiguo Bibliotecario -Precedo a una pequeña comitiva, que viene con la Hija de Bárbol- (Y quizá, la hija de alguien mas) pensó al decir esto.
-Aldariel- respondió Luiniel -Nos habló de ella- tras una pausa, ella había abandonado el tono ligeramente afable del saludo y se había puesto muy seria -¿Y qué objetivo tiene esa comitiva?-

Belegnor se puso al tono de la situación -Las noticias que traigo se me han adelantado, en su mayoría- y replicó -Hubo guerra en el norte, rechazamos a una columna, pero oí que la otra tomó Annuminas. Hace un mes nos detuvimos en Rivendell, estaba intacto, y nadie nos vio entrar, ni salir...

Luiniel respondió con rostro apesadumbrado -No era una columna, era una marea de enemigos, como ocurrió en el Bosque Negro……un frente de la Sombra que llenaba el horizonte y que arrasó todo lo que tenía a su paso.- y tras una pausa agregó -Y ahora se dirige hacia Gondor-

La Capitana de los Elfos siguió hablando, para aclarar -Por suerte no ha habido muchas bajas, y el paso está custodiado.

-Hay números?- preguntó Belegnor

-¿números?- dijo Luiniel –ah, las bajas ascendiero a un Millar. Se replegaron a Tharbar, la antigua fortaleza, como pidió el maestro Eandros, pero el frente siguió hacia el sur, sin preocuparse por ellos. Creo que la mayoría habrá dejado ese lugar poco después, las tropas eran requeridas en otros lugares

me:

Belegnor recordó la Batalla de la Comarca -Pasar por Rohan no les sera tan facil, las defensas moviles de los Rohirrin probaron su eficacia en el norte-

-Y ahora están resguardados por 50000 Haradrim- Informó Luiniel -Pero podrían tratar de entrar directamente a Gondor por el este, sin pasar por Rohan

-Asique ese es su objetivo- Razonó Belegnor – y en el paso, las ventajas de la movilidad se verán reducidas, y los números pesarán-

-Rohan está cubriendo esa zona- Dijo Luiniel

-Pero nos dividirán en dos- Se quejó Belegnor

-Eso es lo que se espera- Dijo la Capitana resignada –Y lo que ocurrirá-

-Pero no hay suficientes Rohirrin para cubrir todos los pasos del oeste de las Montañas Blancas- Dijo él

-No, tampoco para cubrir todo Gondor- aclaró Luiniel

-De todos modos, las tropas reunidas de los hombres son numerosas- Dijo Belegnor, que no se dejaba amedrentar del todo por la imponencia de las hordas oscuras –Y cada uno vale por muchos Orcos.
-Así es- Dijo la Capitana -Cubrirán la mayoría de los pasos

-El problema es que estarán peleando en su tierra y será su tierra la que sufra- Dijo el Elfo situándose en la realidad.

-Minas Tirith está cubriendo Osgiliath en el Este. Aún no salieron de Mordor- pasó a aclarar Luiniel-

Informado de lo principal, Belegnor pasó a informar de su propia misión -Me hiciste una pregunta que no te respondi- dijo -Aldariel viene a buscar su espada.-

-¿Espada?
-Si- replicó Belegnor -Una espada que vino con ella cuando la dejaron al cuidado de Bárbol

-¿Narsil?- Inquirió Luiniel de pronto.

Y con una sonrisa, el antiguo bibliotecario dijo -Eso espero

-Bárbol no mencionó ninguna espada... me pregunto por qué...- Comentó Luiniel

-Como supiste mis pensamientos? tu tambien crees que sea Narsil? – Preguntó Belegnor muy interesado

-Mi hermana espera que aparezca esa espada de un momento a otro- Luiniel se refería a la reina Arwen, su hermana -Y ahora tu vienes y dices que Bárbol custodia una espada de una hija que no es suya-

-Asi es- Asintió Belegnor -Aunque sí es suya en espiritu y sabiduria…..Pese a sus cortos años-

Y luego dijo -Luiniel, no quiero hacer conjeturas....Pero la descripción del brillo, el Maestro Eândros con sus con sus dotes de oraculo señaló el lugar de descanso de esa espada, aquí...Como mínimo, es una espada de nuestra artesanía, y eso ya es mucho decir en estos tiempos.-

Sin inmutarse ni cambiar su pétreo rostro, la Capitana dijo -Si esa espada es Narsil, esa niña debe ser mi sobrina-

-Así és eso también lo creo- y los ojos de Luiniel se iluminaron al escuchar eso de su bibliotecario, quien continuó diciendo -Conoci a Aldariel, quiero creer que nos hicimos buenos amigos. Y hay algo de la luz de estrellas en ella. No sé si como la que nosotros portamos, pero es clara. e innegable.

Belegnor miró entonces a su Capitana, si era la tía de Aldariel, quizá encontrara algún parecido que antes no había notado.

-Es lógico que haya luz de las estrellas en ella si es hija de Arwen Undómiel y nieta de Lúthien la Bella- Afirmó Luiniel, que ya no dudaba -¿Por qué crees que mi hermana bautizó Lúthien a su última hija?-

Belegnor se sorprendió un poco -Luthien? asi le habia puesto?

-Sí-

Y el bibliotecario del bosque negro dijo -Entonces quiza el destino le este marcando algo.....Porque los elfos jamás repetimos nombres. Debio ponerle ese nombre porque penso que escogeria el camino de los hombres. Y si es Aldariel, parece haberlo hecho....Pero su nombre es diferente ahora, como dándole a la hija la posibilidad de elegir....que su madre parecio no tener en cuenta.- terminó de decir muy respetuosamente, y luego agregó -Y hay dolor en el camino humano de Aldariel, Luniel, mucho dolor…hay algo que preferiría decirte a solas, porque es algo concerniente a tu linaje....quizás la sombra más terrible de las que Morgoth Bauglir descargó sobre nosotros en esta Cuarta Edad del Sol…...

A Luiniel no le gustó nada aquello -Me estás asustando Belegnor, que pasa?- y lo apartó, viendo que estaba indeciso de hablar frente a los capitanes, y entonces Belegnor dijo lo que más le preocupaba -Aldariel y el Principe Eldarion se conocieron, ella como la hija adoptiva de Bárbol, sin las sospechas que tenemos ahora, de las cuales, debo decir, soy el principal cultor....Aunque las intuiciones de tu hermana le dan fuerza a lo que sospechaba….-

Y Belegnor continuó -Pero esta alegria viene envuelta en tristeza……-Porque sin saber del parentesco que puede que los una, Eldarion y Aldariel se enamoraron.
Un manto de tristeza rompió la férrea expresión de la Capitana de los Elfos. Pidió permiso a sus capitanes, que continuaron discutiendo la situación sin ella, y se encaminó junto al Elfo Oscuro fuera de la sala de reuniones; ambos caminaban ahora solos por el bosque.

