domingo, 5 de diciembre de 2010

Testamento de Eândros

Eândros había dejado en manos de Luniel un gran sobre, lacrado con su sello personal, titulado “Para su Majestad la Reina, Testamente de Eândros Antharion”, dentro de este sobre con tan lúgubre titulo se encontraba un pergamino escrito que a su vez envolvía otras pequeñas cartas también selladas.

El pergamino rezaba:
“A mi señora Arwen, reina de Gondor:
Para cuando lea esta carta yo ya habré encontrado mi destino para bien o para mal, de este destino no puedo aventurar mucho, solo puedo asegurar que cualquiera este sea marcara el fin de mi estadía a su lado como su fiel consejero, espero que estas palabras no le causen tristeza mi señora, ya que para mi será un tiempo que siempre recordare con orgullo y felicidad.

Esta abrupta partida, y su ausencia, crean en mí la necesidad de dejar escrito lo que no podre, ni podría aunque estuviera, decirle desde mi corazón. Es así pues, que con esta intención detallare a continuación lo que siento debo contarle, aunque quizá usted ya lo sepa desde hace mucho.

Sabrá usted que para mi vuestros hijos siempre fueron una gran alegría para mi, desde bebes les tome gran cariño y los eduque, en la medida que usted me dejo, como a mi propia familia, durante mucho tiempo fueron Eärwen y Eldarion una gran felicidad en mi vida, y Luthien una gran sombra que siempre acecho mi corazón por mi fracaso al defenderla. Es ahora que la reencuentro que una nueva felicidad me embarga, usted quizá haya leído primero la carta de vuestro hijo y sabrán lo que se disponen a hacer, y también sabrá que lo hacen pese a mi oposición, y seguramente al leer el titulo de esta misiva ya sabe lo que hare. Asi pues, no perderé más tiempo en ese detalle, solo le diré que como siempre tratare de hacer la vida lo más amena posible para ellos dos.

Pero no es por ellos que le escribo, sino por Eärwen y los asuntos que deje sin dar solución en Minas Tirith. Eärwen está enamorada de un joven, valiente, gallardo y bravo, pero totalmente desprovisto de cualquier otro sentido que sea ajeno al combate y la lucha, este muchacho es para mi desgracia el aprendiz de Filhamir. Ellos no lo saben, quizá lo sospechan, desde hace cuanto sé de su situación… pero fue básicamente desde el mismo inicio, Baranor sabe mas que nadie el rechazo que genera esa unión para mi, sobre todo tras haber compartido viaje con el, quizá de haber sido cualquier otro no me hubiera molestado tanto, pero usted sabe como son las cosas, y un maestro siempre espera lo mejor de un aprendiz, que este llegue a superarlo a uno y lo mismo del aprendiz de su aprendiz, y quizá sea ese el sentimiento que genera mi rechazo. Yo bien he aprendido en este viaje que ningún ser es perfecto, pero el maestro solo puede ver los defectos y desear la perfección para su obra. A este efecto he dejado un sobre dirigido a Baranor si este regresa a reclamar su lugar junto a vuestra hija.

Ahora bien, no es solo el sentimiento de maestro lo que me hace rechazar esta unión, y pasare a escribir lo que es posiblemente lo más difícil de esta misiva:

Quiero que usted sepa, primero que nadie lo que siento por vuestra descendencia, ya sea Aldariel, Eärwen o Eldarion, como le he detallado al comienzo de esta carta siempre les enseñe como a mi propia descendencia y es algo que hasta no hace mucho no me había percatado, para mí siempre fueron mis príncipes, los hijos de mi señora, y mi deber educarlo en la medida de mis limitadas capacidades. Pero fue en este viaje en que me di cuenta de mi verdadero sentimiento hacia ellos, y fue quizá la relación entre Baranor y Eärwen lo que me la revelo de forma que ya mi razón no pudo oponerse a mi corazón. La verdad sea dicha, veo en ellos a mi familia, veo en Aldariel, Eldarion y a Eärwen a los nietos que jamás tuve, veo en ellos una luz que no veo en el resto del mundo. Creo mi señora que por siempre atesorare ese día en que me dejo ver a su Luthien en sus brazos, y espero que ese recuerdo me de fuerzas para seguir adelante mi camino, espero encontrar, en lo que si usted me permite, en mi nietos una luz por la que luchar.

Y ya llegando a la conclusión de esta misiva, como seguro habrá notado hay otras 3 cartas mas, cada una nombrada con su destinatario, le ruego a su majestad usted las entregue, y espere la reacción que seguramente sobrevendrá sobre sus respectivos destinatarios, con la salvedad de que le pido encarecidamente que la misiva a Baranor sea entregada por la princesa.

Eândros Antharion.


**Cartas**
A Eärwen, Testamento Eândros Antharion:
Dejo aquí por escrito lo único que posiblemente jamás salga de mis labios.

Bendigo tu unión de puro corazón.


Eândros Antharion.


A Luniel, Testamento de Eândros Antharion:
Dejo aquí por escrito una súplica desde mi corazón,
Cuando la luz de mi señora se halla extinguido, por favor llévela sepa cuidarla como yo no sabré.
Y no vuelva a sentarse en el trono de Gondor, aunque pueda parecerse a ella, ella es única para mí y toda la guardia.

Eândros Antharion.


A Aragorn, Testamento de Eândros Antharion:
Mi rey, solo volveré a Gondor si he de devolver a Narsil y usted sabrá lo que eso significara, si he de volver, no vuelva a perderla.
Tenga siempre un ojo sobre Baranor, si no sabe de quién se trata su señora, la reina, podrá informarle.

Eândros Antharion.


A Baranor, Testamento de Eândros Antharion:
Bastara que una sola lagrima cruce el rostro de quien te entrega esta carta para que venga a por ti, y ruega a los Vala y a Iluvatar que no te encuentre.

Eândros Antharion.


(escribió Gonza)

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