martes, 21 de septiembre de 2010

Carta

25 de octubre del año 19 de la Cuarta Edad
Gondor – Minas Tirith


Hermano Léod,

Hace ya dos años que tomamos nuestro camino, dos años hace también que no dejo esta ciudad. Dentro de algunos días viajaré a Ithilien, mi madre accedió luego de mucho debatir. Seguramente para cuando leas esto yo esté con Faramir, Eówyn y Anarien.

¿Cómo has encontrado Rohan? Tu padre me ha dicho que hace diez años que no vuelve a Edoras, espero que te haya alegrado el encuentro. Por mi parte no he vuelto a ver a mi padre, él sigue en el Norte, recibimos noticias suyas cada tanto con los mensajeros. Parece ser que no tuvieron batallas tampoco allí, aunque dicen que es imposible acercarse al Norte. Sé que algún día lo voy a volver a ver pero lo extraño demasiado. Muchas veces lo necesito y sé que mamá también lo necesita, siempre tiene esa tristeza en su rostro que me rompe el corazón.

Mis maestros dicen que mejoro rápidamente, que llevo el arte de blandir la espada en la sangre y que seguramente seré como mi padre cuando sea mayor… Me pregunto si podré luchar a su lado algún día… ¿ese era tu sueño no Léod? Luchar hombro a hombro con tu padre, pero mi sueño parece ser imposible…
He acompañado a los capitanes de Gondor a Mordor, no hay demasiado movimiento pero tuvimos algunas escaramuzas con orcos que deambulaban todavía por allí. Mordor es una región horrible, desértica, llena de ceniza y no llega el sol allí. Seguramente Faramir tiene muchos problemas para vigilarla ¿Recuerdas lo que decía? ¿Que si fuera por él dejaría ese lugar sin custodia? Yo creo que lo vigilan porque tienen miedo de que el enemigo se asiente allí otra vez, es un lugar muy propicio para la Sombra.

Estos dos años no he hecho más que entrenar, quizás debería hacerle caso a mi madre y comportarme más como un joven de mi edad, pero no puedo, no puedo concentrarme en nada más que en el entrenamiento ¿Tú Léod qué haces cuando no entrenas? Seguramente recorres las planicies de Rohan sobre “Fuego Indomable”. Mi madre me regaló un caballo cuando regresé, es hermoso, negro como la noche, me dijo que pertenecía a una raza de caballos de los elfos. Lo llamé “Wildstorm”, me pareció un nombre acorde para él. Me costó mucho domarlo, pero al final lo conseguí y ahora somos inseparables.

El castillo está muy solitario sin papá y sin Eärwen, ella decidió acompañarlo al norte para que no estuviera solo y creo que hizo lo correcto. He recibido cartas de mi padre, en todas ellas me dice que le gustaría estar aquí conmigo y con mamá pero que la construcción de la fortaleza le va a llevar mucho tiempo. Algunas personas de Gondor, incluidos algunos capitanes lo siguieron… Hay una frase de una de sus cartas que siempre recuerdo:

“Eldarion, debes proteger a tu madre, ella te necesita, pero recuerda, recibirás mi llamado cuando sea el momento y cabalgaremos juntos para defender a los Pueblos Libres”

Solo necesito recordar esa frase cuando estoy cansado o deprimido y enseguida puedo volver a los entrenamientos o al estudio. Te confieso que no me gustan demasiado los libros, prefiero los cuentos que nos contaba Eöwyn, pero también sé que es necesario saber sobre la historia de nuestro pueblo, sobre los enemigos que tuvimos y cómo los derrotamos.

Me despido por el momento hermano, quiero que sepas que estoy entrenando muy duro para cumplir el juramento que hicimos, hasta entonces tu también entrena mucho. Llegará el día en que nos volveremos a encontrar y la misma Sombra nos temerá.

Hasta la próxima carta.

Tu hermano,

Eldarion, hijo de Aragorn.

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