martes, 21 de septiembre de 2010

Una dolorosa despedida


Eldarion


Campaña de Rol basada en "El fin de la Tierra Media" por Helcawen.

******

Faragond y Galinor luego de varios días de travesía sobre las extensas llanuras de Rohan llegaron a Gondor donde moraba la dama Arwen y donde regía el príncipe Eldarion, primer hijo del Rey y heredero al trono.
-Han hecho un largo viaje hasta aquí caballeros y aprecio mucho su tarea.
-Es un honor para nosotros señora de Gondor- le dijo Faragond- el Rey se encuentra bien y se está encargando de la defensa en el Norte.
El rostro de la dama era hermoso como el arco iris que se eleva en el cielo después de la lluvia, pero era tan triste que todos aquellos que la miraban sentían deseos de llorar.
-Señor Eldarion, su padre requiere que se dirija hacia el Norte con la mayor cantidad de guerreros que pueda reunir en solo cinco días. Hay demasiadas huestes de orcos y el ejército de Arnor no es ni la cuarta parte del ejército de Gondor, si el ataque comienza allí no tendrán posibilidad alguna de vencerlos.
-Así descuidaríamos Gondor, denme solo un día más e iré en busca de Faramir para que se establezca junto a mi madre o no podré irme tranquilo.
-Será como usted lo decida.
Al día siguiente Eldarion partió con dos soldados más en busca de Faramir, tenía tan solo veinticinco años de edad, pero era muy maduro de mente y seguro de sí mismo, tenía la belleza de su madre y la fuerza y valentía de su padre, y no dudó un segundo en seguir sus órdenes.
Faragond y Galinor se unieron a la guardia real de Gondor y comenzaron a preparar la escolta del príncipe, mientras él llegaba a Ithilien. En el claro de un bosque se encontraba la casa de Faramir, en la entrada regando las flores de los canteros, se encontraba Anariel. Sus cabellos eran rubios y sus ojos eran más celestes que el cielo de otoño. Enseguida fue al encuentro de Eldarion a darle la bienvenida. Sus mejillas se tiñeron de un rubor rosa claro, y sus ojos brillaron como siempre que él iba a visitarlos, aún así su corazón albergaba una gran tristeza porque sabía que su amor hacia él no era correspondido.
-Bienvenido a Ithilien señor Eldarion
-No me digas "señor" Anariel, nos conocemos desde niños y no me agrada que tú me llames así.
-Lo sé. Es extraño que hayas venido en esta época, faltaban meses para tu visita.
-Necesito hablar con tu padre.
-¿Por qué no entras a la casa? Mi madre estará contenta de verte.
-No voy a quedarme, mi visita será solo de unas pocas horas.
-Deben estar cansados, yo me encargaré de devolverles el vigor a sus caballos.
A la puerta de la casa se encontraba la dama Eowyn con un vestido de terciopelo azul bordado con hilos dorados y su cabello estaba suelto sobre los hombros. Eldarion besó su mano y los tres caballeros entraron a la casa. A las tres horas llegó Faramir que volvía de recorrer el bosque como hacía todos los días. Cuando entró a la casa se sorprendió al ver a Eldarion, pero enseguida lo abrazó como a un hijo.
-Tengo que pedirte un gran favor Faramir, tú eres mi segundo padre y no me iré tranquilo sino vienes conmigo.
-¿Ir contigo? ¿a dónde?
-Mi padre me pidió que vaya al Norte. Temen una embestida de los orcos de un momento a otro. Pero no me iré en paz sino dejo a mi madre con alguien de confianza que permanezca junto a ella.
-Este es nuestro hogar, Eldarion y Faramir hace mucho que dejó las batallas para vivir una vida tranquila aquí en Ithilien y tú lo sabes.
-Es verdad Eowyn, pero estos no son tiempos tranquilos, son tiempos de guerra nos guste o no, y tarde o temprano las huestes del Poder Oscuro llegarán aquí también.
-Él tiene razón Eowyn, hasta hoy estuve vigilando Ithilien y procurando que ningún orco se aventure en estas tierras, hace mucho que nuestra vida dejó de ser lo que deseaba. Está bien, voy a acompañarte, pero la estadía será larga y por eso quiero que Eowyn y Anariel vengan conmigo. También voy a pedirte que los soldados que te acompañaron se queden aquí cumpliendo la tarea que yo estaba realizando.
-Tus deseos se cumplirán querido Faramir, partiremos dentro de dos horas.
-Así será.
Para el sexto día cerca de dos mil hombres estaban listos para partir de Gondor, el príncipe Eldarion había arribado junto con Faramir la noche del día anterior a la partida y había pasado el tiempo que le quedaba junto a su madre.
Al día siguiente una larga columna de hombres iba encabezada por Faragond y Galinor que mostrarían el camino a seguir. Bordearían las montañas, cruzarían el paso de Rohan y tomarían el camino del Norte-Sur hasta Eriador. Era un largo trayecto pero habían tenido tiempo de preparar los víveres necesarios. Al final de la larga fila de hombres iría Eldarion, sobre Wildstorm, su caballo negro. Antes de marcharse Eldarion besó a su madre en la frente y la abrazó fuertemente. El rostro de la dama Arwen estaba bañado en lágrimas y Eldarion le dijo:
-Madre, prometo que volveré pronto a verte. Por favor no estés triste- le dijo Eldarion dulcemente tratando de calmarla.
-Cuídate mucho hijo y cuida también a tu padre- Un último abrazo departe de la dama y Eldarion subió a la montura de Wildstorm cerrando la fila.
A la derecha de la reina se encontraban Faramir, Eowyn y Anariel y muchas personas más habían ido a despedirlos y se quedaron allí hasta que no vieron más a Eldarion que se alejaba junto a los soldados por el valle. Y sabían que no iban a volver a ver a muchos de ellos otra vez, por eso sus rostros reflejaban una gran tristeza.

Unos diez días pasaron desde que habían dejado la ciudad, habían cruzado el paso de Rohan y ya estaban sobre el camino. Eldarion estaba deprimido y pensaba en su madre, aunque también sus ojos grises se dirigían hacia el Norte, donde se encontraba su padre esperando su llegada, pero había otra razón por la que quería llegar rápidamente al Norte, no sabía cual era, solamente sentía que tenían que llegar lo más pronto posible allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario