domingo, 5 de diciembre de 2010

Epílogo: Eândros

Eândros estaba en el séptimo nivel de la ciudad, mirando hacia El Jardín, desde allí a lo lejos los Árboles se llegaban a ver porque eran mucho más altos que las montañas. Tenía puesto el nuevo uniforme que había diseñado la misma reina Arwen, era blanco y dorado, con los Árboles bordados en el pecho y una capa dorada. Eândros pensaba que con ese traje podían llegar a verlo a leguas de distancia.
Había decidido emprender un viaje pero por una razón o por otra, no quería ir solo.
Hacía ya más de cuarenta años que lo habían abandonado, cuando justamente iba a pelear por el futuro, no solo el de ella, sino el de todos… y eso era demasiado difícil de perdonar.
Iba a llevar a la princesa Eärwen, ella sería una opinión neutral que podría contrarrestar sus oscuros pensamientos, además de una valiosa fuente de consejo.

-Princesa, vengo a solicitarle un favor.
-Hola maestro Eândros. Dígame ¿que necesita?
-Pues ando necesitando de usted, Aldariel me convenció de ser paciente, bueno y justo, una vez más y solo no lo podré ser. Tengo que ir a visitar a alguien, y no creo ser justo si voy solo, mi humor ha cambiado bastante. Así pues, necesito que me acompañe en un peregrinaje. ¿A dónde?, no sabría decirle ¿Cuánto tiempo?, tampoco. Solo le puedo asegurar que su conocimiento de las provincias de Gondor se verá interesantemente incrementado.
-Eso podría ayudarme bastante maestro, pero tendré que hablar con Baranor, no puedo irme sin avisarle ¿Y cuál es el objetivo del peregrinaje?
-Dictar sentencia, se podría decir.
-¿Y a quién se supone que dictará sentencia?
Eândros miró por la ventana y se sonrió para sí mismo con las manos en la espalda.
-Parece que Ilúvatar disfruta tentándome con mis debilidades y viendo el sufrimiento que me trae, pues, no del todo feliz con la mentira de Aldariel, ahora sé que Lothiriel vive, y aunque no sé dónde, como siempre sé cómo encontrarla, y como con tus hermanos, no puedo no hacer algo que sé que tengo que hacer, por más de que eso no sea bueno para mí.
Y volviéndose hacia ella agregó:
-Lo peor de no mentir, es que no puedes engañarte a ti mismo.
-No sé a qué se refiere con que Aldariel le mintió maestro, ella hubiera sido incapaz de mentirle a nadie, y seguramente si le dijo algo y no lo pudo cumplir no fue porque no haya querido. Con respecto a Lothiriel, supongo que es su novia, de la que me habló en Arnor...- le dijo sonriendo.
-Sobre lo de Aldariel es una discusión que tendré con ella posiblemente hasta el último suspiro... Pero para mí no es lo mismo, la más bella de las luces que tomar un buen vino con tu hermano, o escuchar un cuento de Aldariel. Pero no te pongas mal por eso, ya bastante mal estoy yo, yo sabía que lo que sobreviniera tras la derrota de Melkor no sería nunca de mi agrado. Y sí, es ella. Quise olvidarla, pero llegué demasiado tarde con tu amiga, y la visión de ella ya nunca se borró de mi mente.
-¿Una visión?- dijo Eärwen omitiendo por completo el comentario de su amiga la princesa de Ithilien.
-Ah, quizá nunca te contaron, pero ya es conocimiento popular hasta cierto punto, pero la cosa es que los Valar o Ilúvatar de tanto en tanto me dan la alegría de una visión.
-No lo sabía... así que no debe ser tan popular. ¿Son malas las visiones que tuvo maestro?
-No, son todas buenas, en escancia quieren hacer el bien supongo. Pero yo luché mucho por olvidar la traición de Lothiriel, como te dije me abandonó sin mediar palabra.
-Sí y también me dijo que nunca más la volvió a ver... supongo que el viaje que va a realizar es por eso ¿Y qué visión tuvo maestro?
-Esto fue antes de partir a Mordor, la vi en una casa humilde, viviendo sola, feliz…- cuando dijo esta última palabra se le quebró la voz- Aunque, pensándolo de otra manera, ¿cómo puedes defenderla?, tú no abandonaste al capitán cuando se separó de ti para viajar con nosotros, y volviste a sus brazos una vez en la ciudad, y otra vez tras Osgiliath, y aquí estas después de que fue a Mordor a luchar contra el mismo Melkor con peores posibilidades de las que yo tenía frente a la Puerta Negras de joven.
-No todas las personas son iguales, maestro ¿Usted sabe lo que es esperar que la persona que ama vuelva de una empresa como esa? Yo lo sé, y duele, mucho. No es fácil esperar, yo estoy acostumbrada porque desde pequeña tuve que aprenderlo.
Eândros se sentó en el marco de la ventana.
-Dime, ¿a que te aferrabas mientras esperabas?, algo debía haber…
-A que cuando él volviera pudiera abrazarlo de nuevo, a que cuando volviera pudiera tener un futuro junto a él...
-Qué hermoso, ojalá alguien hubiera sentido eso por mi alguna vez.
-Ya le dije maestro, no todas las personas somos iguales, ni nos aferramos a lo mismo.
Eândros sonrió.
-Nunca volví a confiar en mujer alguna tras lo que hizo Lothiriel, tú debes saber lo importante que es para un guerrero regresar a los brazos de su amada, pues para mí durante más de sesenta años lo único que me esperó fue la misma habitación vacía que había dejado por la mañana.
-¿Por qué nunca la buscó antes maestro?
-¿Por qué debería?, ella se fue sola, sin darme una razón, no diré que no lo pensé. Fue su decisión y la acepte.
-Entiendo ¿Entonces cuándo partimos?
-Cuando tengas permiso, quizá debería dejar de aceptar la decisión de las mujeres- dijo mirándola a los ojos.
-No necesito permiso, solo voy a despedirme, ¿acaso él me pidió permiso cuando se fue a Mordor?- sonrió la princesa- Ahora tendrá que esperarme él.
-Aquí estaré- le dijo preparando la pipa- quizá en el sur consiga yerba para pipa de La Comarca- murmuró mas para sí que para ella.
-Tenemos aquí, Pippin trajo. Le traeré un poco.
-Gracias- le dijo sonriendo.