Y con un suspiro, preguntó, rogando porque aquello fuera lo que Belegnor también supuso en un primer un momento, un amor adolescente:

-¿Cuan grave es?-

Y Belegnor, que ya había pasado por aquello, y se había dado cuenta de que Eldarion y Aldariel eran jóvenes, pero no adolescentes, aclaró con voz seca:

-Es amor.- y agregó -De ese que no se va del pecho pase lo que pase-

En un nuevo suspiro Luiniel dijo -Entonces espero que no sea ella- pero también -Aunque si la espada que está aquí es Narsil, no hay mucho más que saber...

-Hay algo mas sobre esta chica...- Empezó a decir Belegnor, ya que aquel tema no tenía solución inmediata. -Es la persona que la Dama Galadriel le predestinó a Dormin encontrarse.- y agregó con un esbozo de sonrisa –“La muchas veces elegida” habría que llamarla…-

-La mujer que buscaba Dormin...- Dijo Luiniel como para sí.

-Asi es, el maestro herrero me confeso su...pasado, una noche antes de que me separe de ellos alla en Rivendell...- Dijo Belegnor

Y un poco sorprendida, dijo la Capitana: -De eso solo sabíamos la Dama Galadriel y yo...La Dama dijo que el destino de Dormin sería proteger a una mujer, que sería muy importante en la historia del mundo...- y tras breve pausa agregó -Jamás dijo quien era, supongo que eso no se le reveló-

Y e Bibliotecario razonó –En alguien destinada a ser importante en la guerra contra aquel ante quien Sauron se arrodillaba puede haber empequeñecido el hecho de que fuera una princesa, para los oráculos....

Pero Luiniel replicó -Quizás... o quizás la Dama vio más cosas que prefirió callar- y luego preguntó -Dime... ¿dónde está ella ahora? ¿por qué no has venido con ella?

-Ellos debían descansar y Dormin debía acabar el trabajo de nuestras armaduras. Ellos iban a pasar por Moria. Yo quise llegar antes y asegurarme de que llegaban al lugar adecuado.- Informó Belegnor y agregó -Ahora que lo dices, me intranquiliza un poco.-

Pero Luiniel dijo entonces -Está bien, su destino no está ahora en nuestras manos…Deberíamos ir a ver esa espada, es necesario-

Belegnor estuvo de acuerdo -Si Bárbol lo permite, cualquiera de nosotros puede reconocer a Narsil. Si lo dispones, iremos en seguida-
(el parentesis esta de mas)
-Si esa espada es Narsil traerá esperanzas a todos ¿lo sabes no?- Recordó Luiniel -Esa copla que Borina entonó, es conocida en todo Gondor y más allá-

Belegnor lo sabía bien -Perfectamente, fue una luz de esperanza cuando golpeo mi mente por primera vez, cuando la niña me comentó de su espada.- pero recordó con un poco de vergüenza -En ese entonces no quise pensar en su línea de sangre, ahora me culpo. Pero solo fue un destello en mi mente. Yo no sabia que esa espada podia ser Narsil.

-Aún no entiendo de qué te estás culpando Belegnor- Le respondió Luiniel con firmeza -Nosotros no podemos influir en los designios de los Valar. Ni siquiera de aquel al que queremos destruir-

Belegnor sacudió la cabeza, resignado

-Tienes razón, cauando hable con ella, sus corazones ya se habian tocado, y el daño ya estaba hecho. De todos modos, el Enemigo ya no se cuenta entre los Señores, y aunque tiene poder para designar lo que sucede, nosotros sí podemos, y debemos, oponernos a ello....- pero aclaró -Sólo que no sin dolor, me temo..

-Me temo que eso sea cierto...- Dijo la Capitana Elfo, retomando el tono triste, mientras ambos dirigían sus pasos, ya decididos, a ver si la espada de Fangorn era efectivamente Narsil.

-Aún hay otras cosas que debo decirte-,
-Te escucho Belegnor- Respondió Luiniel

-Ésta es la primera, espero que mi atrevimiento no haya causado un daño irreparable..- dijo, agarrando el arma envuelta que llevaba en la espalda

-Cuando apareció en mi mente la posibilidad cierta de reencontrar a Narsil, algo mas brilló allí.- Dijo el Bibliotecario -Se dice que, cuando Narsil y Aeglos, la lanza del Rey, forjada del hierro de Ringil, golpeaban juntas, nada, absolutamente nada podia sobrevivir al doble impacto, porque éste, simbolizaba la union de los hijos de Illuvatar
contra el enemigo en comun.-

Y desenvolviendo la lanza plateada, se la presentó a su Capitana, poniendo una rodilla en el piso

-Asique me tomé el atrevimiento de tomar la lanza del Rey y traértela, para que tu designes al más digno de entre nosotros para portarla contra en enemigo de todos-

Luiniel arqueó una ceja; parecía que Belegnor nunca corregiría esa costumbre suya de mirar para otro lado cuando la vida lo apuntaba con el dedo, y respondió -Creo que Aeglos ya ha tomado su decisión... tu sabes bien que quien no sea digno de portar esa lanza ni siquiera podría tomarla entres sus manos...- Y dijo, más seria -Levantate ahora Belegnor, y enfrenta tu destino

-Parece cierto, que te alcanza hagas lo que hagas, aunque te encierres en una biblioteca un milenio...- Comentó Belegnor por lo bajo, poniéndose de pie y retomando la marcha
-Está claro que Narsil no peleará sola- Dijo Luiniel. -Narsil siempre a estado acompañada, y no han sido menores sus compañeras….-

Y Belegnor prosiguió con el tema -No peleara sola, y debo decirte algo mas, algo quizá más incierto en sus consecuencias....otra arma fue encontrada en Rivendell, una que dormia desde la primera edad del sol...una que intenté que quedara en su lugar de descanso para no acelerar las profecias....
-Una que fue reforjada, por el unico de nuesra era que podia hacerlo....aquel que sabia combinar la artesania de los Noldor y los Khazad....
-Dormin- interrumpió Luiniel
-…..con la que esa espada fue originalmente hecha- prosiguió Belegnor -Porque esa espada es Gurthang, la hoja negra, temor de Morgoth.-

