lunes, 1 de noviembre de 2010

Corazón incorruptible

Aldariel tardó un poco en dormirse pero por fin lo logró.

Esa noche tuvo un sueño muy extraño pero ¿era en verdad un sueño? Estaba sola, en el medio de un desierto, imaginó que era el Bosque Negro, o lo que había sido antes de que Morgoth lo quemara. Así iba a quedar toda la Tierra Media si ella no hacía algo por impedirlo. Miró alrededor, no había nada, solo la tierra yerma hacia donde fuera que mirara...

-Al fin te encontré...- una voz resonó en su cabeza, en seguida supo quién era el que le estaba hablando.

-¿Qué quieres de mí? No voy a entregarte la espada.

-Veo que sabes qué es lo que estoy buscando...

-Así es, pero no la tendrás mientras esté en mis manos.

-No la veo en tus manos ahora, ¿cómo podrás combatir sin ella?

-No necesito la espada para combatir contra ti.

-Quizás... pero podrías no combatir contra mí, no te he hecho nada, y puedo cumplirte todo aquello que me pidas... incluso tus más profundos deseos...

-No puedes cumplir mi más profundo deseo, nadie puede hacerlo, y aunque pudieras no te lo pediría jamás.

-Sí... el príncipe volvería a sonreír, podría hacer eso fácilmente...

-Ya no puedes hacernos nada peor a lo que nos hiciste. Tus sueños no serán nunca peores que la realidad.

-Siempre puedo superarme...

En ese momento Aldariel vio como un ejército de la oscuridad entraba al Bosque de Fangorn y lo quemaba, a todos los árboles y Ents que lo habitaban y que ella había amado desde que era niña, y a los elfos que estaban viviendo allí ahora, a su tía Luiniel, a Arien la esposa de Belegnor y a su hijo aún no nacido. En ese momento se dio cuenta de que el desierto en el que estaba parada era la ruina de lo que había sido el bosque de los Ents.

-Puedo evitar que esto pase si te unes a mí.

-No te creo, esto pasará justamente si me uno a ti.

-¿Estás segura? No tienes por qué sufrir, si quieres al príncipe de Gondor yo puedo dártelo.

-No necesito que me des al príncipe de Gondor porque él y yo ya nos amamos, a pesar de ser hermanos de sangre, y fuiste tú el que lo provocó, tú nos condenaste a sufrir este dolor, así que no me digas ahora que puedes dármelo, porque ya me lo diste y de la peor manera.

-Interesante... parece que eres digna de ser la portadora de Narsil, después de todo tu padre es Aragorn Rey de Gondor y tu madre Arwen Undómiel princesa de los elfos y reina de los hombres, no se podía esperar menos de ti... En fin, te daré una última oportunidad, o te unes a mí o sufrirás con ellos las consecuencias de tu testarudez, niña.

-Ya no soy una niña Melkor y el que deberá dejar la testarudez de lado eres tú. Los hombres lucharán para salvar su mundo, aunque a ti no te guste, y yo los ayudaré en esa empresa. No voy a unirme a ti, pero si aún queda algo de bondad en tu negro corazón podrías unirte tú a nosotros y redimirte de todo el mal que has causado, en esta era y en todas las anteriores en las que has provocado tanto sufrimiento.

Pasaron unos momentos hasta que la voz volvió a escucharse en su cabeza.

-Soy el creador del dolor del mundo, del terror mismo, de la maldad, la envidia y la oscuridad, ¿y tú te atreves a pedirte que me una a ustedes?

-Todos tienen derecho a una segunda oportunidad, aunque a ti ya te han dado varias... yo te estoy dando la última, o por una vez intentas redimirte de todo el mal que causaste, o por última vez causarás daño en este mundo, porque yo misma me encargaré de que desaparezcas para siempre de la existencia.

-Parece que no me tienes miedo niña, irónico, muchos otros más poderosos han logrado corroperse por mucho menos... Está bien, no voy a darte otra oportunidad, si quieres combatir hazlo, nos encontraremos en el campo de batalla.

-Que así sea Melkor, nos encontraremos antes del fin, pero no estaré sola, a diferencia de ti que sí lo estarás.

Aldariel despertó, no tenía miedo, pero estaba un poco cansada, cuando despertó estaba segura de que ese no había sido un sueño y que él había hablado con ella directamente. Melkor había sido su nombre antes de que su corazón se volcara a crear la maldad misma, y cuando ella lo llamó así él no se lo impidió y tampoco le dijo que no usara ese nombre al referirse a él... Aldariel se preguntó hacía cuanto tiempo que nadie lo llamaba por su verdadero nombre...

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