Eândros fue a pasear por los jardines mientras esperaba. La gente se le acercaba para saludarlo y le preguntaba por su travesía por Mordor, por la batalla con el Amo de Sauron y finalmente por Eldarion y Aldariel y por el Árbol. Ahora él era un héroe, por más que no se sintiera como tal, todos lo veían así.
De la batalla no hablaba, no quería recordar eso. Sobre Aldariel y Eldarion siempre respondía que ahora eran la luz que provenía del Este y que los iluminaba. Les decía que podían ir a verlos si querían, y que tenían que hablar con Belegnor el bibliotecario.
Después de caminar algunas horas volvió y Eärwen ya lo estaba esperando, vistiendo ropas de viaje.

-Maestro, esto es para usted- dijo alargándole un paquete.
Era tabaco para pipa de La Comarca, y era una cantidad considerable.
-Es muy buena, cuando la pruebas la otra te parece mala, veremos que cosechan los Medianos en Mordor ahora…- le dijo guardándola.
-Ya no se llama más así maestro. Es Envynialantandor, la tierra de la luz renacida. Aunque muchos la llaman Alantandor, porque es más corto y fácil de recordar- sonrió- Supongo que el maestro Belegnor no pensó en eso cuando le puso el nombre.
-No debí dejar que Belegnor ponga nombres.
-A mí me gusta, aunque yo quizás le hubiera puesto "Aldarion"- dijo sin que la sonrisa se borrara de su rostro.
-Yo le diré “El Jardín”.
-Me gusta ese nombre. Bueno, ¿partimos? Nuestros caballos ya están listos.
-Partamos pues, espero que me cuentes de tu viaje a Dol Amroth.
-Claro, aunque no hay mucho que contar... Llegamos a solicitar ayuda, y el príncipe nos la brindó. Estaba también el abuelo de Léod, el padre de la reina de Rohan que se llama también Lothiriel- dijo sonriendo.
-Es un nombre Dúnedain. Bastante lindo, jardín de flores si mal no recuerdo.
-Sí, eso significa.
-Quizá debería seguir las nuevas corrientes y buscarme una niña plebeya.
Eärwen se rió.
-Mientras usted la ame y ella lo ame a usted, eso no es problema maestro.
-¿Quien fue tu maestro de etiqueta en Arnor?, estoy armando una listita...
Ella volvió a reír.
-Espero que él tenga uno mejor, uno de los elfos hizo un intento en Mordor de enseñarle, y terminó diciéndome que ya habían tenido relaciones.
-Creo que la etiqueta y Baranor no se llevarán bien... pero estoy segura que intentará aprender.
Suspiró pensando qué era lo que había visto en él…
Eärwen subió al caballo.
-Bien, ¿hacia dónde maestro?
-Hacia la costa, y de allí, pues de punta a punta. En algún momento o la encontraré o espero que me den un empujón en la dirección correcta, aunque no sé si es la costa de Gondor siquiera.
-Entonces vamos, no perdamos el tiempo, o envejecerá más hasta encontrarla- dijo riéndose, mientras dirigía a su caballo por el camino del sur.
-Muchas muchachitas encuentran mi edad encantadora, así que no te rías.

Eândros montó a Wildstorm, el caballo negro que había sido de Eldarion. La reina Arwen se lo había regalado cuando volvió y aún siendo un caballo que no dejaba que nadie más salvo Eldarion lo monte, con él fue manso y se dejó montar al instante.

-Creo que me verá llegar uno o dos días antes de que nosotros encontremos la casa- comentó.
-Se ve muy bien de blanco maestro- le dijo cuando él se puso a la par.
Él se la quedó mirando largamente. Ella le sonrió.
-Creo que es lo más lindo que me han dicho en sesenta años- dijo y le guiñó el ojo.
Ella lanzó una risita.
-Es muy exagerado maestro, seguramente le habrán dicho cosas mejores que esa.
-Pero nunca antes me lo dijo una princesa, por otro lado- masculló- ser el consejero de tu madre, que es la esposa de tu padre, nunca me trajo mucha suerte con las muchachas.
-¿Por qué? ¿Qué tiene que ver mi madre?
-Ay Eärwen, los celos. Arwen es la única mujer que amó tu padre, lo que no quiere decir que no haya sido amado por otras mujeres. Pero lo cierto es que nunca antes una princesa me dijo que algo me quedaba lindo.
-Bueno, me alegro de haber sido la primera. Quizás Aldariel se lo dijo alguna vez, después de todo ella también era una princesa.

El día del baile le había dicho a Aldariel que estaba muy linda con el vestido que traía puesto y ella le dijo que él también lo estaba, pero en esos momentos ella ya había abandonado el camino de la princesa Lúthien…
Pasó un año. Viajaron por toda la costa de Gondor, aprendieron sobre los pueblos de la costa, pescaron y conversaron, como un abuelo con su nieta. Había días que Eärwen estaba nostálgica, evidentemente extrañaba a Baranor, pero en esos momentos su maestro trataba de alegrarla y ella enseguida volvía a su habitual sonrisa.
Un día llegaron a un pueblito de la costa, muy pequeño, con un puerto más pequeño aún. Allí les dijeron que más adelante vivía una señora, alejada del pueblo, en una casa que había estado abandonada pero que ella había reacondicionado. Hacía muchos años que vivía sola allí, junto a la playa y que solo iba al pueblo una vez al año para comprar algunas cosas y luego volvía otra vez a su casita de la playa.

-Otro pueblo, otra oportunidad, ¿tú qué dices?
-Me pregunto por qué vivirá allí sola...
-Pues eso es justamente lo que venimos a averiguar ¿no?
-¿Está preparado maestro?
-Mi niña, yo nací preparado aunque muera triste- dijo encaminándose hacia la casa.
-No haga bromas ahora maestro, viajamos todo un año para este momento ¿Quiere ir solo o prefiere que lo acompañe?- dijo aún sin moverse de su lugar.
Eândros frenó un momento sus pasos y sin girarse a mirarla le dijo:
-Te traje para que me acompañes, y me ayudes a escuchar lo que no quiera escuchar. O lo que tengas que decir. Además, ¿no quieres conocerla?, estabas muy interesada en su historia.
-Sí pero quizás quieran hablar a solas.
Él ahora giró y la miró a los ojos.
-¿Qué son estas dudas de último momento?, sabes que yo nunca oculto nada, y que lo que hable en privado bien puedo hablarlo en público. Y si hay alguien que me gustaría tener a mi lado en esto es a ti, la única que me queda. Además, eres el mayor orgullo que tengo, quiero que te conozca. Pero si quieres, puedes preguntarle a ella si quiere que te retires y hacerlo en su momento. Has de saber que yo no seré el maestro imparcial, yo allí seré Eândros el joven traicionado. No seré ni justo ni bueno, seré egoísta y sordo.
-Está bien maestro. Iré, aunque le recuerdo, que ya no es joven. Y deje de decir que soy lo único que le queda porque no es verdad. Ahora sí, vamos.
Eândros avanzó caminando y le pidió a Wildstorm que lo siguiera.
-¿Ves a alguien más con nosotros acaso?
-Que no estén aquí mismo no significa que no estén.