-Gurthang también ha aparecido...Y si es la espada que portará Dormin también acompañará a Narsil...- Dijo la Capitana, como meditando lo que decía, y luego, mirando al cielo agregó: -Quizás los Valar no puedan venir a auxiliarnos, pero en esta hora de necesidad nos auxilian en las formas más extrañas...- Y luego sentenció -Morgoth teme ahora a Narsil….. Y teme a Gurthang desde siempre. Ni debe imaginarse que Aeglos también las ayudará...- Y miró al Bibliotecario con cierta luz en la mirada

-Estas noticias que traes me dan esperanzas….Aunque en ellas venga sumida una gran tristeza...- le dijo

Y Belegnor replicó -Las profesias son caprichosas en cumplirse. Gurthang se anuncio como la muerte de Morgoth hace tres Edades del Sol, aunque la identidad de su portador es ahora una cruel ironía.....el hierro de Aeglos fue el primero que lo hirió, cuando era parte de la espada del Rey Fingolfin. Y Narsil fue anunciada como su perdición, la que traerá la paz, en la Ultima Profecía...-

Agregando luego, con menos ánimo -Pero como dices, el ha puesto su mano ya, y nada se hará sin dolor-

Y luego Belegnor fue hacia otros temas de importancia -Solo espero que tengamos oportunidad de usar los Dones de los Valar- dijo -En la Batalla de la Comarca, el Hijo de Morgoth que condujo el ejercito, se presento montado en algo que no se veía hace siglos....- y tras una pausa infomó -Un Uroloki-

-Escuchamos esas noticias- Dijo Luiniel -No se ha vuelto a ver en este tiempo, y no sabemos dónde está, o dónde volverá a aparecer.-

-Nunca habia visto uno en persona, jamas fui a las tierras donde habitaban los ultimos....o los que creimos los ultimos...- Comentó Belegnor -Hace mucho tiempo que un dragón no sobrevolaba los cielos de los Pueblos Libres…Pero en estos tiempos parece que todo es posible….Es una terrible vision, una tormenta de fuego vestida en un traje de escamas de acero, y esos ojos.....se dice muy facil, en los libros, que tal o cual héroe mató un dragón...-

Y luego se dispuso a concentrarse en la tarea inmediata -Pero en fin, vayamos a ver si es cierto lo que sospechamos.
Luiniel realmente estaba esperanzada -Si es cierto lo que sospechamos una luz volverá a encender los corazones de los hombres, el corazón helado de mi hermana... pero me temo que ya no veremos esa luz como tú la conociste... porque ahora está manchada por la oscuridad...- y como alejando el pensamiento dio -Vamos a ver a Bárbol, es por aquí-

Pero Belegnor dijo antes de llegar -Las cosas nunca vuelven a ser como las conocimos. Si los hombres lo entendieran, no envidiarían tanto nuestra inmortalidad-

No pudiendo evitar volver al tema, Luiniel preguntó -¿Qué debemos esperar de esto? ¿Ella ya lo sabe? ¿Lo sabe el príncipe?

-Ella lo ha aceptado, con dolor, pero como la princesa que puede que sea....con entereza. Ha prometido devolver el golpe…..En eso encuentra algun consuelo....- Respondió Belegnor, comentando enseguida -Pero tener que ver un amor tan puro hecho pedazos de esa manera, fue duro para todos....y mil veces más para ella.-

Luiniel volvió a suspirar. Sus ojos jóvenes para la cuenta de los Elfos tenían un brillo cristalino y frio, propio de los Primeros Nacidos de milenios de vida -Si estuviera en mi hacer algo al respecto lo haría, pero no está en mis manos, ni en las de ningún mortal o inmortal que esté pisando esta tierra

Pese a la tristeza que la invadía, la Capitana de los Elfos estaba mucho más Parca que de costumbre, y ambos sabían por qué. Lómion, quizá el último de los antiguos Noldor viviendo en las tierras mortales, su amado en secreto, que había desaparecido en el combate de la Defensa del Bosque Negro, y nada se había vuelto a saber de él. Nada de esto demostraba la joven Noldor, pero ambos sabían lo que pasaba.

-No has respondido del todo mi pregunta, por lo que sospecho que el principe no lo sabe aún...- Dijo Luiniel volviendo al tema -Y ese es mi peor temor ahora-

En aquel momento, llegaban a la gran arcada que marcaba la entrada de la casa de Barbol. No había puerta, pero sí una gigantesca mesa hecha de árboles vivos crecidos con esa forma, igual que las paredes, el techo, y las sillas. Y una pequeña cama en un rincón, con sábanas. Claramente el lugar donde reposaba Aldariel.

-En efecto, no la respondi, porque no es un tema sencillo.- Dijo Belegnor, mientras miraba aquella escena, con la cama igual que como la habían dejado, meses atrás seguramente, y esperaba que les den permiso para entrar. En la parte de atrás de la casa había una cascada, cuya caída se oía desde alguna distancia.

-Bárbol, soy yo y vengo con un amigo ¿podemos pasar?- preguntó Luiniel en voz alta, clara, y algo lenta.

El gigantesco Ent salió desde detrás de la cascada, diciendo con la acostumbrada lentitud de palabras de los suyos -Por favor, pasen.-

-Buenos días Bárbol, él es mi amigo Belegnor- Dijo la Capitana

-Buenos días señor Belegnor- Dijo el Ent agachándose un poco para ver mejor al recién llegado.

El Elfo Oscuro saludó en Éntico antiguo, a lo que Bárbol respondió, también en Éntico -
-Oh! veo que usted sabe hablar el entico... eso es un honor- Frase que, apurada, tardó unos cinco minutos en completarse, con lo que al final dijo -Supongo que será mejor que hablemos en su lengua para no perder tiempo…No lo había visto antes por aquí- le dijo, dirigiéndose a Belegnor.
-No estuve- Aclaró el Elfo -Me separe de los mios hace algunas lunas, para llevar mensajes y ayuda a los hombres, y ahora me reúno con ellos aquí.-

Luiniel aclaró entonces -Hemos decidido vivir en Fangorn hasta que todo esto termine,

-Son de mucha ayuda aquí- dijo el Ent.-Puede quedarse el tiempo que desee-

-Agradezco su hospitalidad de todo corazón- Dijo la Capitana.

