martes, 21 de septiembre de 2010

Infancia en Ithilien


Faramir y Eówyn (Tapiz en la sala del trono de Edoras)


23 de Septiembre – Año 10 de la Cuarta Edad


Ithilien, territorio regentado por Faramir, capitán de Gondor.

Tras la llamada “Guerra del anillo” el Rey Aragorn entregó a su amigo las tierras entre el río Anduin y la cordillera Ephel Dúath, no solo por su valentía y por su ayuda incuestionable a Gondor sino por amistad.
Eówyn y Faramir tuvieron una vida tranquila, junto a su pequeña hija Anarien, una bella niña rubia muy bonita de ojos traviesos. Pero la vida de todos se vio terriblemente abrumada el día en que los orcos atacaron a Minas Tirith, nadie supo de donde llegaron, se cree que estaban en el sur, ocultos por algún poder desconocido, un poder que los despertó y les ordenó atacar.
Nadie pudo detenerlos y a ese día, el día que nadie puede olvidar se lo llamó “El día de las lágrimas”.
El Rey se fue al norte, dejando a cargo en el sur a sus dos amigos, Faramir en el oeste, y Eómer en el este. Muy pocos sabían lo que estaba pasando, pero los que sabían se movían para que en el futuro, el Poder Oscuro no lograra cumplir su siniestro objetivo.

-¿Por qué tenemos que llevarlo allí esposo mío? ¿No fue ya suficiente perder un hijo?
-Es necesario, además sabes que Faramir lo cuidará como si fuera su propio hijo.
-Pero podemos entrenarlo aquí…
-Podrás ir a verlo cuando quieras cariño.
Ella lloraba, ya había perdido un hijo para siempre, no quería perder otro, pero en el fondo sabía que eso era lo mejor, ya se habían apoderado de la vida de su segundo hijo, el otro debía estar oculto hasta que su padre así lo decidiera.
-No debería ser así…- pero ya no tenía más fuerzas para oponerse.
-Sólo serán algunos años, estará en buenas manos. Además es necesario que Eldarion y él se conozcan desde niños, no podemos permitir que haya diferencias entre ellos, son nuestro futuro.
-¿Cómo pudo permitir esto la Reina Arwen?
Eómer no pudo más que abrazarla y llorar con ella, ambos sabían que no verían al pequeño sino hasta que cumpliera los quince años.

Al día siguiente un carruaje ya había sido preparado, Eómer llevaría a su hijo a Ithilien y luego seguiría viaje hacia el sur, su misión era mantener unidos a todos los principados de Gondor, mientras que la misión de Faramir sería entrenar a los niños que serían reyes. Eso habían decido los tres antes de que Aragorn se marchara hacia Arnor y desde ese día, no lo habían vuelto a ver.
Los días pasaron tranquilos y cabalgaron sin problemas hasta las tierras de Faramir, el niño extrañaba a su madre y lloraba de vez en cuando, pero luego de algunos días de estar con su padre, lo que no pasaba muy a menudo, ya no lloró más y se dedicó a disfrutar de jugar con él. Ambos luchaban con palos de madera simulando grandes contiendas, el niño ya desde pequeño mostraba cierta habilidad, después de todo llevaba la sangre de Eorl en las venas.
Se acercaron hasta un claro en el bosque, en el medio una casa de madera se alzaba solitaria, el humo salía por la chimenea y las enredaderas cubrían sus paredes. Era una casa muy sencilla pero preciosa.
-Amigo, han pasado ya dos años desde la última vez que nos vimos
Faramir y Eómer se abrazaron efusivamente.
-Me alegra ver que sigues igual desde ese día.
-¿Qué noticias traes de Rohan?
-Nada, no hay movimiento de ningún tipo, y eso me parece aún más incómodo de que lo hubiera.
-Lo sé, a mí me pasa lo mismo. Siento que esta calma no es natural… que nos enfrentaremos a algo demasiado poderoso en cualquier momento.
-Esperemos que no sea tan pronto amigo.
-Veo que has traído a tu pequeño. Hola Léod, bienvenido a mi casa.
El niño lo miró y solo le dijo un tímido:
-Hola…
Faramir le sonrió bondadosamente.
-¿Estás seguro que aún quieres dejarlo aquí?
-Estoy seguro. Es necesario que ambos hagan una fuerte amistad luego entrenará con los suyos en Rohan, además estará más seguro aquí ¿Eldarion ya llegó?
-Sí, está jugando con Anarien en el patio trasero de la casa, vamos, llevemos allí a Léod para que se conozcan.

Faramir y Eómer se sentaron en un banco del jardín viendo como los niños correteaban de aquí para allá, libres de toda preocupación, divirtiéndose y jugando.
-¿A dónde irás ahora amigo?- le preguntó Faramir.
-Debo ir a Dor Lomin, y de allí a Umbar y Harad…
-¿Irás solo?
-Llevaré a algunos hombres de confianza.
-¿Irás con la Reina?
-No sé qué voy a encontrar al sur, quizás encuentre aliados o quizás enemigos, no puedo llevarla.
-Estará muy sola en Rohan…
-Lo sé… Arwen también lo está en Gondor, ellas saben que es necesario. Los niños tienen que estar listos para lo que van a tener que asumir… no sabemos cuándo el Poder Oscuro atacará.
-Es muy difícil pensar así, son solo unos niños…
-Tendrás que cuidar de ellos Faramir, serás como su padre ya que los verdaderos no podremos hacerlo…- una sombra de tristeza cubrió los ojos del Rey de los rohirrim.
-Lo haré amigo, piensa que lo que hacemos es por su futuro, ellos tendrán que proteger esta tierra cuando nosotros nos hayamos ido…
-Así es Faramir, es un triste destino, el tener que separar a nuestras familias así… pero no hay más opción… ¿por qué estará demorando el ataque?
-No lo sé Eómer, muchos sabios se preguntan lo mismo, pero se debe estar gestando algo muy oscuro, más oscuro que lo que alguna vez fue Sauron…
-Con más razón tenemos que continuar Faramir… por ellos- dijo mirando a Anarien, Eldarion y a su hijo Léod que corrían y reían.
Eómer se paró, miró a su hijo por última vez y salió, muchos años pasarían antes de que volviera a saber de él.

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