Cuando llegaron a la casa adelante tenía un pequeño jardín, con muchas flores. Detrás a lo lejos se veía una quinta y una granja. Varios árboles frutales parecían resaltar detrás del techo de la casita. Era verano, pero el viento que venía del mar era fresco.
-Parece que estuvo ocupada
-Quizás le guste esta vida, no lo veo para nada mal, debe ser muy tranquilo aquí a la orilla del mar- dijo mirando la casa y después la playa. Eândros le siguió la mirada.
-Sin duda es más tranquilo que a lo que estamos acostumbrados, combatiendo el mal en su forma más pura y todo eso...
La casa parecía muy bien cuidada, quizás pudiera arreglarse un poco más, pero no estaba nada mal. Eândros sacó su pipa y Eärwen miró el mar, siguió el horizonte con la mirada y se preguntó qué estaría pensando su maestro en estos momentos, a la puerta del único amor que había tenido y que lo había abandonado.
Se quedó un momento en la puerta, quizás sin atreverse a golpear… hasta que lo hizo.
Al principio nadie respondió, pero al rato se escuchó el pestillo de la ventana. Una señora se asomó y Eärwen la miró perpleja, siempre había creído que sería una mujer mayor, pero era hermosa, su cabello negro ondulado y suave le enmarcaba un rostro moreno y sus ojos negros resaltaban a pesar de todo. Aparentaba unos cuarenta y cinco años, pero estaba segura que tenía muchos más…