-He de decir que ha hecho usted un gran trabajo con su hija Aldariel, la he conocido en el camino de ida y vuelta. Ella esta regresando aquí.........- Empezó a decir Belegnor

-¿Mi hija Aldariel volverá? Pero si se ha ido hace muy poco tiempo...- Dijo Bárbol -Aunque eso me alegra en demasía…Muchos Ents ya estaban empezando a dormirse otra vez sin sus canciones…-

-Ella dijo algo venir a despertarlos, o de mantenerlos despiertos. Y la he odio cantar, sé a que se refiere.- Dijo Belegnor, omitiendo, inconscientemente o no, que la chica estaba muda ahora.

-A ellos les gusta mucho escucharla cantar- Informó el Ent, y luego comentó -Pensé que tardaría más en llegar aquí, me dijo que no volvería por un tiempo...-

-Y asi lo habria hecho- Dijo Belegnor -Pero hay guerra entre las criaturas que nos movemos deprisa, una guerra contra el Sumo Enemigo, Y ella ha dejado aquí algo que necesita para eso...-
-Entiendo... pero ella siempre cumple sus promesas así que supongo que ya es digna de la espada. O no volvería-

-Le puedo asegurar que lucha como 10 hombres- Dijo Belegnor con tranquilidad, aunque Luiniel se sorprendió bastante al oír aquello.

-Ah, creo que olvide esa parte...disculpe Capitan- Dijo Belegnor con una ligera sonrisa -Y su voz se impone en la batalla, parece que ahora Gondor tiene su Doncella Guerrara, como Rohan la tuvo en la Guerra del Anillo.

-Supongo entonces que volverá a irse cuando regrese...- Dijo Bárbol, con un dejo de Melancolía.

-Así será seguramente, Bárbol, la necesitan en otro lugar ahora...- Dijo la Capitana.

-Entiendo... los Ents se pondrán tristes, y yo también- Comentó Bárbol -Pero no puedo impedirle que cumpla el destino que trazó para ella-

Y luego agregó, como recordando -Desde que le mostré su espada hace ya diez años de los hombres prometió que iba a combatir a la Sombra para proteger a todas las criaturas buenas de este mundo...- terminó la frase de nuevo con melancolía. -Sabía que llegaría el día que se iría de mi lado….Para cumplir ese destino

Belegnor dijo -Si tenemos suerte, regresará. Si no, no habrá donde regresar, con todo respeto Señor.....-

-Lo sé... yo sé perfectamente lo que volvió a la Tierra Media, señor Belegnor…Y Aldariel también lo sabe, siempre lo supo, desde pequeña…

Y el Elfo recordó entonces, comprendiendo -Por eso no parecía demasiado sorprendida cuando se lo dije. Aunque no sabia las palabras, ni la extension de lo que ellas significaban...-

-No, y no le teme, a pesar de todo lo que le conté de él...- Dijo el Anciano Ent
-Y usted lo vio, cuando hollaba la tierra con sus botas de hierro, él, en persona...del cual Sauron era solo una mala imitacion....- Dijo Belegnor

-Sauron era su vasallo, él siempre fue el amo…- Dijo Bárbol -Pero volvió…..demasiado pronto...

-Ha querido evitar las profecías, en ellas volvía con todo su poder, pero su derrota estaba garantizada. Ahora es más débil, lo sé, mucho más- Dijo Belegnor, pensando en la derrota del oscuro a manos de Feagul -……pero imagina que nosotros somos mucho más débiles aún...- y luego agregó -Al menos, eso es lo que creo.-

-Él siempre cree que es más poderoso que los demás... y eso, ya lo hizo fallar antes- Sentenció Bárbol

-Sí, su arrogancia es y sera nuestra mejor arma- Cerró Belegnor.

-Bárbol, tu encontraste a Aldariel no es así?- Luiniel volvía al tema que los había traído allí -¿No has visto quién la dejó en el Bosque?-

-No... estaba llorando cuando la encontré- Dijo Bárbol -No tenía nada con ella, salvo la espada….-El que la dejó penetró el linde del bosque y la dejó a la vera del río- y aclaró el Ent -Claramente la dejó allí con la espada, siempre supuse que era para saber quién era cuando creciera-

-Bárbol, ¿podemos ver la espada?- Pidió Luiniel

-Supongo que a Aldariel no le importaría...- Renspondió el Pastor de Árboles, y seguidamente se acercó hasta la mesa grande y la movió por el lado de la que tocaba la pared, dejando al descubierto un agujero en el muro vegetal, de donde sacó son sus extrañas manos una espada, envainada en una funda élfica, de la manufactura típica de Lorien, exquisitamente adornada, que Belegnor reconoció en seguida: la funda que la Reina Galadriel diera a Aragorn como regalo suyo al futuro Rey, cuando Anduril, ahora re-forjada y rebautizada Narsil, salió de las fraguas de Rivendell, que la hicieron indestructible; la magia de la funda aseguraría además que nunca se mellara o herrumbrara. Era innecesario ver la hoja porque de aquellas fundas nunca se hacían dos iguales, y aún así los ojos de Belegnor buscando la empuñadura, confirmando que aquella era la espada que todo el mundo soñaba ver reaparecer. Belegnor cerró los ojos involuntariamente, como quien se quita un peso de encima.

Pero Luiniel había reconocido a Narsil antes que nadie

-Bárbol, supongo que tu no lo sabes porque no la habías visto... pero esta espada es Narsil, Andúril, llamada anteriormente Narsil- Dijo solemnemente -Y es la espada del Rey-

Y luego, mientras unas lágrimas se le escapaban y el pétreo rostro se desarmaba, anunció
-Creo que ya no hay más dudas al respecto, Aldariel es Lúthien, Princesa de Gondor.

Belegnor se mantuvo tranquilo, aunque listo para sostener a su capitana de ser necesario; eran demasiadas cosas juntas y ella joven para actuar como una Señora de los Elfos. Y entonces preguntó:

-Digame, Barbol, por que la llamaste Aldariel?-

Y el Ent respondió -Porque ese nombre significa "Hija de los árboles" en élfico, cuando llegó aquí ella no tenía padres, solo estaba rodeada por el bosque- y terminando -A todos nosotros nos gustó y la bautizamos Aldariel-
-Entonces, ella debera elegir que nombre quiere llevar- Dijo Belegnor con firmeza, aunque sin despegar los ojos de su capitana, que vacilaba
-Por favor recuéstela en la cama, parece que no se encuentra bien...- dijo
-Vamos Capitana, es una buena noticia a pesar de todo...- Dijo el Elfo con suavidad, pero la alzó en brazos, algo preocupado, y la recostó en la cama que fuera de Aldariel.

Ahora todo cerraba claramente. Mientras abría la puerta y llamaba a un curador, se dio cuenta de que lo que había hecho vacilar a Luiniel era aquello que temían los Elfos, que aunque se reían de enfermedades, infecciones y climas hostiles, y resistían mucho mejor que los hombres heridas y lesiones, podían enfermarse, debilitarse o incluso morir de tristeza. La dejó allí, con alguien a cargo y dos guardianes en la puerta por si la Capitana necesitaba algo.

-Y avísenme cuando esté mejor; y también avísenme por favor si llegan nuevos visitantes a Fangorn-

Mientras Bárbol le daba algo de beber a Luiniel, y los tres Elfos de guardia se quedaban ahí, esperando expectantes, preocupados aunque sin preguntar nada por respeto, Belegnor se alejó, también con los ojos húmedos, rumbo a la biblioteca, mientras pensaba, Aldariel le había dicho que tenía que ir a buscar su espada cuando él había mencionado la espada del Rey. Fue lo primero que le llamó la atención, luego que Léod dijera que a Aldariel, Luthien, que ahora sabíamos que eran la misma, se la había llevado un “hechicero”. Era obvio, Aldariel tenía aproximadamente la edad de los niños desaparecidos el Día de las Lágrimas, la edad de la princesa Luthien en ese momento, aunque parecía algo más joven, por su sangre élfica. Pues ella era un Medio Elfo, que quizá incluso no había escogido aún su camino. Y su habilidad con la espada eran muy superiores a las de alguien que, como ella, había entrenado entre seis y ocho meses tan sólo, y él mismo había visto el liderazgo de su padre Aragorn en su sangre, demostrado no sólo con los hombres en la Batalla de la Comarca, sino suficiente para devolverle la confianza a él mismo en Annuminas. Y ciertos rasgos de él también podían verse en su rostro.

Entonces se preguntó, por que todos lloraban cuando debería ser una noticia feliz, y allí recordó a Eldarion, que todavía no sabía nada. Y debía estar aún aferrándose a ese amor, condenado por el destino.

Y entonces Belegnor ya no pensaba nada más, sino que iba, a buscar a alguien.


*****

(Arien)

Belegnor volvió a la biblioteca, y al llegar abrazó a Arien por detrás, mientras ella escribía, la besó y se sentó a su lado, y comenzó un largo y detallado relato de todo lo que le había sucedido, la gente que había conocido, y los hechos importantes en los que se había visto vuelto envuelto.

En medio del relato, ella le pidió que fueran a su habitación; sabía que Belegnor había venido viajando, sin descansar nada, asique le dijo que se acostara y continuara el relato desde allí. Al llegar, y hacer lo que ella decía, vió que sobre la mesa de luz tenía un manuscrito; el título decía “Dagor Lithui”, en Quenya, la Batalla de las Cenizas. La que habían peleado ellos en el Bosque Negro, la primera de esta Guerra que amenazaba todo Arda.

Hasta que no se recostó, Belegnor no cobró consciencia de lo agotado que estaba. Aún los primeros nacidos necesitan reponer fuerzas, aunque lo hagan más rápido que los mortales. Y al ver el manuscrito, preguntó a su amada si había habido alguna noticia del destino de Lomion de la Casa de Fëanor. Y entonces le confesó que él nunca lo había visto morir, algo que sólo le había dicho a la Dama Luiniel.

-No hubo noticias de él... ninguna- Dijo ella apesadumbrada, mientras tomaba notas de lo que le decía Belegnor. Éste le preguntó:

-Vas a ser tu la que narre esta guerra? la última de todas, si tenemos suerte………. Es una gran responsabilidad, pero sé que estarás a la altura.
-Gracias maes... perdón, Belegnor- Dijo Arien, corrigiéndose a medio camino sonriendo diáfanamente por su error.

El Bibliotecario abrazó a su amada, que se había recostado justo a él, con el cuaderno de notas en las manos, por la espalda, sin impedirle seguir escribiendo . -Ademas, parece que al fin he encontrado un destino, y no me gusta escribir sobre mí mismo.....- le dijo, a lo que ella se puso ligeramente triste y replicó --Y supongo que ese destino te alejará de mi lado una vez más...

Belegnor respondió a eso besándola y diciéndole -No puedo negarlo, pero la separación sera mas breve de lo parece......- pero confesó -aunque ésta que pasó, me pareció más larga- pero dijo también -De todos modos, si no se hace, no quedara ningún lugar para el amor, de nadie, en ningún lado.

Belegnor continuó su relato, con lujo de detalles, y al llegar a la parte en la que él recogía Aeglos de la cámara del Rey Gil Galad, hacia el final del relato, Al oír de la visión que había tenido Belegnor al tomarla, Arien exclamó:

-¿Siete luces? ¿y qué crees que signifiquen?

Y respondió el interpelado -Como se estan planteando las cosas, creo que representaban 7 brillos de acero que romperán la oscuridad, reflejando aquí una luz que viene de lejos. Y esos aceros son la esperanza contra Morgoth.- agregando -Creo que los Valar me lo dijeron cuando toqué la lanza del rey.

Luego Belegnor enumeró -Hasta ahora, han aparecido 3, Gurhang, la espada negra de Turin de Nargothrond, Aeglos, la lanza de Gil Galad forjada con el acero de Ringil . Y Narsil, la Flama del Oeste, que habia desaparecido, y estaba aqui en Fangorn. Esta aún no tiene portador………aunque me temo que ella ya..."eligio a su heredero" como decía la canción…..

-¿Su heredero no debería ser el príncipe de Gondor?- Inquirió Arien, que presentía que iba a escuchar algo malo.
-Asi es, pero hay tres principes en Gondor....- sonrió amargamente Belegnor
-Siempre pensé que eran dos- dijo Arien -El joven heredero, Eldarion y su hermana Eärwen-
-Creemos que Luthien puede haber reaparecido- Dijo el Bibliotecario --Recuerdas esta chica Aldariel, que te mencioné cuando te conté lo que pasó en Annuminas, y luego en la Batalla de la Comarca y Rivendell?
-¿La hija de Bárbol?- preguntó ella
-Hija adoptiva- Corrigió Belegnor -Creemos que puede ser la princesa perdida de Gondor.-

Arien puso cara de incomodidad, mirando al vacío con las cejas fruncidas.