-Eândros...- se sorprendió y se quedó un momento en silencio.
-El mismo que viste y calza- giró un poco aún de cara a Lothiriel y dijo mirando a alguien que solo él veía- Aldariel, tenías razón mi niña, no estoy tan viejo al parecer.
Eärwen sonrió cuando la llamó como a su hermana, porque ella de alguna forma también había sentido su presencia allí. Aldariel estaba allí, ella estaba segura, la había sentido cuando miró hacia el mar.
Sin querer a Eândros se le había escapado el nombre de su otra nieta, cuando le pareció verla al lado de su hermana.
-Buenos días Eândros, ha pasado mucho tiempo... Buenos días Aldariel.
-Mi nombre es Eärwen señora Lothiriel- corrigió.
-Lo siento, creí haber escuchado que te llamaba por ese nombre. Eres muy hermosa ¿es tu hija? Pero pasen, no se queden allí en la puerta.
Se corrió y los dejó pasar, la casa no variaba en absoluto de la visión que había tenido Eândros, una casa sencilla de madera, una mesa con sillas, una chimenea… todo estaba igual a lo que había visto. Dejó pasar a Eärwen y luego entró él diciendo:
-Mi nieta, de hecho
-¿Ya tienes nietos? Pero si aún eres muy joven. Pero pasen, siéntense.
Sobre la mesa había un florero lleno de las mismas flores que había en el jardín. Eärwen entró en silencio admirando esa casa familiar y llena de calor, algo totalmente distinto a los palacios en los que había vivido toda su vida.
-Tal cual la recordaba, ¿cómo has estado Lothiriel?
-Bien, aquí es muy tranquilo ¿Y Aldariel es otra de tus nietas?
Eândros sonrió con tristeza.
-Lo fue, sí, hace algún tiempo ya, aunque por un breve lapso.
-Es mi hermana, pero no está muerta, solo que ahora es otra forma de vida... es una historia muy larga.
Lothiriel se quedó mirando a Eärwen sin entender.
-Le hubiera encantado tu jardín, o le encanta, ya ni yo mismo lo sé…
-Me gustaría escuchar la historia- sonrió la señora de la casa- No me visitan muy seguido aquí...- aunque la sonrisa no se le borró de los labios.
-Eso nos dijeron en el pueblo, nos costó bastante encontrarte... aún sabiendo la casa por la que buscábamos ¿Puedo?- preguntó mientras preparaba su pipa una vez más.
-Sí, no te preocupes, está la ventana abierta ¿Tú quieres algo para tomar Eärwen?
-Sí por favor- le respondió ella. Estaba asombrada, ¿esa mujer había vivido tanto tiempo sola y podía tener esa personalidad, tan alegre y despreocupada? ¿Cómo había podido hacerlo? Se preguntó si ella podría hacer lo mismo y pensó que no, no podría separarse de Baranor, ya le estaba costando esta separación de solo un año, y ella había estado sola allí cuarenta…
-¿Un té te gustaría? Lo preparo yo misma con hierbas de mi quinta.
Eândros encendió la pipa mientras la miraba atentamente.
-Me encantaría- le respondió Eärwen.
-Hace ya casi dos años...- comenzó a decir- se me encomendó cuidar de mi querido Eldarion, pues partíamos rumbo a Arnor.
Eândros la miraba atentamente mientras ella encendía un fuego en la chimenea y llenaba una pava con agua para ponerla sobre el fuego.
-Íbamos a ayudar al rey, llevando refuerzos para la fortaleza que allí se erguía, quizá por aquí no llegó la noticia, pero Morgoth se alzó para vengar a su general caído, tras la batalla de la Puerta Negra. La madre de Eldarion estaba muy preocupada por su muchacho, y me pidió muy encarecidamente que lo cuide de todo mal que pudiera llegar a amenazarlo. Bueno, la cuestión es que partimos, llevé conmigo al aprendiz de mi aprendiz, un soldado bastante valiente, aunque no la estrella más brillante del firmamento, y en el camino se nos sumaron los Rohirim. No describiré el viaje, fue como en toda campaña militar, un desastre. Pero si diré que entre los Rohirim venía el mejor amigo de Eldarion, junto con unas cuantas “shieldmaiden”, y que Baranor, el aprendiz de mi aprendiz, otra suerte de nieto para mi lamento, intentó congeniar fraternalmente con ellas sin mucho éxito.
-Baranor hizo eso, ¿en serio?- se rió Eärwen.
-Sí, en el proceso casi mata a Léod, si no lo hubiera detenido.
-Los jóvenes de hoy tienen ideas muy extrañas- se rió Lothiriel.
Eândros sonrió apesadumbrado como siempre.
-Pues bien- continuó el capitán- entre cantos y chistes finalmente llegamos a Arnor. Arnor era la ciudad donde vivía el rey.
-Sí, y yo vivía con mi padre- Lothiriel la miró, ahora sabiendo que era la princesa de Gondor y comentó:
-Esa pequeña niña que recuerdo ¿eres tú? Creo que pasé aquí más años que los que recuerdo…
-Sí, la princesa vivía con su padre cuando llegamos con su hermano.
-Supongo que el Enemigo actuó entonces, tuvieron que ir a asistir al rey…
-El Enemigo había golpeado mucho antes, solo que no lo habíamos visto. Eldarion se había adelantado a la fuerza principal que desfilaba por lo que en otro tiempo fuera La Comarca, para cuando llegamos a Arnor... ya había caído hechizado por una joven…El amor más puro que jamás vi.
Eärwen sonrió al recordar a su hermano cuando le había dicho que la había conocido, sí, era el amor más puro que ella había conocido. Su hermano siempre había sido tímido pero con esa muchacha las cosas habían sido diferentes…
Lothiriel sacó la pava del fuego y sirvió agua en una taza donde previamente había puesto algunas hierbas.
-Claro que en ese momento lo limpié aun mas, con un buen baldazo de agua fría.
Lothiriel se rió de la ocurrencia y le dijo a Eärwen:
-Espero que te guste- luego comentó al respecto de lo que había dicho Eândros- Supongo que no te escuchó y tuviste que disciplinarlo, eso es muy típico de ti.
-A todo esto, cuando logré separarlos, me enteré que esta joven era Aldariel, la aprendiz de Fhilamir.
-Mi hermano y ella estaban peleando con espadas de verdad en el entrenamiento- agregó Eärwen.
-No me lo recuerdes- dijo después de una bocanada de humo y se tomó la cabeza.
Una sombra de tristeza cruzó el rostro de Lothiriel a la que ya le había informado el nombre de Aldariel como otra de las nietas de Eândros y hermana de Eärwen…
-Pero dijiste que Aldariel era tu hermana cuando llegaron...
-Sí, pero en esos momentos no lo sabíamos. Ellos no lo sabían aún…
-Eso es terrible...- dijo sentándose a la mesa. La tristeza no se le había borrado del rostro.
-Aldariel era Lúthien, pero no nos adelantemos…
-¿Cómo pudo suceder algo así?...
Lothiriel volvió a levantarse de la mesa, fue hasta un armario al lado de la chimenea y sacó una botella de vino y dos vasos. Volvió a la mesa, sirvió los dos y le alargó uno a Eândros.
-Espera a escuchar toda la historia, Lothiriel- le dijo Eärwen.
-Lo siento, es que... es tan triste...- dijo y tomó un trago del vaso de vino.
-Pues bien, esa tarde hubo un consejo de guerra, muy importante, la general le ordenó a su soldado que llevara a la pequeña aprendiz a un lugar junto al lago de Arnor que ella conocía, la estrategia fue un éxito- dijo tomando del vaso.
-No me arrepiento en absoluto- le dijo la princesa.
-Nadie se arrepiente de nada aquí, creo. Bien, pasaron unos días, y un día por la ventana observé a dos jóvenes escapándose solos...- tosió apropósito- Otro par de pájaros volaron del nido, pero qué sé yo, soy un simple viejo capitán. Batallamos en La Comarca, algunos dicen que ganamos, otros que perdimos, yo solo sé que esa noche de lluvia en La Comarca perdí la inocencia que un viejo tiene cuando ve crecer a los niños, y se los encuentra ya con sus primeros amores.
Lothiriel no podía entender como estaban tan tranquilos con aquello, pero como Eärwen estaba sonriendo se puso algo mejor.
-Eso suele ocurrir siempre cuando los hijos abandonan la casa de sus padres, aunque no puedo hablar al respecto porque no tuve hijos...- comentó Lothiriel.
-Yo solo tuve a los príncipes, de los que solo me queda mi orgullo, la alegría y el honor...
Eärwen sabía que ella era su orgullo así que enseguida pudo deducir que Aldariel era su alegría y Eldarion su honor.
-Esa noche tuve una visión, vi a Aldariel recuperando su espada, que había dejado en Fangorn, y por primera vez en mi vida le fallé a mi deber. Vi a los que serían “la compañía de la ruina”… a Aldariel, a un enano, Dormin, un elfo Belegnor y yo, ah sí, y Léod y Sumayyaa. Bueno viajamos, fuimos recuperando armas ancestrales. Durante los primeros meses albergué en mi corazón la esperanza de que Aldariel no fuera Lúthien, aunque ya todos lo sospechábamos desde La Comarca… y en Rivendell Léod se lo dijo de sopetón, la pobre no habló en meses luego de eso.
-Bien, atravesamos Minas Moria, matamos un dragón, nos enfrentamos a orcos aquí y allá, hasta que llegamos a Fangorn, donde finalmente nos encontramos con los elfos y el verdadero padre de Aldariel, Bárbol. Mi esperanza murió por primera vez en ese bosque, cuando Aldariel recuperó su espada, Narsil.
-La espada que había perdido el rey...- dijo Lothiriel.
-Ya hablé con él sobre eso...
-Sí, ya lo regañó, como siempre hace- sonrió Eärwen.
-Pues ellos me escuchan todas las mañanas y todas las tardes, y no estoy muy dispuesto a aflojarles.
-¿Ellos quiénes?- preguntó Lothiriel- La verdad es que sean los que sean no los envidio- dijo en tono sarcástico.
-Seguimos marcha, y luego de dejar Fangorn nos enteramos de la batalla del paso, allí se nos separaron Léod y Sumayyaa. Si ellos se quieren mostrar, los verás. Pero no pudieron venir- dijo estirando la mirada a la ventana y mirando hacia el Este.
-Deberías terminar de contar la historia, abuelo.
La emoción de Eândros en ese momento era tal que le costó seguir con el rumbo de la narración. Era la primera vez que Eärwen lo llamaba “abuelo”.
Respiró bien hondo para no quebrarse y Lothiriel dándose cuenta volvió a llenarle el vaso de vino.
-Espero que te guste mi vino, hasta ahora nadie lo probó aparte de mí
-Si es como el té debe ser riquísimo.
-Gracias Eärwen
Eândros continuó sin comentar sobre el vino, a pesar de que estaba bastante bueno, casi como los mejores de La Comarca.
-Le pedimos a Léod que buscara otro de los brillos que vi, la espada de su abuelo en Edoras, pero su misión principal era ayudar a los reyes en el paso… Llegamos a Minas Tirith, pero llegamos más tarde que el rumor y todos sabían que Lúthien venía con nosotros. Para cuando llegamos al palacio nos enteramos que Eldarion estaba luchando en Osgiliath y necesitaba ayuda. Allí casi mato a mi señora, contándoles del amor entre sus hijos, aunque no mencione nada sobre otro amor que rondaba por allí.
Eärwen sabía que se estaba refiriendo a ella y a Baranor, pero no dijo nada al respecto.
-Aunque de haberlo hecho, creo que tampoco hubiera recibido ningún apoyo- se rió.
-Supongo que se refiere a ti- le dijo Lothiriel a Eärwen.
-Aún no estoy siendo duro con ella, ya vamos a llegar a lo que le toca en la historia, porque sé que los que no están aquí con nosotros igual están prestando atención, o me estoy volviendo senil.
Eärwen se rió con la última frase.
-Es extraño, pero cuando entraron ustedes me pareció sentir a alguien más, aunque creo que yo también me estoy volviendo senil, ochenta años no vienen solos…
-Para nada, pues bien, la reina fue a avisarle al rey sobre el amor entre sus hijos y su hermana tomo el trono en su lugar ayudada por la aquí presente. Esta fue la segunda vez que falte a mi juramento. Juntamos algo de tropas y marchamos a Osgiliath, allí cometí otro error, Aldariel se nos escapó y cargó hacía donde se encontraba Eldarion, lamentablemente tuvimos que cubrirnos cuando a Belegnor se le escapó el nombre Aldariel, y eso solo hizo que Eldarion supiera que la unidad “Aldariel” avanzaba con Narsil…
Lothiriel hizo un gesto como queriendo decir algo, pero al final no dijo nada. Ella siempre había querido hacer eso, pero no sabía combatir… si había un deseo que Lothiriel tenía era combatir junto a él y no esperarlo como había hecho el tiempo que estuvieron juntos. Pero ese no era su deber y estaba segura que ella hubiera hecho lo mismo que Aldariel en la misma situación de haber podido.
-Y de todas las cosas que fue, Eldarion nunca fue un bobo, y descubrió quien era su hermana. Pero dime- hizo una pausa tomando un trago del vino para que ella hablara pero Lothiriel solo dijo:
-No, nada importante... prosigue con la historia que quiero saber su final.
Eândros tomó aire y continuó.
-Peleamos en Osgiliath, ese día ambos se reencontraron y se sentían las chispas a su alrededor, y la tristeza que pronto cayó como lluvia… Como sea, el día terminó y era nuestro, uno de los generales del enemigo pereció, una de las mismísimas encarnaciones de Morgoth en esta tierra. Durante la noche Eldarion se escapó rumbo a Minas Tirith y yo lo seguí, volvió allí para recuperar una espada maldita. A todo esto intenté acercarme a la princesa de Ithilien, pero parece que era muy viejo y muy importante para ella. Bien, volvimos al día siguiente con Eldarion y la guardia real para ayudar en Osgiliath siguiendo el plan habíamos, había sacrificado los puentes para que el enemigo pase de a pocos por allí... pero cuando llegamos vi que el enemigo estaba usando la isla a placer... llevándola de un lado al otro del rio con miles de topas. Combatimos así durante 3 días, varios generales enemigos y criaturas que nunca debieron ver el sol fueron abatidas. Lo que se diría una batalla épica, hasta que finalmente.... era incontenible. No podía ver más muerte en Osgiliath... y supliqué porque sea sepultada bajo las aguas... y me escucharon.
Hizo una pausa y tomó más de ese exquisito vino. Eärwen una vez más omitió por completo el asunto de su amiga Anarien, y del interés que su abuelo había tenido en ella.
-¿Osgiliath ya no existe?- preguntó Lothiriel sorprendida, esa había sido su ciudad también y escuchar eso la volvió a poner mal.
-Sí existe, las aguas bajaron ya- le comentó Eärwen- Y la están reconstruyendo. Será un paso muy importante entre Gondor y Alantandor- finalizó.
Lothiriel se preguntó qué nombre era ese pero no dijo nada, dejó que Eândros continuara.
-Insisto que no debí dejar que Belegnor le pusiera el nombre, debió ser alguna mañana o tarde que yo estaba ocupado con ellos. Sí, pero yo pedí que la destruyeran- y dijo más bajo- la ciudad que mi padre murió defendiendo junto a mi hermano. Volvimos a Minas Tirith, donde nos reagrupamos, allí decidimos que partiríamos, ignoraba a donde iba ir. Pero antes, debíamos llamar a Léod pues él tenía uno de los siete brillos. Perdón... eso fue después, Eärwen... cuéntale tú esos días... aún no puedo hablar de esa semana…
Eärwen intentó volver a esos días, era triste, pero había muchas cosas hermosas que recordar.

-El día que regresó Aldariel fue muy triste para todos, porque la noticia ya había llegado a la ciudad y todos estaban muy deprimidos... ¿Pero a qué no te imaginarás lo que ella hizo?- dijo mirando a Lothiriel.
-¿Qué hizo?
-Organizó un baile, en las puertas de la batalla, e invitó a toda Minas Tirith, esto me lo contaron porque yo ya había partido. La ciudad se llenó de luz y volvió a la vida. Esa mañana el maestro dio un discurso, levantado a la ciudad en armas a pelear por sus príncipes, casi al mismo tiempo mi madre hacía lo mismo en el paso, en el momento en que se enteraba mi padre.
-¿Paso algo mas esa semana que no recuerde?
-Sí, Eldarion casi cae en las manos del Oscuro, pero pudo salir gracias a la tía Luiniel y a Aldariel que regresó en el momento justo. Mi hermano estaba muy deprimido ese día, y el Oscuro se aprovechó de la situación, se había enterado que mi hermana luego de la batalla se iría y no volvería a la ciudad.
-Ah, sí, mi tercer gran pecado…- comentó Eândros.
-Yo no estaba en esos momentos, porque había ido al sur a buscar refuerzos para la defensa de la ciudad.
-Creo que te estás culpando de demasiadas cosas Eândros- le dijo Lothiriel- pero eso también es típico de ti. Los humanos cometemos errores, porque eso es justamente lo que somos, humanos. No importa que tan héroe seas, los errores los puedes cometer igual.
-Le pedí a un enano que mienta por mí, ahora lo recuerdo ¿algo más Eärwen? Creo recordar… un evento... Unas monedas, un guardia real... un ¿capitán?
-Sí, Baranor quiso silenciar a uno de los soldados de la guardia real con dinero. No estuvo bien pero ya aprendió la lección gracias a ti. Y no está orgulloso de eso. Gracias a ese error Damrod fue nombrado caballero, sería otro caballero más si no fuera porque fue el único caballero nombrado por Aldariel.
-Baranor, Lothiriel, es quien robó mi orgullo- dijo refiriéndose a ella- aun no se qué ve en él, pero si es feliz, ¿qué más puedo pedir?
-Sí, soy feliz, y veo en él todo lo que tú no- se rió Eärwen.
“Aldariel, tú que me viste esa noche, préstame una poca de esa luz que tanto te sobra, y dime si es justo contarle lo que paso, si es que después le preguntaré la razón”- pensó Eândros.
En ese momento Eândros la vio, era Aldariel y estaba junto a la chimenea al lado de Eldarion y tenía puesto el vestido verde que le había regalado Fhilamir. Ambos sonreían.
-Podrían decir algo, en vez de solo sonreír- gruñó.
"No es bueno callar las cosas, abuelo, dile todo y después pregúntale lo que no has preguntado todos estos años"
Aldariel fue la que habló, pero solo él podía escucharla.
Respiró profundamente y continuó:
-Fue después de que Baranor intentara sobornar a uno de mis capitanes. La noche más negra que jamás tuve, perdí toda confianza en los hombres, en los elfos… esa noche negué el futuro, pero no por miedo... No quería el futuro, no quería este futuro, porque soy infeliz en él, y en esa noche, viendo que perdería no solo mi Alegría, no solo mi Honor, si no que mi Orgullo iba a parar... con alguien así... Esa noche... fui al Oscuro, y le demandé que me corrompiera. Solo gracias a ella fue que volví, intentó con todas sus fuerzas imaginar un futuro diferente a este- se rió- y no pudo imaginar un mundo donde fuera feliz, ni esa noche, ni aún hoy, por eso le digo que es una mentirosa.