-Aqui en Fangorn dejó Aldariel su espada, que llegó con ella, cuando era bebé. Para buscarla vienen ellos a Fangorn- Indicó Belegnor -Y yo acabo de verla. Y es la Flama del Oeste.

Arien rápidamente se hizo cargo de la situación y dijo, mientras se le quebraba la voz:
-Pero dijiste que esa chica... se había enamorado del príncipe y su amor era correspondido...

Belegnor la abrazó fuerte -Si, Morgoth no golpea solo con fuego y acero...Narsil espera en la casa de Barbol. Espera desde el dia en que llego aqui, junto con Aldariel. Y los relatos coinciden en que, antes que los Orcos, Luthien fue raptada por un hechicero- Terminó de aclarar Belegnor -Uno que bien podria ser el nuevo Istari que vino del Oeste.-

Arien abrazó a su amado mientras decía -Eso... es muy triste...- ý Belegnor respondió con la voz apesadumbrada -Es, es el golpe mejor dado de Morgoth a los hombres en esta guerra. Y lo peor…es que aun no saben que lo recibieron.

Luego agregó, mas compuesto -Aldariel, por una indiscreción, se enteró de nuestras sospechas.....malo hubiera sido que fueran incorrectas, después de todo lo sucedido.

Arien miraba a la nada, con los ojos húmedos -Pero siempre es peor que sean correctas. Porque entonces no hay esperanzas para ellos dos.- y de pronto empezaron a caérsele las lágrimas -Ella debe estar muy mal... el primer amor es muy importante para una mujer...-

Lo único que podía hacer Belegnor era abrazarla y consolarla con caricias. Se sentía totalmente incapaz de hacer nada útil en aquel momento. Los Elfos, como era sabido, podían morir de pena.

-Trata de no estar triste, no la estamos ayudando asi.....- Dijo el Bibliotecario, un poco para su amada y un poco para sí mismo

Ella se secó las lágrimas -Lo sé... lo siento, quizás es mejor que hayas llegado aquí antes- y preguntó -Pero ¿qué podemos hacer nosotros para ayudarla?- y luego -¿Lo sabe Bárbol?

-No lo sabe Barbol, y lo que es peor, no lo sabe Eldarion- replicó Belegnor,
-Esto es terrible...- Decía Arien mientras trataba de componerse -Hay que decírselo a Bárbol. Él será el único que pueda ayudarla –

Había algo más en lo inútil que se sentía Belegnor. En sus años en la biblioteca y con las armas, poco había experimentado acerca del amor, y menos aún imaginaba como sería para los hombres mortales. Aunque los respetaba y apreciaba mucho, y llegaba a admirar su iniciativa, Belegnor nunca se había sentido especialmente cercano a los hombres en naturaleza. Para él, ellos y los suyos eran un pueblo muy diferente.

-Yo, quizás yo no lo entiendo del todo, por eso quería que me ayudes con esto Arien...- Se atrevió a decir de repente -No tengo idea de estas cosas, se de historia, de leyendas, de lenguas, y de armas- de cosas del corazón, poco y nada, le faltó decir, pero expresó -He llegado a pensar que, siendo jovenes, sencillamente lo olvidarán cuando vean que es imposible...-

Terminó de decir, realmente despistado -Y tal vez por eso no he visto la gravedad del asunto...

Ella lo miró a los ojos y sentenció -No lo olvidarán Belegnor, ninguno de los dos si es como me has dicho-

Ahora era Belegnor el que miraba a la nada -Sabes? yo siempre supe que algo más que Sauron podia sucederle a la Tierra Media. Toda mi vida lo pensé. Por eso estudie tanto, sin descuidar el manejo de las armas. Por eso no me preocupé por nada más.- Dijo esto admitiendo indirectamente cuánto había tardado en darse cuenta de lo que ella sentía por él -Sabía que habia algo más que vendria. Estuve en las batallas de la 3era edad, pero sentí que no eran las mias.- Hizo una pausa y continuó -Y ahora, cuando llega, el enemigo golpea de un modo contra el que no tengo idea de cómo proteger ni protegerme.

Y luego siguió diciendo -Pensé en llevársela a la Reina Arwen, a ver si la tristeza de ambas podia mitigarse estando juntas....pero no se, estoy ciego en esta batalla. Y no se si sus protagonistas pueden pensarlo como una batalla. Aldariel dice que sí y yo se que es fuerte, y madura. Pero aun así temo que haga alguna tontería en algun momento.

Y luego le preguntó a Arien directamente -Tu crees que hay que decírselo a Barbol antes de que Aldariel llegue aqui y reclame la espada?

Y ella respondió -Creo que Bárbol debería saberlo, porque es el único que puede ayudarla ahora, es su padre, el que crió a Aldariel desde que era pequeña... Quizás él pueda darle consuelo- pero ni ella se lo creía demasiado -O al menos mitigar su dolor-

-Me acompañas a decírselo?- Le dijo el antiguo Bibliotecario

-Claro- Respondió Arien con una leve sonrisa

Instantes después, caminaban solos en el bosque, y Belegnor tuvo que preguntar

-Arien, no te ofendas de lo que voy a preguntarte, pero, por que te fijaste en mi? está claro por qué me gustaste, es fácil enamorarse de tu alegría, tu hermosura y la calmada pasión con la que vives la vida.....pero yo soy la persona menos romántica de toda la Tierra Media...

Ella rió -Porque siempre eres demasiado racional, deberías sentir más las cosas en vez de pensarlas- Pero agregó -Aunque supongo que eso fue algo que me gustó de ti… tu dedicación por recordar, escribir, conocer y entender las hazañas, las obras de nuestra gente…y ese mismo amor lo pones en todo lo que haces, aunque no lo notes….

-Supongo que todos expresamos nuestro amor de maneras particulares....- Dijo Belegnor con una suavidad en la voz muy rara en él.

-Quizás por eso Aeglos te eligió- Dijo ella sonriendo y abrazándose a su brazo

-….Aunque no tengamos ni remota idea de que estamos haciendo.- terminó de decir él, y se besaron

Ella lo agarró de la mano y siguieron caminando así tomados uno del otro. Él llevo su mano a la boca, besando la de Arien, y susurró –Gracias-


*****


Tardaron varias horas en llegar a la casa de Bárbol, que estaba en el centro del bosque; debían atravesar muchas zonas muy cargadas de vegetación, asique era inútil ir a caballo. Y el bosque era gigantesco. Era el cuarto día de Belegnor en Fangorn desde que había llegado.