"Yo no mentí, pero no puedo hacer que seas feliz si no quieres serlo"

-Supongo que tendré algo de la culpa de eso...- murmuró Lothiriel- Pero quiero saber cómo termina la historia.
-Partimos de Minas Tirith al día siguiente, tras el baile, aunque el invitado de honor, Damrod, el único caballero que nombró Lúthien había partido en busca de Eärwen junto con un elfo y la guardia real… pues el Oscuro sabía de su misión...- dijo mirándola a Eärwen- Por mi culpa, para variar- dijo y volvió a tomar del vaso de vino- Al día siguiente del baile partimos, confiando al destino la suerte de la princesa y el mundo. No tardamos mucho en llegar al puerto donde un barco nos cruzaría por las aguas del Anduín... pero Léod no llegaba, allí fue donde tomé el hábito de pescar- dijo mirando a Eärwen- esperamos por espacio de unos días.
-Es un buen hábito, yo también disfruto de la pesca... pero continúa ¿Quieres más té?- le preguntó a la princesa.
-Me gustaría mucho, gracias.
Lothiriel se levantó a servir más té.
-Entonces fue... cuando discutí con una gaviota- alargó la mano hacia la botella y se sirvió vino con toda familiaridad.
-Belegnor siempre recuerda su charla con la gaviota. Ese fue el momento en que Baranor creyó que se había suicidado- Eärwen lanzó una carcajada.
-¿Me qué?- se sorprendió Eândros.
-Baranor creyó que se había arrojado al río.
-Este...- gruñó, para luego continuar con el relato- Bueno, Manwe escuchó mi plegaria... y envió una de sus águilas al día siguiente, con la que fui a buscar a Léod y todo eso, el resto, las aventuras de Léod y su novia no vienen al caso… pero al día siguiente partimos en barco.
Eândros esperó hasta que Lothiriel sirvió el té y volvió a sentarse.
-En menos de dos semanas nos encontrábamos en mitad de Mordor, yendo a pelear con Melkor, pero no fuimos por la Puerta Negra sino por otro camino.
En un segundo el rostro de Lothiriel reflejó el terror que esa frase le inspiró, pero al instante volvió a retomar la misma calma. Eärwen se había dado cuenta y sonrió, porque ella había sentido el mismo terror cuando Baranor se lo dijo.
-Allí Melkor intentó engañarme- dijo tomando de su vaso de vino y ella lo imitó- Pues verás, antes de partir, tuve la que sería la última de las visiones, más allá de la que ellos me regalan. En la visión estaba aquí, en tu jardín. Entré aquí, creo que estaba junto a esa chimenea, y te vi ordenando. Era un día precioso como hoy, con el suave clamor del mar, y una luz preciosa.
-Así que aún tienes esas visiones… Me pregunto por qué habrás visto mi casa entonces...
-¡Ah! Porque Melkor intentó engañarnos, quería que lo liberáramos, para pelear, y usó tu imagen para que lo libere. Creo que fue la forma de los Valar de decirme que pese a todo, tú estabas bien. Bueno la cosa es que si lo liberamos, batallamos a muerte, Dormin el enano murió, yo casi muero, seguramente escucharas un millón de poemas luego sobre esa batalla, y dejaré que los bardos la describan, a mi poco me interesa recordarla, pero finalmente ganamos, pero a un precio terrible para mí. Al morir Melkor se quería llevar consigo a Eldarion... Aldariel desesperada salto a abrazarlo, con toda su inocencia, y los tres murieron, allí, en Mordor.
-Hace dos años... estaba en mi jardín y vi una luz cegadora que venía desde Mordor... una columna de luz se elevó a los cielos… Así que esa columna eran ellos dos... Es muy triste...
Lothiriel parecía a punto de llorar, e incluso Eärwen notó una lágrima pero enseguida lo disimuló yendo a servir más té.
-Abuelo... te estás olvidando un pequeño detalle- le dijo Eärwen.
-Si ellos me consideran su abuelo, corregirán mi senilidad, pues es deber de los jóvenes corregir a sus mayores cuando son viejos.
-¿Hay algo más Eärwen?- le preguntó esperanzada Lothiriel.
Eärwen miró a su maestro, con la cara de una nieta decepcionada del final del cuento que le están contando.
-Son un par de insoportables- dijo mirando a la chimenea- y tú también- dijo mirando a Eärwen- No están muertos son los árboles del sol y la luna, renacieron juntos como las luces más puras tras derrotar a Melkor. Yo los puedo ver, junto a la chimenea.
-¿Los arboles?- se sorprendió Lothiriel- Entonces esa fue la luz que vi... ¿Y dices que están aquí ahora?
Miró hacia la chimenea, pero evidentemente no los veía.

"Dile que su jardín es muy hermoso"

-Dice Aldariel, que tu jardín es muy hermoso.
-Gracias pequeña- sonrió Lothiriel. Tendré que ir a visitarlos algún día entonces.
-Cuando quieras, a nadie se le niega verlos, aunque no de mañana o de tarde, a la hora de la siesta.
-Puedes ir cuando quieras- corrigió Eärwen- solo pregunta por Belegnor, él te llevará, aunque se ven desde muy lejos. Desde Minas Tirith también, yo los saludo todas las mañanas.
-Pues bien, no todo termina allí. No estaríamos aquí si terminara allí. Lothiriel, te lo preguntaré una vez, ¿quieres saber porque estamos aquí?
-Me lo pregunté cuando llegaron, pero supongo que con la historia ya lo había olvidado. Dime, ¿por qué estás aquí?
Eândros tomó aire.
-Supongo que no fue para traer las noticias- agregó Lothiriel.
Él la miró a Eärwen, no iba a ser suave con lo que iba a decir, ella no dijo nada simplemente lo miró para que continuara.
-Hace eso de un año y algo mas decidí venir a buscarte, y cobrarme el dolor que me causaste hace ya tanto tiempo. Pero yo tengo la costumbre de reñirle a Aldariel todas las mañanas y ese día antes de salir le dije a Aldariel lo que haría, con lujo de detalles. Obviamente me pidió que no lo haga, que no era lo que realmente quería y que debía buscar la felicidad. Pero yo aún no conozco esa felicidad, después de todo... los perdí, ya no puedo tomar un buen vino como este y charlar con Eldarion, no puedo cabalgar con Aldariel y contarle como eran las cosas antes de todas las guerras, así que una vez más se lo reclamé. Se lo reclamé con todo el egoísmo, le dije que si no quería que me cobrara cada uno de los latidos que mi corazón estuvo en soledad, o cada una de las lágrimas que derrame... le dije a un árbol que me abrazara... y ella hizo trampa, porque es una tramposa. Así que aquí estoy, en paz, calmado. Pero como sé que no voy a ser justo contigo vine con una conciencia, vine con una dama que esperó. Así lo que digas no caerá en oídos sordos. Y lamentablemente ellos tampoco me dejarán mentir a mi corazón, no sé porque.
Lothiriel suspiró y dijo:
-Has hecho bien en no venir solo. Hace ya... no sé... ¿cuántos años fueron? ¿cuarenta?
Eândros se acomodó en la silla mientras hacía que contaba con los dedos de la mano. Lothiriel no esperaba que esa situación fuera diferente, él tenía derecho a reclamarle y lo estaba haciendo. Suspiró y habló, calmada y pausadamente, aunque en su interior las cosas eran muy diferentes. Una mezcla de tristeza, alegría, nostalgia y nervios era difícil de ocultar, y quizás no pudiera hacerlo del todo, pero aún así, habló:
-Creí que jamás te iba a volver a ver, y menos aún que te interesaba saber de mí. Aún no entiendo por qué estás aquí, aunque me alegra. Supongo que quieres saber por qué me fui…
Eândros asintió.
-Tu nieta aquí presente, dices que entiende lo que es esperar a los guerreros que van a la guerra, entonces ella quizás pueda entender mejor que tú. Sé que aunque te lo diga quizás para ti no tenga sentido, y quizás realmente ahora ya no importa, pero te lo diré, porque si has venido hasta aquí significa que quieres saber, o que necesitas saber para continuar en paz… o al menos continuar de alguna forma... Al principio no me fui, estuve muy cerca...
Me gustaba saber de ti aunque no estuviera a tu lado... pero aún así eso era demasiado para mí, así que unos años después de lo que pasó en la Puerta Negra, me fui lejos. Sí, admito que me dolía, cada vez que te ibas a alguna guerra veía a la sombra de la muerte sobre tus hombros. No era una visión como las que tú tienes, era un sentimiento. Aunque siempre volvías, quizás más herido de lo que a cualquier mujer le gusta ver a su hombre, el dolor era siempre el mismo cada vez que partías. Ahora que me han contado la historia, creo que no hubiera podido resistir que me dijeras que te ibas a Mordor a luchar con un enemigo más poderoso que Sauron. Quizás me hubiera muerto de tristeza como lo hacen los elfos... Pero bien, quieres saber por qué me fui, una razón fue esa. Pero no es la única razón...
Tomó el vaso y tomó un trago de vino para continuar y seguir disimulando lo que estaba sintiendo. Eärwen y Eândros estaban callados, escuchando atentamente.
-Antes de irme pensé en pedirte que vengas conmigo, pero tuve miedo. Sabía lo que para ti significó siempre Gondor, el deber de proteger a tu reino, al rey y a la reina Arwen, a sus hijos ¿Qué era yo al lado de eso? Sabía que no ibas a elegirme sobre el deber y no tuve el valor de preguntártelo. No quise saberlo supongo, no quise confirmarlo. Ahora que me cuentas tu historia, la historia de tus nietos, me alegro de no habértelo pedido, porque si existía una mínima chance de que te alejaras de tu deber... ¿quién hubiera cuidado de ellos? Sé que tú eras el más indicado para eso, el más indicado para estar al lado de la reina Arwen como su consejero… Yo no podía quedarme, pero tampoco podía pedirte que vinieras conmigo y que te alejaras de todo eso, entonces decidí irme sola.
Hizo una pausa para tomar más vino.
Lothiriel miró a Eärwen y luego a Eândros.
Eärwen la escuchaba muy atentamente, mientras pensaba que lo que estaba diciendo era tan triste y tan hermoso a la vez que quizás no pudiera soportarlo sin llorar, pero se estaba conteniendo, como la princesa que era.
Ella había sufrido mucho, y aún así había vivido, había continuado con su vida, sola, pero feliz. Feliz en cierta forma…
-Y aquí estoy, sabes que yo no tenía familia, amigos tuve pocos, los que tuve, algunos no regresaron, y a los otros no los vi nunca más. Decidí buscar un lugar lejano, tranquilo, donde vivir en paz, un lugar que me ayudara a aliviar la soledad que sentía, y lo encontré aquí. Esta casa estaba abandonada, yo la reparé. Tuve que aprender muchas cosas, carpintería entre ellas... Hice el jardín que vieron al llegar y la granja que está atrás. El mar siempre fue mi calma, y logré aquí encontrar la paz que estaba buscando. Supongo que sonará egoísta, y quizás lo soy.
Cuando Eândros escuchó lo del egoísmo comenzó a reírse, primero despacio y cada vez más fuerte. Eärwen lo miró, algo enfadada.
-¿Qué es tan gracioso maestro?- preguntó Eärwen.
Eândros le dio un golpecito en la frente y le dijo:
-¿No la escuchaste, decir que ella fue egoísta, al hombre que prefería el fin del mundo a la perdida de ustedes tres, al hombre que fue a Melkor porque no veía en este mundo esperanzas? Además ya no soy tu maestro, no vuelvas a eso.
-Está bien, abuelo- obedeció.
Y Lothiriel agregó:
-Llámalo con otras palabras si quieres, es lo mismo. Supongo que le pediste al Oscuro el justo castigo por todo eso que dices que hiciste mal.
Eândros sonrió, ella una vez más, lo había entendido perfectamente.
-Yo no necesité un Oscuro para eso, este es mi castigo. Si es que en algo me equivoqué, sea lo que sea, lo estoy pagando, y que así sea, no voy a quejarme por eso. Pero deberías también considerar, las cosas que hiciste bien, no solo las que hiciste mal, si solo fueron tres, no fueron tantas.
-Eärwen, te traje aquí con otro propósito- dijo mirándola.
-Nunca me lo dijiste, así que no lo sé- le dijo ella.
-En Arnor obvié una charla, que creo que a ti te interesó bastante, y que yo no podría contarle. Quizá puedas hacerme tú el favor.
-Si hago memoria podré recordar las palabras exactas... o casi... "Era tan gentil como una suave brisa de primavera, con unos ojos que recordaban a esa primera estrella al anochecer, tenía por cabellera un hermoso manto negro largo como la vida. Sus sonrisas iluminaban el alma como el sol a las flores en primavera” Creo que fue lo más hermoso que le escuché decir a mi abuelo.
Lothiriel sonrió y dijo:
-Siempre fuiste un poeta, que bueno saber que no lo has perdido.
-Estaba inspirado esa mañana. Más de lo usual... Pero como verás, nunca te olvidé. En esos cuarenta años jamás te desee sufrimiento, sino la mayor de las felicidades.
-Realmente me alegra que sea así, porque hasta hoy que tocaste la puerta de mi casa pensé que yo era la única que te recordaba.
Lothiriel se levantó de la silla y fue hacia la chimenea, Eândros vio que sacaba un pequeño cofre, Aldariel la miró, pero ella no sabía en donde estaba porque no podía verla. Abrió el pequeño cofre de madera y sacó un broche para el cabello, el mismo que Eândros le había regalado hacía ya cuarenta años.
-Ya hace algunos años que trato de usarlo lo menos posible, ya está algo maltratado y no quería arruinarlo, pero supongo que hoy lo amerita- dijo poniéndose el broche en el pelo.
Eândros la miró y pensó que quizás Manwe pudiera bendecirlo una vez más…
-Eärwen- la llamó y le estiró la mano para que la tomara. Ella la agarró.
-¿Lothiriel?- le tendió la otra mano- Creo que es hora de que los conozcas a todos.
Ella le tomó la mano, y fue como haber retrocedido cuarenta años, a aquellos años felices junto a él, estaba muy emocionada, pero trató de permanecer con la misma compostura de siempre.
Eärwen ya no pudo aguantar el llanto y se le cayeron las lágrimas, Lothiriel los vio y se quedó sin decir nada, pero los miró un rato largo. Estaban allí, en su casa, los tres.