Llegaron y golpearon la puerta. Bárbol no estaba en casa. De todos modos esperaron que los atendieran. Pero después de un rato largo se hizo evidente que nadie respondería. La casa no tenía puerta, solo unas lianas que cubrían la entrada, asique podían pasar y así lo hicieron. Luiniel ya no estaba allí, y de todos modos hacía bastantes horas que se había separado de su Capitana.

Al entrar, vieron detalles que Belegnor, de noche, no había notado antes. En las paredes había muchos árboles dibujados, y entre ellos se reconocían algunos Ents. Entre los árboles se veía, cada tanto, una figura humana. Los dibujos eran muy buenos, y mejoraban aún más los que parecían más recientes.

Arien dijo, mirando las figuras -Deben ser dibujos de Aldariel-, y de hecho, se notaba que la figura humana era la hija adoptiva de Bárbol.

Belegnor salió brevemente de la casa, y dijo -Tengo un poco de miedo de que nos estemos metiendo donde no debemos con contarle a Barbol, ella es adulta después de todo....puede notarlo como una intromision en su privacidad...

Arien insistió --Pero y si ella no le cuenta? cómo la va a ayudar él?

-Se va a enterar de todas maneras- Dijo Belegnor, pero recordó, y calló, que Aldariel estaba muda, asique de todos modos no podría contarlo ella, y dijo, aunque no totalmente convencido. -Está bien, es mejor así, además ellos tardan en decidir….- Y preguntó -Como lo llamamos?

-Lo esperamos?- Sugirió Arien

En ese momento se escuchó algo que se acercaba. Era grande. Y vieron a Bárbol que llegaba junto a otro Ent
-Señor Belegnor- Saludó Bárbol en Idioma Común, agachando la cabeza.

El otro Ent, de nombre Ramaviva, saludó también en Común, que evidentemente conocía.
-Pero bueno, pasen a mi casa, Belegnor y Arien la bella- Dijo el anciano Ent
-Gracias Bárbol- Dijo Arien con una sonrisa.
-¿Es verdad que vuelve Aldariel?- Preguntó Ramaviva
-Así es, en tres días habrá llegado, si no fallo mis cálculos……
-Eso es una muy alegre noticia- Respondio el Ent más joven -Ya la extrañábamos por aquí-
Y ambos se sentaron en la gigantesca mesa.
(se sienta en la mesa gigante)
-Ella trajo mucha alegría a este bosque y a este viejo Ent- Dijo Bárbol -Aunque siempre supe que algún día se iría...-

Y agregó con cierta melancolía --Como los hijos de los hombres cuando abandonan la casa de sus padres-

Belegnor se hizo de valor y habló -En realidad justamente veníamos a contarle algo sobre ella. Algo que le sucedio cuando ella fue con su gente, los hombres.-
-Y supongo por su expresión que no fue algo bueno...- se adelantó el Ent,

Belegnor se veía nervioso, como aquel acostumbrado a conocer a fondo el problema que trata y estar empeñado algo de lo que nada sabe, pero el Ent agregó -Siempre temí que eso pasara, hasta pensé en impedirle irse de aquí... pero no me pareció bien-
-Es complicado- Empezó Belegnor -Son dos noticias, que por separado serian magnificas....- y luego se fue acercando -Pero juntas son un poco tristes.-
Y Arien agregó -Quizás sea difícil de escuchar, pero creemos que usted es el único que podría ayudarla cuando llegue aquí- diciendo también -Usted es su padre, y la conoce más que nadie

Los Ents se entristecieron aún antes de escuchar la noticia y a Belegnor lo invadía la angustia mientras Bárbol dijo -Supongo que no hay remedio si la sombra la tocó... solo podremos aliviar su dolor

Pero el Elfo se compuso y habló -Sabrá, por lo que hablamos ayer cuando vinimos con nuestra capitana a ver la espada de Aldariel, que es posible que ella sea la princesa perdida del Reino Reunido-

Y respondió el Ent -Sí, jamás creí que el rey hubiera perdido su espada y menos que fuera esta, si lo hubiera sabido habría sospechado eso también- y luego habló como recordando -Aldariel siempre me preguntó por sus padres, se alegrará al saber que los encontró-

Belegnor siguió, según su costumbre, haciendo énfasis en las buenas noticias -Y para sus padres y para el pueblo de sus padres puede ser la alegría que haga la diferencia entre la victoria y la derrota en la guerra que viene, sin exagerar para nada.-

-La Reina Arwen no ha vuelto a sonreir desde que perdio a su hija- Dijo Arien

-Eso sí lo había escuchado... pero jamás pensé que fuera Aldariel, o yo mismo la hubiera llevado a Minas Tirith- Expresó Bárbol

-Nadie que no conociera a Narsil podia saberlo, no es su culpa.- Dijo Belegnor, y luego fue tratando de ir directamente al asunto -Pero lo realmente malo es lo siguente: los reyes tienen 2 hijos mas, el príncipe Eldarion y la princesa Earwen. Ellos creian y aun creen, porque no podía compartirles lo que fue solo una sospecha, que su hermana está muerta, y que Aldariel es, sencillamente, la hija del Señor de los Pastores de Arboles. Como tal se presento en Arnor.- dijo, y añadió -Muerta o presa de Morgoth, es lo mismo-
-¿Muerta?- preguntó Ramaviva
-Eso pensaban y eso piensan. Nadie sabe que Aldariel es Luthien- aclaró Belegnor -Es algo que yo sospeché en el camino hacia aquí. No es algo de público conocimiento, es mas es algo que aún ahora podría no ser así, yo no estaré del todo seguro hasta que Aldariel no hable con Arwen,

Y Barbol señaló -Pero si hay una enorme posibilidad de que ella sea la princesa tenemos que avisarle a la reina ahora

-Asi es, en cuanto ella lo disponga, partiremos a Minas Tirith.- Dijo Belegnor
-Está bien, supongo que ella querrá conocer a sus padres como siempre deseó- Dijo Bárbol -Pero... ahora me pregunto cuál es la noticia desagradable de la que hablaba- y agregó -Esa que le preocupa a ambos-

Bárbol miró a los dos Elfos y aún dijo -Veo en sus ojos una tristeza que solo puede significar desgracia-

Belegnor no dio más rodeos, pero era difícil -Pues....- empezó -Sucedio que Aldariel y el que creemos es su hermano, el principe Eldarion,.....- siguió el Elfo -Sin saber quienes eran cada uno...- y al fin -Se conocieron, y se han enamorado mutuamente-

Belegnor iba a agregar aquello de que eso era la evidente consecuencia de un accionar de Morgoth, Pero Bárbol se levantó, e imponente, se acercó lentamente a la pared, poniendo la mano sobre el dibujo y se quedó pensativo unos instantes, en los cuales Belegnor juzgó innecesario decir más. Ramaviva parecía que estaba llorando, pero los Elfos no podían decirlo porque jamás habían visto llorar a un Ent.

Por su parte, Arien ya estaba llorando de nuevo, y Belegnor la abrazaba, con un rostro pétreo ante la desgracia que recordaba al de su Capitana.

-Conozco a este enemigo, Señor Belegnor- dijo el Ent adelantándose a los pensamientos de su interlocutor - Quizás mejor que cualquier otro ser que habite hoy la Tierra Media-

Belegnor dijo respetuosamente -Sin dudas, usted lo vio en su cuerpo de Vala, en su oscura majestad, antes de la humillación de su derrota por los Señores de Occidente-

Pero el Ent se había quedado pensativo, mirando y tocando el dibujo.

-Él tendrá su fin algún día, ya fue predestinado. Y cuando ese fin llegue yo también estaré ahí para verlo, como lo vi venir aquí exiliado...- Dijo el Pastor de Árboles -Sin embargo... esto es algo que no puedo perdonarle...- La furia crecía en el Ent, al punto que se notaba aunque sus palabras seguían siendo dulces y pausadas. Era una furia primaria, desprovista de pasión oscura, como la de la selva que vuelve a invadir un poblado abandonado que los hombres le habían ganado a golpes de hacha.
-Ramaviva- Dijo de pronto Bárbol
-Sí señor- Respondió el interpelado
-Reune a todos los Ents, volveremos a reunirnos en la Camara- Dijo el Ent mayor.
-Lo haré señor, trataré de despertar a los que están durmiéndose- respondió Ramaviva, se incorporó y se retiró, a paso algo mas rápido del que habían usado para llegar.
Belegnor recordó -Una de las razones por las que Aldariel venia era para que ustedes despertaran- agregando -Eso dijo-

Una vez el Ent más joven los hubo dejado, Belegnor quiso agregar -Señor Bárbol, hay algo que quisiera agregar con respecto a las decisiones que puedan tomar, algo que le dije a Aldariel cuando dijo de venir aquí...-
-No pretendo aconsejar a alguien que me supera diez veces en edad y cien veces en sabiduria, pero quiero expresar algo que usted probablemente ya sepa...- Siguió el Elfo
-Esta guerra de Morgoth a actuado de una manera nunca vista en 6000 años, ha destruido bosques completos y esta transformando la tierra media en un gran Mordor......- Relató Belegnor
-Cuando esta guerra termine, necesitaremos a alguien que pastoree a los arboles y haga crecer de nuevo los bosques.- Dijo por fin el Elfo, añadiendo -Sin eso, nuestra victoria estaría vacua. Por eso, decidan lo que decidan, sepan que los necesitamos vivos...-
-Y de qué serviría que los bosques vuelvan a crecer si ya no habría nadie para recorrerlos- Pensó Bárbol en voz alta
-No digo que no actúen, y sé perfectamente de lo que son capaces cuando se enfurecen. Digo que ambas cosas son necesarias. Si perdemos, no habrá Tierra Media de que preocuparnos. Pero si ganamos, tendremos que hacerla de nuevo, desde las cenizas....- Insistió el Elfo Oscuro
-Hablas con sabias palabras- Reconoció Bárbol -Quizás no todo podamos ir esta vez...- Y luego el Ent habló con determinación terrible -Pero algunos irán, Ramaviva, y yo, y muchos otros….-

Luego agregó, con creciente furia, esa furia extraña que no aumentaba en caudal ni velocidad, sino en profundidad -Este golpe no ha sido solo a los hombres, ha sido también a los Ents-

Bárbol volvió a mirar el dibujo, y dijo a los Elfos -Así es como imaginó Aldariel a Fimbretil, y debo decir que es casi igual a como la recordaba cuando se la describí...- Belegnor miró un dibujo, donde aparecía una mujer-Ent, la amada de Bárbol antes de que ellas se fuera -Ella siempre me dijo que ojalá algún día pudiera amar a alguien como yo amé a Fimbretil...-

Entonces el Ent abandonó totalmente el tono bajo en la voz y dijo sonoramente -Mañana comenzará la Cámara de los Ents, nos reuniremos y decidiremos que haremos a partir de ahora con Morgoth- y agregó -Sea cual sea la maldición que puso sobre ella, lo va a pagar- La Furia ahora se notaba en cada una de sus palabras.

Belegnor dijo algo más -Con todo respeto, señor Barbol, no sabemos si es ella la que esta maldita. Aunque la maldicion la ha alcanzado.....un amigo mio, muy sabio, herrero de nombre Dormin, cree que el que puede estar maldito es Eldarion-

Y Bárbol le dijo, ya de espaldas -El príncipe... quizás así sea... pero la maldición la alcanzó también a ella y eso no voy a perdonárselo-
-Asi debe ser....- Dijo al fin Belegnor, mientras miró a Arien, a quien tenía en brazos, a ver cómo estaba, ya que se había quedado callada; y le dijo en un susurro -perdona mi torpeza, no tengo palabras para aliviar esto-


-Ahora tendré que ir a despertar a algunos ents que no han vuelto a moverse desde que Aldariel se fue- Dijo Bárbol antes de irse.

-Sí, cuanto antes mejor- Respondió Belegnor, y le dijo a Arien por lo bajo -Volvamos.-

Arien, más compuesta, dijo a Belegnor -Estoy bien, no te preocupes- y luego dijo en voz más alta -Señor Barbol, si me necesita para lo que sea, estoy viviendo aqui en su bosque-

Y Belegnor agregó -Ahora, deberiamos retirarnos y dejarlo con sus quehaceres-

El anciano Ent agradeció a ambos, y se retiró.


(escribió Patanikus - Roleado on line con Helcawen)