“Gracias Manwe”

-¿Qué dicen mis nietos?- les dijo.
“Supongo que no estará contento hasta que le digamos lo que quiere escuchar...” dijo Eldarion. Aldariel sonrió.
-Aún pudo patearte las raíces- le contestó al prepotente de su nieto mayor.
“Hola Lothiriel, me alegra que al fin se hayan encontrado” dijo Aldariel.
-Hola Aldariel, y supongo que tú eres Eldarion...
-Así es- confirmó Eândros.
Se quedaron todos en silencio un rato hasta que Lothiriel dijo:
-Me alegro que estén todos en mi casa, sean libres de venir aquí las veces que quieran, yo iré a visitarlos también, seguramente pronto.
“Te estaremos esperando”
-Los odio, a los tres- murmuró Eândros- Siempre me hacen lo mismo. Si vienes será para quedarte Lothiriel- le dijo apretándole la mano.
¿Irse? ¿Para quedarse con él? ¿Acaso habría algo que le gustara más que aquello? Esos niños le estaban cumpliendo el deseo que había atesorado por cuarenta años.
“No se supone que un abuelo odie a sus nietos...” dijo Eldarion sonriendo.
-Es mentira, no nos odia- le dijo su hermana Eärwen.
Aldariel se acercó a Lothiriel y le tocó el broche del pelo que enseguida pareció nuevo otra vez.
“Ahora durará para siempre” le sonrió “Y tú abuelo, ya deja de decirme mentirosa porque no lo soy, de hecho jamás dije una mentira” dijo volviendo al lado de Eldarion a su lugar cerca de la chimenea.
-Gracias- les dijo casi gruñendo antes de soltarle las manos- No los dejaré de visitar, igual.
Eândros le soltó la mano a Eärwen pero Lothiriel no parecía querer soltarlo.
-Son un trío de rebeldes
-Eso parece...- sonrió.
Eândros se acercó a ella y la besó. Ella le correspondió el beso.
-Espero que nuestros hijos sean más obedientes…
-¿Tú crees? Los jóvenes de hoy no obedecen a sus mayores. Además ¿no crees que estemos viejos ya para eso? Aunque admito que me gustaría tener hijos- sonríe.
-Maté un dragón y un Valar, y a este último lo monte clavándole una espada en la espalda, créeme que estaré por aquí un buen tiempo.
-Claro, pero hasta los héroes necesitan almorzar y todavía no preparé la comida. Supongo que se quedarán aquí a descansar del viaje.
-Yo digo que nos quedemos, si su comida es la mitad de buena que su té no me la puedo perder- dijo Eärwen y Eândros se rió.
-Los abuelos tenemos que consentir a los nietos, ese es nuestro deber- dijo Lothiriel.
-Se lo dejo a ustedes, tienen empezar a conocerse

Eândros salió de la casita y se dirigió a Wildstorm, bajó el poco equipaje que llevaban y le dijo que se dirigiera junto al caballo de Eärwen a Minas Tirith. Si todo salía bien, volverían volando sobre las águilas.
Volvió a entrar y dijo:

-Nos quedaremos unos días.

(roleado on line por Gonza y Ashe)

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